Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.
Y habló el pueblo sirio
Aunque la señora Bassma Kodmani, portavoz de la «oposición siria», había afirmado que «el régimen es incapaz de organizar una elección presidencial» y que «eso prueba que es una dictadura», la República Árabe Siria adopta un nuevo Código Electoral –conforme a las normas occidentales– y convoca una elección presidencial.
Hasta entonces, el presidente de Siria era designado por el partido Baas, designación que se sometiá después a la aprobación popular mediante un referéndum. Pero el 3 de junio de 2014, por primera vez, el presidente será electo recurriendo al sufragio universal directo. Es poco probable que la «Coalición Nacional de Fuerzas de Oposición y de la Revolución» logre presentar un candidato, pero no por causa de la cláusula que estipula que los candidatos deben haber residido en Siria durante los 10 últimos años sino porque los grupos armados son frenéticamente contrarios a la democracia. Esos grupos, cuya opinión formula la Hermandad Musulmana, proclaman que «El Corán es nuestra constitución» y consideran que toda elección es, por ende, ilegítima. Esa actitud favorece la elección del candidato del gobierno, pero su eventual legitimidad ya no dependerá del porciento de votos a su favor sino de la cantidad misma de sufragios y de la representatividad de estos en relación con el conjunto de la población.
El gobierno de Francia sabe bien que, de los 22 millones de sirios, hay menos de 2 millones en las «zonas liberadas» y que no participarán en la votación. Otros 2 millones son refugiados en Jordania, Líbano, Turquía y Europa. Para sabotear la elección, habrá que impedir por todos los medios que los sirios deseosos de votar puedan hacerlo. Francia logra convencer a sus socios europeos para que sigan sus pasos y prohíban la apertura de colegios electorales en los consulados sirios, prohibición que viola la Convención de Viena del 24 de abril de 1963. Cuando varios refugiados sirios en Francia denuncian ese abuso de poder [1], el Consejo de Estado francés se declara incompetente. Por su parte, los países del grupo que se hace llamar «Amigos de Siria» denuncian una «parodia de democracia» tendiente a «mantener la dictadura».
Tres candidatos participan en la elección presidencial siria: el comunista Maher el-Hajjar, el liberal Hassan al-Nuri y el baasista Bachar al-Assad. El Estado sirio proporciona a los candidatos los medios para hacer campaña y garantiza su seguridad física. Los medios de prensa les dan la palabra. En la práctica, los electores siguen con interés las proposiciones de los candidatos, pero Bachar al-Assad está en una situación comparable a la que vivió Charles de Gaulle en la Francia de 1945. La opción de los electores es simple: apoyar al candidato Assad para salvar la República Árabe Siria o no votar y ponerse con ello del lado de los yihadistas.
Antes del inicio de la votación en Siria, se organiza –sin mucha convicción– el voto de los refugiados deseosos de votar fuera del país. La propaganda occidental ha convencido a los sirios de que todos los refugiados son “opositores”, a pesar de que al ser interrogados la mayoría de los refugiados aseguran haber salido de Siria no «por culpa de la dictadura» sino por causa de los combates. Los días 28 y 29 de mayo de 2014, una multitud de 100 000 sirios –cifra divulgada por la Seguridad General libanesa– deseosos de votar en la embajada de Siria en Líbano, autorizada a abrir un colegio electoral, paraliza Beirut. Ante la enorme afluencia de electores sirios ansiosos de votar en la elección presidencial, la embajada se ve obligada a extender los horarios de apertura del colegio electoral e incluso las fechas anunciadas como plazo inicial para votar. Es una agradable sorpresa para los sirios que permanecen en Siria… y causa de consternación en las cancillerías occidentales [2].
Finalmente, a pesar de todos los llamados a boicotear la elección presidencial, el 73,42% de los sirios en edad de votar acuden a las urnas [3]. 360 medios de prensa extranjeros presentes en Siria y todas las embajadas que se mantienen abiertas en Damasco dan fe del buen desarrollo de la elección. Bachar al-Assad obtiene 10 319 723 votos, o sea el 88,7% de los votos válidos y el apoyo del 65% de la población en edad de votar. El candidato liberal Hassan al-Nuri recoge 500 279 sufragios y el candidato comunista Maher el-Hajjar recibe 372 301 votos.
