Aunque el año 2021 ya ha quedado atrás, hay muchas cuestiones que persistirán durante un tiempo, o mucho más, y que sin duda dominarán gran parte de las noticias también en 2022. Estos son sólo algunos de los temas.
La política de riesgo de la OTAN y Rusia
Exasperado por la expansión de la OTAN y sus crecientes ambiciones en la región del Mar Negro, Moscú ha decidido desafiar a la alianza occidental liderada por Estados Unidos en una zona de crucial importancia geopolítica para Rusia.
La pretensión de Ucrania de ingresar en la OTAN, especialmente tras el conflicto de Crimea en 2014, resultó ser una línea roja para Rusia. A partir de finales de 2021, Estados Unidos y sus aliados europeos comenzaron a acusar a Rusia de acumular sus fuerzas en la frontera ucraniana, sugiriendo que pronto se produciría una invasión militar directa. Rusia negó tales acusaciones, insistiendo en que puede evitarse una solución militar si se respetan los intereses geopolíticos de Rusia.
Algunos analistas sostienen que Rusia busca «coaccionar a Occidente para que inicie las nuevas conversaciones de Yalta», en referencia a una cumbre entre Estados Unidos, Reino Unido y Rusia al término de la Segunda Guerra Mundial. Si Rusia logra sus objetivos, la OTAN ya no podrá explotar las líneas de falla de Rusia a lo largo de sus fronteras occidentales.
Mientras que los miembros de la OTAN, especialmente EE.UU., quieren enviar un mensaje contundente a Rusia -y a China- de que la derrota en Afganistán no afectará a su prestigio mundial ni empañará su poder, Rusia confía en que tiene suficientes cartas políticas, económicas, militares y estratégicas que le permitirían acabar imponiéndose.
El ascenso sin obstáculos de China
También está en marcha otra pugna global. Durante años, Estados Unidos desató una guerra global abierta para frenar el ascenso de China como potencia económica mundial. Mientras que la «Guerra Comercial» de 2019, instigada por la administración de Donald Trump contra China dio resultados tibios, la capacidad de China para resistir la presión, controlar con precisión matemática la propagación, dentro de China, de la pandemia del Covid-19, y seguir alimentando la economía mundial ha demostrado que Pekín no es una presa fácil.
Un ejemplo de la afirmación anterior es el esperado resurgimiento del gigante tecnológico chino Huawei. La guerra contra Huawei sirvió como microcosmos de la guerra más amplia contra China. El escritor británico Tom Fowdy describió esta guerra como «bloquear las exportaciones a (Huawei), aislarla de los fabricantes de chips globales, obligar a los aliados a prohibir su participación en sus redes 5G, imponerle cargos penales y secuestrar a uno de sus altos ejecutivos».
Sin embargo, esto está fallando, según Fowdy. 2022 es el año en el que se espera que Huawei realice enormes inversiones globales que le permitan superar muchos de estos obstáculos y ser autosuficiente en cuanto a las tecnologías necesarias para alimentar sus operaciones en todo el mundo.
Aparte de Huawei, China planea intensificar su respuesta a las presiones estadounidenses ampliando sus plataformas de fabricación, creando nuevos mercados y fortificando sus alianzas, especialmente con Moscú. Una alianza chino-rusa es especialmente importante para Pekín, ya que ambos países están experimentando un fuerte rechazo por parte de Estados Unidos y Occidente.
Es probable que 2022 sea el año en el que Rusia y China, en palabras del embajador de Pekín en Moscú, Zhang Hanhui, escenifiquen una «respuesta a la hegemonía y la política de poder tan manifiestas (de EE.UU.)», en la que ambos «sigan profundizando en la cooperación estratégica».
El mundo «pende de un hilo»
Sin embargo, existen otros conflictos más allá de la política y la economía. También está la guerra desatada en nuestro planeta por quienes favorecen los beneficios por encima del bienestar de las generaciones futuras. Si bien la COP26 del Pacto Climático de Glasgow comenzó con elevadas promesas en Escocia en noviembre, concluyó con compromisos políticos que apenas están a la altura de que, en palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres, «seguimos llamando a la puerta de la catástrofe climática».
Es cierto que en 2022 muchas tragedias se atribuirán al cambio climático. Sin embargo, también será un año en el que millones de personas de todo el mundo seguirán impulsando una respuesta colectiva y no política a la «catástrofe climática». Mientras el planeta Tierra «pende de un hilo» -según Guterres- los compromisos políticos que favorecen a los ricos se convierten en el obstáculo, no en la solución. Sólo un movimiento global de sociedades civiles bien integradas en todo el mundo puede obligar a los políticos a prestar atención a los deseos del pueblo.
Refugiados, democracia y derechos humanos
Los efectos adversos del cambio climático pueden sentirse de múltiples maneras que van más allá de los daños inmediatos infligidos por las condiciones meteorológicas erráticas. La guerra, las revoluciones, las desigualdades socioeconómicas endémicas, las migraciones masivas y las crisis de refugiados son algunos ejemplos de cómo el cambio climático ha desestabilizado muchas partes del mundo y ha causado dolor y sufrimiento a numerosas comunidades en todo el mundo.
La cuestión de la migración y los refugiados seguirá siendo una amenaza para la estabilidad mundial en 2022, ya que no se han abordado las causas profundas que obligaron a millones de personas a abandonar sus hogares en busca de una vida más segura y mejor. En lugar de abordar las raíces del problema -el cambio climático, las intervenciones militares, la desigualdad, etc. – muy a menudo los desventurados refugiados se ven acusados y demonizados como agentes de inestabilidad en las sociedades occidentales.
Esto, a su vez, ha servido de justificación política y, a veces, moral para el auge de los movimientos políticos de extrema derecha en Europa y otros lugares, que difunden falsedades, defienden el racismo y socavan cualquier apariencia de democracia que exista en sus países.
No debemos permitir que 2022 sea otro año de pesimismo. También puede ser un año de esperanza y promesa. Pero eso sólo es posible si desempeñamos nuestro papel de ciudadanos activos para lograr el ansiado cambio que nos gustaría ver en el mundo.
*Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle.
Fuente: Counter Punch. Traducido por PIA Global.