África Subsahariana

Etiopía, el reinicio del fuego

Por Guadi Calvo*-
Tras cinco meses de vigencia de la tregua humanitaria, el pasado miércoles 24 se reiniciaron los combates en distintas áreas de la frontera de Tigray entre los rebeldes separatistas del Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) y las fuerzas del Gobierno federal.

Si bien ninguna de las partes se responsabilizó del reinicio de las hostilidades en las últimas semanas y a días del inicio de conversaciones de paz en Kenia, auspiciadas por los Estados Unidos y la Unión Africana (UA), el TPLF, en la ciudad de Mekelle, la capital de Tigray, incautó una docena de camiones cisternas del Programa Mundial de Alimentos (PMA) aproximadamente unos 570.000 litros de combustible que se iban a utilizar para la distribución de, en estas circunstancias, ayuda humanitaria vital, ya que en la región (provincia) de Tigray, desde el inicio de la guerra en noviembre del 2020, estalló una crisis alimentaria con características de hambruna. La desnutrición se disparó del 29% en los niños y casi tres millones, de los seis y medio de tigrayenses, se encuentran en estado de inseguridad alimentaria grave que también involucra a cientos de miles de habitantes de las regiones de Amhara y Afar. Otros indicadores marcan que casi el noventa por ciento de la población de la región necesita ayuda humanitaria.

Tras el quiebre de la tregua y los ataques a gran escala del ejército etíope surgió un cruce de comunicados siempre obvios de las Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos y la Unión Africana (UA) para que se detenga la nueva escalada y las partes comiencen a negociar un acuerdo duradero para detener una guerra que mantiene en vilo a Etiopía y a toda la región del Cuerno de África y ya ha provocado miles de muertos y casi tres millones de desplazados, muchos de ellos en situación crítica en los improvisados campos de refugiados de Sudán, cuadro que podría empeorar hasta la cosecha de octubre.

En un comunicado, el portavoz de los rebeldes, Getachew Reda, informaba de que “Las fuerzas federales etíopes lanzaron una ofensiva temprano (miércoles) por la mañana alrededor de las 05:00 (hora local), estamos defendiendo nuestras posiciones”. A lo que desde el Gobierno del Primer Ministro Abiy Ahmed, a quien la crisis sorprendió en una visita oficial en Argelia, acusó a los rebeldes de “Hacer caso omiso de las numerosas ofertas de paz hechas por el Gobierno etíope a las fuerzas de Tigray, que rompieron la tregua” e iniciaron las hostilidades con el objetivo de romper lo que denominó el sitio de Tigray.

Así, con los combates del miércoles se termina la tregua que desde finales de marzo se había mantenido de manera estricta, apenas interrumpida por algún choque menor y esporádico. Lo que permitió, desde entonces, un incremento en la llegada de ayuda humanitaria para los habitantes de Tigray, que además carecen de servicios de electricidad, comunicaciones y dado el cierre de los bancos se ha interrumpido todo el flujo comercial.

Los choques del miércoles comenzaron en el extremo sureste de Tigray, fronterizo con las regiones de Amhara al oeste y Afar en el este. Específicamente en los woredas (distritos) de Mehago y Jemedo, según lo informado por la milicia progubernamental Amhara Fano.

Además la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía (FDNE) denunció que el martes 24 derribó un avión Antonov que había violado el espacio aéreo etíope, procedente de Sudán, transportando armamento para los rebeldes. Lo que para los voceros de Tigray se trata de una “mentira descarada”.

Según informes de las áreas involucradas, las fuerzas del TPLF han tomado la ciudad de Kobo en la Región de Amhara, de unos 25.000 habitantes el pasado día 27 habiendo iniciado el ataque desde distintas direcciones logrando infiltrar hombres en la ciudad, donde se desataron importantes enfrentamientos, por lo que el número de bajas civiles podría ser importante. A pesar de que los efectivos del FDNE, según comunicaron, se replegaron para evitar más bajas entre los habitantes de la ciudad. Mientras, muchos de los residentes abandonaron sus propiedades para refugiarse en la ciudad de Woldia, a unos 50 kilómetros de distancia, al tiempo que en la ciudad de Dessie, también en la región de Amhara, cercana al sector de los enfrentamientos, se impuso, al igual que el Woldia, el toque de queda nocturno.

A pesar de que el TPLF, el mismo sábado, confirmó el control total de Kobo y de la aldea de Robit, a mitad de camino entre Kobo y Woldia, informaciones posteriores señalan que el domingo las Fuerzas de Defensa de Etiopía estaban intentando la retoma de la ciudad.

Acuerdos frustrados

La semana pasada, desde Addis Abeba, se afirmó que las autoridades de Tigray se negaron a aceptar las conversaciones de paz, pretendiendo que antes de cualquier negociación era fundamental el restablecimiento de los servicios públicos (electricidad y comunicaciones) cortados desde el inicio del conflicto.

Mientras en una carta del 23 de agosto, un día antes del reinicio de las hostilidades, firmada por Debretsion Gebremichael, el líder político-militar de los separatistas, denunció que tras dos rondas de conversaciones confidenciales con altos funcionarios militares y civiles de Addis-Abeba, lo que confirma que las negociaciones entre ambos bandos sí están o estuvieron en marcha, que “se han intentado imponer condiciones inaceptables en el proceso de paz”, por lo que instó a la comunidad internacional a intervenir rápidamente.

En junio el Gobierno federal formó un comité para negociar con el TPLF y a principios de agosto anunció que pretendía conversaciones sin condiciones previas.

Tras el reinicio de los combates y a partir de un ataque aéreo de la aviación etíope contra un objetivo en la ciudad de Mekelle, donde presuntamente habría militares del TPLF, resultó afectado un centro infantil en el que murieron al menos dos menores y dos adultos, según informaron las autoridades del principal hospital de la capital tigrayana, cuenta a la que hay que agregar nueve heridos.

La repentina escalada podría conducir a Etiopía, el segundo país más habitado del continente con 110 millones de habitantes, a repetir las matanzas que se produjeron a lo largo de todo el año pasado, donde decenas de aldeas y pueblos fueron arrasados por los combates causando un número de muertos nunca revelado y que al parecer a ningún bando interesa contar.

La comunidad internacional, fundamentalmente las Naciones Unidas, más allá de condolerse como una tía afectuosa, tendría que imponer un riguroso alto el fuego controlado el acceso al armamento tanto de Addis Abeba como de Mekelle, pero factores extra continentales como Estados Unidos lo hacen imposible.

Washington, desde hace años está tratando de revertir la presencia China en el continente africano intentando, por ejemplo, perturbar las importantes inversiones de Beijing en el país, como la gigantesca Represa de Renacimiento Etíope, con un valor de más de 5.000 millones de dólares, que no solo le permitirá abastecer de energía eléctrica a su población, sino importarla a países vecinos, y el complejo ferroviario-caminero más moderno de África, que une los más de 750 kilómetros de distancia entre Addis Abeba y los puertos del Mar Rojo en Djibouti, con una inversión de 4.000 millones de dólares, que se convertiría en la ruta del ingreso del 90 por ciento de las importaciones etíopes. A lo que continúan proyectos, ya en marcha, como el de expandir las rutas ferroviarias a unos 5.000 kilómetros en total, lo que la guerra ha detenido en muchos de sus tramos y el reinicio del fuego podría suspenderlo para siempre.

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

Artículo publicado en Rebelión, editado por el equipo de PIA Global