Durante la campaña electoral, Francia y sus aliados, empujados por el estadounidense Jeffrey Feltman, tratan de lograr que el Consejo de Seguridad de la ONU reconozca la competencia de la Corte Penal Internacional en relación con la guerra civil siria. Por supuesto, el proyecto de resolución sobre ese tema mete en el mismo saco a todos los actores sirios del conflicto –poniendo la República al mismo nivel que los yihadistas– ya que sus promotores tienen la certeza de que la fiscal Fatou Bensouda actuará como su predecesor Luis Moreno Ocampo en el caso de Libia y se plegará a las órdenes de la OTAN.
Este proyecto de resolución da seguimiento a las acusaciones del informe “César” y del gabinete de abogados Carter-Ruck, y también a las del diario francés Le Monde, según el cual «la dictadura alauita» viola sistemáticamente a las mujeres sunnitas que militan en la oposición. La periodista de Le Monde Annick Cojean publica el testimonio de una víctima que asegura: «Nos violaban todos los días mientras gritaban: «Nosotros, los alauitas, os aplastaremos.”» Annick Cojean, presidente del Premio Albert Londres, fue formada por la Fundación Franco-Americana. Fue ella quien publicó, mucho después del linchamiento de Muammar el-Kadhafi, Les Proies: dans le harem de Kadhafi [4], un libro fantasioso donde acusa al Guía de la Yamahiriya de haber violado a numerosos niños, justificando así, a posteriori y sin aportar prueba alguna, la destrucción de Libia.
Pero, después de la aplastante elección democrática de Bachar al-Assad, ¿quién puede creer aún las historias sobre la crueldad, las torturas sistemáticas y la «dictadura alauita»? Rusia y China rechazan el proyecto de resolución de Francia, recurriendo por cuarta vez a su derecho de veto.
Daesh y el Califato
Aparece un conflicto en el seno de al-Qaeda. Los sirios del «Estado Islámico en Irak» (EII o Emirato Islámico en Irak), que han formado el «Frente para la Victoria» (en árabe, “Jabhat al-Nusra”, conocido como “Frente al-Nusra” o simplemente “al-Nusra”) comienzan a rivalizar con su casa matriz cuando los iraquíes del Emirato Islámico también se desplazan hacia Siria. Cuando esa rivalidad llega a degenerar en batallas campales, Francia y Turquía apoyan a los yihadistas que operan en Siria en contra de los que ahora llegan de Irak. París y Ankara envían municiones a al-Nusra, a través del “Ejército Libre Sirio”, que ya no pasa de ser una etiqueta en una botella vacía. Pero los combates entre ambas facciones yihadistas no llegan generalizarse. En la región de Qalamoun –o sea, en la frontera libanesa– los mismos individuos siguen agitando simultáneamente las banderas de las dos facciones.
En mayo de 2014, cuando Turquía anuncia a Francia que está preparando –junto con Arabia Saudita, Estados Unidos, Israel, Jordania, el gobierno regional del Kurdistán iraquí, varias tribus sunnitas y la Orden de los Naqchbandis iraquíes, así como Noruega– una gran operación con el Emirato Islámico en Irak, se interrumpe la guerra interna entre ambas facciones.
Francia pone sus fuerzas especiales y la transnacional francesa Lafarge a disposición del nuevo plan. Se impone aquí una breve mirada atrás. En junio de 2008, la OTAN organizaba la reunión anual del Grupo de Bilderberg [5] en Chantilly (Estados Unidos), donde Hillary Clinton y Barack Obama se presentan como participantes. Entre las 120 personas presentes están Basma Kodmani –futura portavoz de la Coalición Nacional Siria– y el alemán Volker Perthes –futuro asistente del estadounidense Jeffrey Feltman en la ONU para el tema sirio. En un debate sobre la permanencia de la política exterior de Estados Unidos, Kodmani y Perthes intervienen para señalar la importancia de la Hermandad Musulmana y su posible papel en la «democratización» del mundo árabe. Jean-Pierre Jouyet –futuro secretario general de la Presidencia de Francia–, Manuel Valls –futuro primer ministro francés– y Bertrand Collomb –patrón de Lafarge– están presentes en el encuentro, junto a Henry R. Kravis –quien habrá de convertirse en coordinador financiero de Daesh y en mecenas del actual presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Volvamos a nuestra historia. La transnacional francesa Lafarge es el líder mundial en producción de cemento. La OTAN –que ya había contado con la cooperación secreta de Lafarge en 1991– pone en sus manos la construcción de los búnkeres de los yihadistas en Siria y la reconstrucción de la parte sunnita de Irak. A cambio, Lafarge confía a la OTAN el uso de sus instalaciones en Siria y en Irak, principalmente la fábrica de Yalabiyah, que se halla al norte de Alepo, no lejos de la frontera turca. Durante 2 años, la transnacional francesa garantiza el material para la construcción de gigantescas fortificaciones subterráneas que permiten a los yihadistas desafiar al Ejército Árabe Sirio. Lafarge se halla ahora bajo la dirección del estadounidense Eric Olsen, quien integra a ese grupo las fábricas de los hermanos Sawiris y de Firas Tlass –hermano del general sirio Manaf Tlass a quien Francia pretendió convertir en próximo presidente sirio. Los vínculos entre Lafarge y las fuerzas especiales francesas se facilitan gracias a la amistad entre Bertrand Collomb –ahora convertido en presidente honorario de la transnacional francesa– y el general Benoit Puga –quien sigue a la cabeza del estado mayor particular del presidente francés Hollande.
