Según el acuerdo que publicó el ministerio de exteriores del país europeo: “Finlandia y Estados Unidos han negociado un nuevo acuerdo bilateral de cooperación en materia de defensa. La conclusión de las negociaciones es un objetivo incluido en el nuevo Programa de Gobierno de Finlandia. El Parlamento finlandés debe aceptar el acuerdo antes de que pueda ser adoptado. El acuerdo reforzará la seguridad de Finlandia y promoverá el cumplimiento de sus obligaciones como miembro de la OTAN”.
El texto del acuerdo, en su artículo 1 habla del ámbito de aplicación y finalidad. Resalta el hecho de que este acuerdo no solo hable de fuerzas militares regulares sino también de “la presencia y actividades de contratistas estadounidenses en el territorio de Finlandia” (art. 1.1), así como del “almacenamiento de determinado tipo de armamento en el territorio de Finlandia” (art. 1.2).
Pero pongamos más contexto inicial pues ya el pasado 14 de diciembre se anunció la firma de este acuerdo para el 18 del mismo mes. Resultó que en medios occidentales se alarmaron por las declaraciones del presidente ruso en cuanto a la formación de un nuevo distrito militar, “el distrito militar de Leningrado”, que irá acompañado por el despliegue adicional de fuerzas armadas rusas.
¿En Estados Unidos y sus delegaciones europeas qué esperaban que sucedería por el lado ruso ante el anuncio de ese acuerdo militar entre Washington y Helsinki? Es decir, el gigante norteamericano, ávido por ampliar su organización militar, incluye a Finlandia y luego firma un convenio para desplegar tropas estadounidenses en la frontera con Rusia. ¿Qué otra reacción esperaba de Rusia?
Es más, si nos vamos al artículo 2.1, se definen de este modo a las “Fuerzas de Estados Unidos”: Esto “significa la entidad que comprende la fuerza y el componente civil, y todas las propiedades, información oficial de EEUU, equipo y material (incluidos vehículos, buques y aeronaves operados por o para Estados Unidos) de las Fuerzas Armadas de EEUU presentes en el territorio de Finlandia”.
Y en el artículo 2.4 definen a los “contratistas estadounidenses”: Estos serán todas aquellas “entidades o personas físicas [que] estén presentes en el territorio de Finlandia en virtud de un contrato o subcontrato con el Departamento de Defensa de EEUU para suministrar bienes y servicios en relación con las actividades previstas en el presente Acuerdo”.
Pero hay más, pues en el artículo 3 desarrollan el punto de “instalaciones y zonas acordadas”, que son aquellas “utilizadas con el consentimiento de Finlandia por las fuerzas de los EEUU, los contratistas de los EEUU, los contratistas finlandeses, los dependientes y otros, según lo acordado mutuamente” (art. 2.7). En el anexo A, proporcionan una lista de 15 bases militares para diferentes propósitos.
Entonces, ¿cómo reaccionarían en Washington si un país limítrofe firmase un acuerdo similar con Rusia, China o cualquiera de los países que señalen como enemigos? Armamento convencional (de tierra, mar y aire), mercenarios, y “determinado tipo de armamento”. ¿Armamento nuclear? Lo que no pudieron meter por ahora en Ucrania, ¿lo querrán desplegar en Finlandia?
Por supuesto, en Washington juegan a la guerra en casa ajena. Es decir, en la casa de un intermediario (proxy), por lo cual cualquier daño material y humano quedará a miles de kilómetros de su país. ¿Del último ucraniano ahora pasarán hasta el último finlandés?
Artículo publicado originalmente en Noticias Bravas.
Foto de portada: extraída de Noticias Bravas.