PIA Global- César, danos una breve explicación de lo que es el crecimiento económico y si es positivo para la economía
CV: Es el aumento de la producción nacional de bienes y servicios en un período, digamos de un año, con respecto al anterior. O sea, crecer es producir más.
Es positivo si se da en el marco de una redistribución del ingreso en favor de los sectores de menos recursos, si le proporciona más recursos al Estado y si éste los invierte en favor de las mayorías, para mejorar la salud, la educación, el medio ambiente y otras áreas sociales, para modernizar la estructura productiva, desarrollar la ciencia, entre otras cosas.
Es positivo si se produce principalmente bienes y servicios básicos, materias primas y bienes de capital que aseguren la producción futura, si no se trata de crear más químicos y otros productos que dañan la vida. Porque una economía también puede crecer produciendo armas y ataúdes.
Es positivo si se da en un marco de protección y conservación del medio ambiente, si ayuda a elevar el conocimiento y la productividad. En fin, es bueno si conduce a mejorar las condiciones de vida de la población y a reducir o eliminar la desigualdad, sin generar daños ambientales que pongan en riesgo la vida.
PG – ¿Cómo valoras el crecimiento del 9% del que habla el Gobierno en este año?
CV: No creo en un crecimiento tan elevado, pero es normal que la tasa sea positiva, porque la producción de un año se mide con respecto al año anterior. Si en 2020 cayó -7.9%, porque el 80% del aparato productivo estuvo cerrado durante varios meses, es lógico que en 2021, cuando las empresas están funcionando con cierta normalidad, produzcan más que el año pasado. Eso es elemental. En casi todos los países del mundo la economía está creciendo, porque se compara su desempeño con el del año 2020, que fue terriblemente malo.
Por ejemplo, si una empresa bajó su producción de 10 millones de dólares en 2019 a 9 millones en 2020 (-10%), porque estuvo parcialmente cerrada, y en 2021 produce por 9.8 millones, tiene un crecimiento de 8.9%. Se ve alto pero es normal, porque en 2020 estuvo parcialmente cerrada y en 2021 no.
En ese ejemplo que puse, si la comparación fuera con el 2019, previo a la crisis, la empresa no recuperaría la producción que tenía en ese año. Algo parecido pasa con la economía nacional. Pero el Gobierno presenta un crecimiento de 9% para decir que volvimos al nivel de 2019. Otros análisis muestran una cifra menor.
PG – ¿Y qué le dice a la mayoría de la gente eso del crecimiento económico?
CV: Nada, pues muchísima gente no tiene empleo y el 90% de la población siente que sus ingresos empeoran, sobre todo este año, cuando los bienes y servicios básicos se han encarecido mucho. Si no fuera por las remesas, que crecieron en 1,302 millones hasta septiembre, el consumo se hubiera desplomado y todo estuviera peor.
PG – En condiciones normales, ¿cuál es el crecimiento potencial de la economía salvadoreña?
CV: Es 2.2%, tomando en cuenta la utilización de los recursos y la tecnología, la no generación de desequilibrios y otras variables. Si crece más de 2.2%, hay un ciclo expansivo y si aumenta menos hay un ciclo recesivo.
PG -¿Qué hace el Gobierno para estimular el crecimiento económico?
CV: Nada. El Gobierno ni siquiera tiene política de demanda, que estimule la inversión y el empleo. La política consiste en aumentar la deuda pública, que pasó de 19,808 millones de dólares en diciembre de 2019 (73% del PIB) a 23,472 millones en agosto de 2021 (90% del PIB); recortar programas sociales (15 de los programas heredados); ahogar financieramente las alcaldía; aumentar los gastos militares y de propaganda y pagar cada año más deuda. Basta revisar los presupuestos de 2020 y 2021.