Cuando el diario electrónico Zaman Al-Wasl publica elementos [6] que demuestran que Lafarge entrega dinero a Daesh, el diario francés Le Monde acude al rescate. Para ello publica su versión de los hechos, asegurando que lo que hacía la transnacional era comprar petróleo para garantizar el funcionamiento de su fábrica –lo cual es falso ya que esa instalación funciona con carbón, combustible que seguía recibiendo desde Turquía. Sin embargo, Le Monde admite implícitamente –probablemente sin darse cuenta– que Lafarge construía las fortificaciones del Emirato Islámico, ya que reconoce que los 3 millones de toneladas de cemento que su fábrica producía anualmente estaban destinados a las «zonas rebeldes».
La cantidad de cemento que Lafarge produjo para Daesh –al menos 6 millones de toneladas– es comparable a la que utilizó el Reich alemán, en 1916 y 1917, para construir la Línea Sigfrido. Resumiendo: en julio de 2012, la agresión contra Siria ya no era una guerra de cuarta generación disfrazada de revolución y se había convertido en una clásica guerra de posiciones. La producción de cemento para Daesh cesará con la intervención de la aviación rusa, la única que cuenta con medios capaces de destruir los búnkeres. A partir de ahí, la fábrica de cemento situada en Yalabiyah se convierte en cuartel general de las fuerzas especiales de varios países de la OTAN presentes en Siria (Estados Unidos, Francia, Noruega y Reino Unido).
El 7 de enero de 2015, dos individuos equipados como comandos militares, y que se proclaman seguidores de al-Qaeda, asesinan en París a miembros de la redacción del semanario satírico Charlie-Hebdo, mientras que un tercer individuo –que dice ser miembro de Daesh– abate a tiros a una agente uniformada de la policía francesa antes de penetrar en una tienda de víveres para judíos, tomando a los clientes como rehenes. Como ya es habitual desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, estos terroristas van sembrando por todos lados indicios –en este caso sus documentos de identidad– que permiten su rápida identificación. El gobierno francés exagera su propia reacción ante los hechos y el país entero se sume en el estupor, y más tarde en el miedo. El presidente Francois Hollande y varios jefes de Estado “participan”, con más de millón y medio de franceses, en una manifestación organizada en París bajo la consigna «Nous sommes tous Charlie!» (¡Todos somos Charlie!). Entre los jefes de Estado participantes se encuentran los principales aliados de Francia en la agresión contra Siria –Benyamin Netanyahu, representando a Israel, y Ahmet Davutoglu, en representación de Turquía–, aliados que sin embargo apoyan públicamente a los yihadistas. Ante mi denuncia sobre esta mascarada y la actitud enérgica de numerosas personas que se niegan a “ser Charlie”, la directora de Información de la televisora France2, Nathalie Saint-Criq, interviene en el noticiero de ese canal para fustigar a los «complotistas», a quienes –subraya– hay que «señalar, curar, integrar o reintegrar a la comunidad nacional». Después se sabrá que los terroristas habían comprado las armas utilizadas en los hechos a un ex mercenario que trabajaba para la policía [7] y… hasta ahí llegará esa parte de la investigación, que se estrella contra la clasificación de «Secreto Militar» [8]. Pero también acabará por saberse que 2 de los 3 terroristas habían sido entrenados por un agente de la DGSE (la inteligencia exterior francesa) [9]… y que los jefes de Estado en realidad sólo posaron para las cámaras de la prensa en una calle parisina, pero que nunca desfilaron por París. En todo caso, el gobierno francés proclama el estado de emergencia, que será aprobado por el parlamento. Esa medida, que se extiende a toda la Francia continental y a sus departamentos y territorios de ultramar, será prolongada en 4 ocasiones consecutivas y aún se mantiene en vigor, siguiendo el modelo del «Acta Patriótica» estadounidense.
