Norte América

Estados Unidos: impunidad y mentira

Por Duarte Correa*. –
Si Estados Unidos decide paralizar el envío de armamento, munición y otro material a Israel, el estado sionista en menos de una semana tendrá que poner fin a sus operaciones militares en Gaza; lo sabe Joe Biden, lo sabe Benjamín Netanyahu, y lo sabe el mundo entero; pero esa decisión EE.UU. no la va a tomar.

Después de casi 30.000 personas asesinadas en Gaza, la mitad niños y niñas, y un número de personas heridas que supera los 60.000, Israel no va a parar por iniciativa propia. Y mientras prosigue con la matanza, los EE.UU. y la Unión Europea mantienen el discurso del primer día, calificando de víctima a quien viene actuando como verdugo desde su creación en 1948, y ejerce como punta de lanza de los intereses imperialistas en la región.

En el mes de octubre muchos pensaban que el problema iba a estar exclusivamente en los 365 km² de la franja de Gaza, con actuaciones puntuales del ejército israelí en Cisjordania y el Líbano, y una duración de pocas semanas o como mucho un par de meses. Pero cualquiera que tenga algo de idea de lo que se mueve en la región, sabe que Israel es por sí mismo un agente de inestabilidad, y que en los últimos años posiciones y alianzas que se consideraban inamovibles mudaron.

La crisis del mar Rojo

La situación en el mar Rojo es consecuencia directa de la masacre en Gaza; lo dejó claro la milicia hutí al anunciar que sus ataques eran respuesta a la actuación israelí, y se dirigirían únicamente contra intereses de Israel y de quien lo apoyara.

La ruta del mar Rojo es estratégica para el comercio marítimo internacional, por ella circulan el 30% del tráfico de contenedores y el 12% del comercio mundial, y en uno de los extremos está el canal de Suez. El gran impacto de la actual situación lo comprobamos con el dato de que en el pasado mes de diciembre se redujo en un 60% el número de contenedores que circularon por ella, en comparación con el mes anterior. 

Además, la sensación de peligro ha encarecido fuertemente el transporte, obligando a las consignatarias a escoger entre pagar unas primas de seguro que se han triplicado caso de mantener la navegación por esa ruta, o bordear la costa del continente africano, asumiendo un aumento de entre 12 y 15 días en los plazos de entrega de la mercancía, y el aumento de costes de navegación.

Las grandes empresas del sector logístico calculan que caso de mantenerse en el tiempo a actual situación, podría romperse la cadena de abastecimiento de componentes y materias primas, con unas consecuencias para la economía occidental que multiplicarían por cinco la situación derivada del cierre del canal de Suez en marzo de 2021, por el embarrancamiento durante seis días del Ever Given.

La respuesta occidental

El bombardeo de territorio yemení por parte de Estados Unidos y Reino Unido, y la operación que está organizando la Unión Europea, de haber sido obra de otros, se presentarían delante de la opinión pública como acciones de guerra condenables por ser contrarias al famoso orden internacional basado en reglas. Pero la hipocresía occidental traslada el discurso de que las suyas son operaciones quirúrgicas, urgentes y necesarias contra terroristas, con el único y loable objetivo de que vuelva la tranquilidad a la zona, para garantizar la libertad del comercio marítimo internacional por una ruta estratégica.

Prueba de que estamos ante de una nueva acción imperialista cometida por quienes se consideran amos del planeta y con potestad para atacar a quien quieran, en función exclusivamente de sus propios intereses, es el hecho de que unos ataques, que se nos presentaron como urgentes y necesarios, no contaron con apoyos importantes en la región. Países como Arabia Saudí o Egipto, pese a las presiones que recibieron para implicarse no lo hicieron, y denunciaron que la crisis tiene su origen en lo que ocurre en Gaza.

La pacificación relativa del Yemen, tras una cruenta guerra civil con 400.000 muertes, permitió el restablecimiento de relaciones entre Irán y Arabia Saudí, que apoyaban a las facciones yemeníes en lucha. En una zona en la que un mínimo movimiento puede tener consecuencias, la actual crisis puede hacer saltar por los aires a frágil paz a la que se ha llegado gracias a la labor paciente de China, y volver a enfrentar las dos potencias regionales que son enemigas tradicionales.

Los hutíes han manifestado repetidas veces que pondrán fin a los ataques si Israel hace lo mismo con las operaciones en Gaza; entonces ¿por qué las potencias occidentales defienden los bombardeos sobre territorio yemení en vez de cortar el abastecimiento de armas y material a Israel?

¿Será que hay interés de Estados Unidos por mantener la inestabilidad en la región, y trabar así el aumento de la influencia de su principal competidor, China?

Duarte Correa*. Profesor de historia y analista internacional.

Este artículo fue publicado originalmente en Galicia, en  nosdiario.gal/

Foto de portada: AP

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