El proyecto de presupuesto de 2022 repite lo mismo. Requiere financiamiento de deuda por 1,209 millones; le quita 45 millones al primer nivel de atención en salud, 16 millones a la UES y cientos de millones a las alcaldías; y aumenta en 37 millones el gasto militar, en 107 millones (221%) el presupuesto de la Presidencia (con mucha propaganda y nula transparencia) y en 269 millones el pago de la deuda. Con esa estructura presupuestaria no hay nada bueno que esperar en 2022.
PG – ¿Y no podría aumentar la inversión extranjera ahora que el bitcoin es moneda de curso legal?
CV: Las empresas extranjeras no invierten en un país por el sistema cambiario que tenga. Cuando el tercer gobierno de ARENA impuso la dolarización, prometió que vendría mucha inversión extranjera. Y resulta que desde 2006, El Salvador pasó a ocupar el último lugar en inversión extranjera de Centroamérica, por debajo de Nicaragua, que ocupaba ese lugar.
Costa Rica, que tiene moneda nacional, recibe cuatro veces más inversión extranjera que El Salvador. En un año normal, digamos 2019, El Salvador recibió 636 millones de inversión extranjera directa y Costa Rica 2,719. Incluso Honduras, que también tiene moneda nacional y cuyo PIB es menor al de El Salvador, recibió ese año 947 millones.
La inversión extranjera se dirige a un país donde crecen el medio circulante y la demanda interna en un marco de estabilidad monetaria y de precios, donde hay buena infraestructura, buena productividad, seguridad jurídica, entre otras cosas.
El Salvador, aunque ha tenido estabilidad financiera y de precios y mejoró su infraestructura y productividad, al perder prácticamente la política monetaria duplica su circulante en 16 años y Costa Rica en 9. Y para colmo, hoy no hay seguridad jurídica ni política, pues el Gobierno viola el marco constitucional, no es transparente, tiene una crisis fiscal y una deuda alarmante y aumentó el riesgo país.
El bitcoin es un fracaso. No hay precios, ni salarios, ni pensiones, ni ahorros en bitcoin. Ese activo virtual solo sirve para comprar y en una escala muy reducida. El Gobierno ha gastado millones de dólares para comprarlo y dárselo a 3 millones de personas, que según el presidente son usuarias, cuando lo que hizo la gente fue bajar la aplicación electrónica, gastar el dinero y olvidarse del asunto.
La economía sigue dolarizada y el bitcoin no representa ni el 5% del circulante. Los lavadores de dólares y los especuladores hacen de las suyas con ese criptoactivo, pero el pueblo sigue usando el dólar, que es la moneda segura. Si alguna inversión extranjera podría atraer el bitcoin sería de gente que quiera legalizar dinero mal habido. Y eso no mejora la economía.
Si el bitcoin se expande disminuirá la cantidad de dólares, lo cual tendría un impacto negativo en la economía, pues habría menos importaciones de medios de producción y bienes de consumo, caerían la producción y el desempleo, los ingresos de la población y del Estado estarían inseguros, por la volatilidad con respecto al dólar, y se dificultaría el pago de la deuda externa.
En el país hay un desorden y una inseguridad sobre el futuro inmediato. El Gobierno es caótico y más de 20 sectores (mujeres, jóvenes, veteranas y veteranos de guerra, ganaderos, agricultores, jueces, entre otros) lo repudian en las calles. Crece la militarización y se deteriora la vida de la población, a la que nada le dice el crecimiento económico.
PG – Gracias por la comunicación
CV – A ustedes
Notas:
*Economista dominicano-salvadoreño con 35 años de experiencia en labores de investigación económica y social y docencia universitaria. Es autor de los libros Disputas en el CAFTA, Declive de la Hegemonía de Estados Unidos, Historia Social y Económica de la República Dominicana y La Dictadura de Trujillo. Ha elaborado para la Asociación Equipo Maíz 18 libros de educación popular sobre temas económicos y sociales. Ha impartido cientos de conferencias y publicado alrededor de mil artículos en revistas y periódicos de diversos países.