En aplicación del tratado secreto Juppé-Davutoglu, concluido en 2011 entre Francia y Turquía, el presidente Hollande planea la creación de un «Kurdistán» fuera de los territorios históricamente kurdos. Con ese fin organiza en el Elíseo, el 31 de octubre de 2014, un encuentro secreto entre el presidente turco Erdogan y el copresidente de los kurdos de Siria, Salih Muslim, a quien prometen la presidencia del futuro Estado. Sin embargo, a principios de 2015, cuando Asya Abdullah, la otra copresidente de los kurdos de Siria, obtiene una resonante victoria militar en Kobane –localidad siria de mayoría kurda situada al borde de la frontera con Turquía– y recibe elogios de los estadounidenses, Hollande se apresura a recibirla públicamente en el Elíseo, el 8 de febrero de 2015, acompañada de otra mujer en uniforme de campaña.
Ante este cambio de casaca del presidente francés, Erdogan monta en cólera y ordena los atentados perpetrados en París el 13 de noviembre de 2015. En el segundo piso del parisino teatro Bataclan, numerosos rehenes son torturados y mutilados por los terroristas. Algunos son decapitados. Desconcertado, Hollande prohíbe la publicación de estos detalles, que sin embargo aparecen en un informe parlamentario, como parte de los testimonios de varios policías ante una comisión parlamentaria [10]. Patrick Calvar, el director general del contraespionaje francés, declara ante una comisión parlamentaria que sus hombres han logrado identificar el Estado que ordenó los atentados. Rehuyendo sus responsabilidades, el presidente Hollande prefiere organizar lacrimógenas ceremonias conmemorativas y convencer a sus conciudadanos de que el terrorismo es un mal inevitable. Incluso crea una medalla de «reconocimiento a las víctimas del terrorismo», una indemnización por «perjuicio por angustia de muerte inminente» y hasta otra indemnización por «perjuicio de espera». Pero no hará absolutamente nada contra el gobierno de Turquía, que 5 meses después ordena nuevos atentados, esta vez contra Bélgica, en el aeropuerto de Bruselas-Zaventem y ante la sede de la Comisión Europea, lugar exacto donde el PKK acababa de realizar una manifestación.
Lejos de disimular su responsabilidad, Recep Tayyip Erdogan pronuncia un estruendoso discurso en las ceremonias por el 101º aniversario de la batalla de Canakkale (la batalla de los Dardanelos), sólo 4 días antes de los atentados que enlutarán Bélgica [11]. En su discurso, Erdogan acusa a los europeos de respaldar al PKK y hasta anuncia lo que va a suceder en Bruselas. Al día siguiente de los atentados en la capital belga, la prensa del AKP –las publicaciones Star, Akit e Internethaber– proclama que los europeos han recibido lo que merecían [12].
Tratando de dar la impresión de que toma la iniciativa contra Daesh, Francia despliega el portaviones Charles de Gaulle en dos ocasiones (febrero-marzo y noviembre-diciembre de 2015), escoltado por una flota impresionante y con 32 aeronaves a bordo –aviones, helicópteros y drones. Durante la segunda misión de 2015, Hollande visita el portaviones y subraya que ese navío francés encabezará una gran fuerza internacional. La realidad es muy diferente: los barcos franceses han sido incorporados a la Task Force 50 del USNavCent –o sea, a la flota del US Central Command (CentCom). Es cierto que los alrededor de 60 navíos tienen como comandante al contraalmirante francés René-Jean Crignola. Pero este último se halla bajo las órdenes del general estadounidense Lloyd J. Austin III, comandante del CentCom. La regla número 1 del Imperio es que el mando de las operaciones aliadas está siempre en manos de oficiales estadounidenses: los europeos sólo están para recibir órdenes.
A fines de 2015, Francia envía su primer ministro, Manuel Valls, a Arabia Saudita en busca de dinero fácil. Salen nuevamente a colación los 3 000 millones en pedidos de armamento francés prometidos al ejército libanés y otros contratos por valor de 10 000 millones. Pero los sauditas están furiosos por la conclusión del acuerdo sobre el programa nuclear iraní –acuerdo que Francia se había comprometido a sabotear– y muy descontentos con las vacilaciones de París en Siria. Para Riad, los franceses están resultando vasallos muy costosos e ineficientes. La “cosecha” será por lo tanto mucho menor de lo esperado, al igual que los “regalos”.
A principios de 2016, los franceses asisten indiferentes a la decisión del presidente Hollande de nombrar a Laurent Fabius –hasta entonces ministro de Exteriores– presidente del Consejo Constitucional. La pasividad de los franceses contrasta con la actitud de los iraníes cuando Fabius fue recibido en Teherán, después de la firma del acuerdo nuclear 5+1. Después de haber hecho por años todo lo posible por sabotear el acuerdo, Fabius, ya deseoso de establecer de nuevo relaciones de negocios en Irán, había confesado en una cena haber servido de espía a Israel, entregando sistemáticamente a Tel Aviv información sobre la marcha de las negociaciones que finalmente –y a pesar del propio Fabius– desembocaron en el acuerdo entre Irán, Alemania, China, Estados Unidos, Francia y Rusia. Resultado: a su llegada a Teherán, las autoridades iraníes recibieron a Fabius con todos los honores protocolares de rigor, debido a su rango de ministro… mientras que las asociaciones revolucionarias manifestaban a su paso, desde su llegada al aeropuerto y hasta que se fue. Los manifestantes agitaban banderolas y carteles donde recordaban la responsabilidad de Fabius en la muerte de más de 2 000 hemofílicos en Francia –en 1985 y 1986– y su respaldo a al-Qaeda, expresado cuando declaraba que el Frente al-Nusra «hace un buen trabajo» en Siria, donde ese grupo ya había asesinado decenas de miles de sirios.
Jean-Marc Ayrault, ex primer ministro, reemplaza a Fabius como ministro de Exteriores. Muy preocupado por el abismo que se ensancha entre Francia y Alemania, Ayrault decide dedicar todas sus energías a evitar la separación. Para ello sacrifica el expediente sirio y, al cabo de unas semanas de vacilación, adopta al respecto las mismas posiciones que sus predecesores a la cabeza de la “diplomacia” francesa, Alain Juppé y Laurent Fabius.
Ayrault no se relaciona en lo absoluto con el nuevo primer ministro, Manuel Valls, y trata directamente con el presidente Hollande, quien decide ocuparse personalmente del tema sirio.
Ayrault es un partidario moderado de Israel, pero el nuevo primer ministro Manuel Valls está mucho más parcializado a favor del Estado hebreo. Incluso entra en contradicción con el presidente Hollande sobre el tema de los trabajos arqueológicos que Tel Aviv realiza en Jerusalén, en detrimento de los monumentos musulmanes. Anteriormente comprometido con la causa palestina, el propio Valls atribuye su cambio de posición a su matrimonio con la violinista franco-israelí Anne Gravoin.
El 14 de julio de 2016, un individuo supuestamente vinculado a Daesh, Mohamed Lahouaiej-Bouhlel, arremete con un camión contra la multitud que celebraba la fiesta nacional de Francia en la célebre Promenade des Anglais de la ciudad de Niza, dejando un saldo de 86 muertos y 484 heridos, antes de ser abatido por la policía. Aunque nadie, en ningún lugar del mundo, había logrado hasta entonces matar y herir tantas personas con un vehículo, los investigadores aseguran que Bouhlel no había recibido ningún tipo de entrenamiento y que actuaba solo. Pero su familia en Túnez acababa de recibir 100 000 euros, y nadie se ocupa de aclarar cómo ni por qué. A pesar del estado de emergencia en vigor en Francia desde hace meses, resultará que el terrorista pudo actuar más fácilmente porque 60 gendarmes habían sido transferidos de Niza a Aviñón… para reforzar la seguridad del presidente Hollande, quien cenaba en esa segunda ciudad con su amante y varios actores.
En París se comenta el progreso de los yihadistas en Siria y se afirma que el «régimen» ya no controla más que un 20% del territorio sirio y que está a punto de caer. En realidad, más de dos terceras partes del territorio sirio son un gran desierto que nadie controla, ni la República, ni los yihadistas. En lugar de empeñarse en defender territorio, el presidente Assad ha optado por garantizar la defensa de la población. Al menos 8 millones de sirios han preferido huir de los yihadistas, yendo a refugiarse en las ciudades bajo control de la República. No se sabe de nadie que haya optado por el camino inverso.
En febrero de 2015, Hollande se enfurece cuando le comunican que dos senadores –Jean-Pierre Vial, del partido Les Républicains, y el centrista Francois Zocchetto– han viajado a Damasco en compañía de dos diputados –Jacques Myard, también de Les Républicains, y Gerard Bapt, del Partido Socialista. En un segundo viaje, el socialista Gerard Bapt llega nuevamente a Damasco, acompañado esta vez por los diputados Jerome Lambert, socialista, y Christian Hutin, seguidor del político Jean-Pierre Chevenement. En marzo de 2016, un tercer viaje a la capital siria reúne a varios diputados de Les Républicains alrededor de Thierry Mariani, con Valerie Boyer, Nicolas Dhuicq, Denis Jacquat y Michel Voisin. En enero de 2017, los mismos parlamentarios franceses presentes en el viaje anterior realizan un cuarto viaje a Damasco junto al centrista Jean Lassalle. El presidente Assad los recibe a todos, exceptuando a Gerard Bapt.
La razón es que el socialista Bapt viene a Damasco en función de negocios. Bapt representa la Gran Logia de la Alianza Masónica de Francia (GLAMF) –que depende directamente del príncipe Edward, duque de Kent. La GLAMF surge de una escisión de la Gran Logia Nacional Francesa (GLNF), creada por cuenta de los británicos por Alain Juillet, ex responsable de la Inteligencia Económica en la Secretaría General de la Defensa Nacional francesa. En Damasco, Bapt se reúne con varios hombres de negocios sirios y les promete borrar sus nombres de la lista de sanciones europeas… si pagan cuantiosas sumas de dinero. Por supuesto, Bapt no cuenta con ningún poder para lograr lo que promete. Su acompañante, Jerome Toussaint, otro estafador, está actualmente en la cárcel.
El tercer viaje de los parlamentarios franceses saca a la luz la presencia en Siria de la organización francesa SOS Cristianos del Oriente, que recluta principalmente entre los simpatizantes del Frente Nacional. Los voluntarios de SOS Cristianos del Oriente son personas realmente dedicadas, que no vacilan en utilizar sus fondos personales para realizar la tarea que se han trazado, pero también es cierto que su actividad, solamente en ayuda de los cristianos vinculados a Roma, discrimina a los cristianos ortodoxos y que los millones de euros que dicen recaudar en Francia no llegan a Siria. Las autoridades religiosas sirias comienzan además a impacientarse cuando estos cristianos de Occidente, renovando el espíritu de las Cruzadas, realizan una misa en las ruinas del Crack de los Caballeros, la imponente fortaleza construida por los cruzados en el siglo XII. Los jóvenes miembros de SOS Cristianos del Oriente ignoraban que, en aquella época, los cristianos del Levante defendieron su país frente a la invasión de los cruzados, a quienes veían como conquistadores imperialistas.
En definitiva, mientras Francia se hunde en la decadencia, sus líderes no logran conformar un frente antiimperialista, condición indispensable para alcanzar alguna mejoría económica. Sólo unas pocas formaciones políticas francesas toman posición en contra de esta guerra colonial: el Frente Nacional de Marine Le Pen y Floriant Philippot, el Partido cristianodemócrata de Jean-Fredéric Poisson, el movimiento Debout la France (De Pie Francia) de Nicolas Dupont-Aignan, la Unión Popular Republicana de Francois Asselineau, el grupo del partido Les Républicains formado en torno a Francois Fillon y el movimiento de la Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchon.
Sin información recogida en el terreno desde el cierre de su embajada en Siria, incapaz de analizar el origen de los acontecimientos y sin embargo deseosa de hacer creer que es ella quien los inicia, Francia no ha podido prever lo que va a suceder de inmediato.
(Continuará)
*Thierry Meyssan, Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa.
Artículo publicado en Voltaire.
Foto de portada: Parte de parte del libro «De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes».