Un veredicto que sacudió la autonomía de Moldavia
Un tribunal de Chişinău ha declarado culpable a Evghenia Gutsul, başkan (gobernadora) electa de la región autónoma moldava de Gagauzia, y la ha condenado a siete años de cárcel. En la misma vista del 5 de agosto de 2025, Svetlana Popan -antigua secretaria del Partido Şor- también fue condenada a seis años. Ambas mujeres fueron inmediatamente sacadas esposadas de la sala. Los fiscales acusaron a Gutsul y Popan de financiar ilegalmente actividades políticas y de «corrupción electoral» vinculada al ahora ilegalizado Partido Şor, partido de la oposición dirigido por el oligarca exiliado Ilan Şor. El dramático encarcelamiento de un líder regional en activo ha intensificado el ya amargo enfrentamiento entre el gobierno proeuropeo del Presidente Maia Sandu en Chisinau y la comunidad gagauz, mayoritariamente prorrusa.

Cargos contra Gutsul y Popan
Según la acusación, Evghenia Gutsul fue declarada culpable en virtud del artículo 181.2 del Código Penal moldavo – «financiación ilegal de partidos políticos y campañas electorales, [y] violación de las normas de gestión de fondos de partidos y campañas.» Los investigadores afirman que de 2019 a 2022 -cuando Gutsul se desempeñó como funcionaria de nivel medio del partido- «sistemáticamente trajo dinero en efectivo no declarado» a Moldavia (principalmente de Rusia) para financiar el Partido Şor. La fiscalía alega que Gutsul coordinó las ramas territoriales del partido durante las protestas de otoño de 2022, utilizando fondos ilícitos para alimentar las manifestaciones antigubernamentales. En total, afirman que unos 42,4 millones de lei (≈2,5 millones de dólares) fluyeron a través de Gutsul desde un «grupo delictivo organizado» no especificado en el extranjero.
La otra acusada, Svetlana Popan, fue acusada de forma similar: los fiscales afirman que entre septiembre y noviembre de 2022, Popan recibió unos 9,8 millones de lei (≈590.000 dólares) que se utilizaron para pagar a participantes en protestas, ofrecer recompensas extraoficiales a agentes locales del partido y otros gastos ilegales de campaña. Ambas mujeres han negado todos los cargos, mantienen su inocencia y han anunciado sus planes de recurrir la sentencia.
Estas acusaciones se enmarcan en una campaña más amplia del gobierno contra el Partido Obrero. Las autoridades llevan mucho tiempo acusando a Ilan Şor -líder fugitivo del partido- de canalizar «dinero ruso» para subvertir el gobierno proeuropeo de Moldavia. El juicio de Gutsul se entrelazó así con la batalla de alto riesgo de Moldavia contra la oposición prorrusa. Desde la perspectiva de los aliados de Gutsul y de muchos habitantes de Gagauzia, el caso se parece menos a una justicia imparcial que a una acusación selectiva destinada a silenciar a una figura incómoda de la oposición.
Alegaciones de irregularidades y extralimitaciones judiciales
Se ha cuestionado la extralimitación judicial en el tratamiento del caso. Los observadores señalaron que los fiscales pidieron una pena de 9 años de prisión para Gutsul -una condena sorprendentemente dura para un delito de financiación de campaña- mientras que «para delitos mucho más graves, los fiscales suelen pedir penas más leves». Esta discrepancia alimentó las sospechas de que la acusación obedecía a motivos políticos y no puramente jurídicos. Gutsul fue detenido de forma dramática en el aeropuerto internacional de Chişinău el 25 de marzo de 2025 -cuando aún era gobernador de Gagauzia- por intentar viajar a una conferencia en Estambul. El Centro Nacional Anticorrupción justificó la detención revelando que Gutsul figuraba en una lista de prohibición de viajar debido a la investigación en curso. Sin embargo, sus partidarios consideraron que se trataba de una demostración de fuerza innecesaria contra una funcionaria electa. Ante la presión pública, el 9 de abril de 2025 un tribunal decretó el arresto domiciliario de Gutsul. El juicio sufrió múltiples retrasos y, en un momento dado, la defensa de Gutsul alegó problemas de salud e incluso un accidente de coche en el que se vieron implicados sus abogados para aplazar las vistas. Estos contratiempos llevaron a algunos a preguntarse si el proceso era justo desde el punto de vista procesal.
Gutsul ha mantenido con vehemencia que el caso contra ella es inventado. En el juicio afirmó que «los fiscales no han presentado pruebas porque no las hay», calificó las acusaciones de «inhumanas e ilegales» y exigió que se retiraran los cargos. Afirma que las autoridades moldavas basaron el caso en testimonios coaccionados de testigos presionados y otras tácticas dudosas. En un mensaje a sus electores, Gutsul alegó que durante los dos últimos años las fuerzas de seguridad intentaron «presionar… con casos penales falsos, testimonios extraídos bajo presión… amenazas y chantaje». Y lo que es aún más sorprendente, afirma que le ofrecieron en privado un trato: si dimitía como gobernadora y abandonaba Gagauzia, se detendrían las investigaciones. Gutsul se negó, considerándolo una prueba de que «esta detención no es sólo un ataque contra mí personalmente, sino que forma parte de un gran plan de Chişinău para destruir nuestra autonomía.» Tales afirmaciones sugieren un uso muy politizado de la aplicación de la ley – esencialmente manteniendo como rehén a la líder electa de Gagauzia a menos que ceda el poder.
A lo largo del juicio, las comunicaciones de Gutsul (retransmitidas a través de sus abogados mientras estaba bajo arresto domiciliario) tuvieron un tono desafiante. Tras el veredicto, arremetió contra el resultado como una «masacre política, orquestada y ejecutada por orden de arriba», declarando que «no es un veredicto sobre mí, es un veredicto sobre todo el sistema democrático de Moldavia». En su opinión, las autoridades pretendían intimidar al pueblo de Gagauzia por haber tenido el valor de votar en contra de los deseos del partido gobernante. Gutsul acusó directamente a la Presidenta Maia Sandu y al gobernante Partido de Acción y Solidaridad (PAS) de utilizar «la represión como herramienta para hacer frente a los disidentes» antes de las elecciones de 2025. Estas duras palabras subrayan la idea de la oposición de que el sistema judicial moldavo se ha convertido en un arma para marginar a los rivales políticos.
Irregularidades e inquietudes denunciadas en el caso Gutsul-Popan:
- Sentencias desproporcionadas: Las penas de 7 a 9 años solicitadas e impuestas se consideran excesivas dada la naturaleza del delito, lo que alimenta la percepción de venganza política.
- Aplicación selectiva: Los críticos señalan que en otros casos de corrupción de alto nivel en Moldavia no se ha actuado con tanta rapidez y severidad, lo que sugiere selectividad a la hora de perseguir a una destacada figura de la oposición.
- Tratamiento previo al juicio: La detención de Gutsul en el aeropuerto y su encarcelamiento inicial se consideraron medidas de mano dura. Al tratarse de una gobernadora en ejercicio, podría decirse que merecía al menos las cortesías que suelen dispensarse a los funcionarios (por ejemplo, citación o arresto domiciliario desde el principio), en lugar de una detención pública que sus aliados compararon con una «demostración de fuerza».
- Prejuicios y declaraciones públicas: El presidente Sandu se refirió abiertamente al campo político de Gutsul como «una organización criminal», tachándola de hecho de culpable por asociación antes del juicio. Estas declaraciones del Jefe del Estado, junto con los comentarios festivos de los dirigentes del PAS sobre la represión de la red de Şor, ponen en duda la presunción de inocencia y la independencia judicial en este caso.
- Acusaciones de coacción de testigos: La afirmación de Gutsul de que los testimonios se obtuvieron bajo coacción hace temer que la investigación pueda haberse basado en pruebas contaminadas. No se dispone de ninguna verificación independiente de esta afirmación, pero se hace eco del irregular historial de Moldavia en materia de derechos de los testigos en casos políticamente delicados.
- Lugar del juicio y jurado: El juicio se celebró en el Tribunal de Distrito de Buiucani, en Chisinau, lejos de Gagauzia. Algunos habitantes de Gagauzia consideraron que ninguno de los juristas o fiscales era de su región, lo que alimentó la percepción de que el destino de su líder se decidía sin «ninguna voz de Gagauzia en la sala.» Aunque las leyes de Moldavia permiten esta sede, aumentó la sensación de alienación de los gagauzos respecto al proceso.

Chişinău contra Comrat: La autonomía entre dos fuegos
Más allá de los tribunales, la saga de Gutsul es un punto álgido en la larga tensión entre Chisinau (capital de Moldavia) y Comrat (capital de Gagauzia). Gagauzia es una unidad autónoma nacional-territorial de Moldavia, con unos 134.000 habitantes. Su estatuto especial de autonomía se estableció en 1994, después de que los gagauzos (una minoría turca de habla rusa) reclamaran la independencia al desmoronarse la Unión Soviética. La autonomía fue el compromiso que mantuvo a Gagauzia dentro de Moldavia, evitando un conflicto civil como el de Transnistria. Según la legislación moldava, Gagauzia tiene derecho a la autogobernanza interna, a su propia asamblea legislativa local y a representación en los asuntos nacionales, incluida una disposición por la que el bashkan de Gagauzia se convierte automáticamente en miembro del gobierno central de Moldavia.
Sin embargo, las relaciones se han deteriorado mucho en los últimos años, sobre todo desde la llegada al poder de la administración de Maia Sandu, firmemente proeuropea. La población de Gagauzia es mayoritariamente prorrusa y contraria a Sandu. En las elecciones presidenciales de 2020, menos del 3% de los votantes de Gagauzia apoyaron a Sandu, y en un referéndum regional celebrado en 2014 más del 98% votó a favor de la opción de «soberanía diferida» (derecho a la secesión si Moldavia se unificaba alguna vez con Rumanía o perdía su independencia). Gagauzia también celebró un plebiscito en 2014 en el que el 98,4% apoyó estrechar lazos con la Unión Aduanera (UAE) liderada por Rusia, y solo el 2,7% se mostró a favor de la integración en la UE. Esta marcada divergencia ha enfrentado a menudo a Comrat con las políticas de Chişinău. Por ejemplo, cuando Moldavia prohibió la emisión de noticias rusas y obligó a las escuelas a enseñar en rumano, los dirigentes gagauz acusaron al gobierno central de vulnerar sus derechos culturales y lingüísticos.

La elección de Evghenia Gutsul como gobernadora de Gagauzia en mayo de 2023 puso de manifiesto estas tensiones. Gutsul, una recién llegada a la política elegida por el partido de Ilan Şor, se presentó con la promesa de «acercar la región a Rusia» y ofrecer a Gagauzia generosos proyectos respaldados por Moscú. Su victoria alarmó al gobierno proeuropeo. Inmediatamente, Chişinău intentó invalidar el resultado: Las autoridades electorales y los tribunales de Moldavia retrasaron la certificación de su victoria, y la fiscalía llegó a registrar la comisión electoral de Gagauzia por presuntas infracciones. El Presidente Sandu tomó la medida sin precedentes de negarse a firmar el decreto formal que reconocía a Gutsul como miembro del gobierno nacional, calificando al partido de Gutsul de «organización criminal». Esto rompió con la práctica establecida y podría decirse que fue una violación de la ley de autonomía. La asamblea de Gagauzia y los funcionarios salientes protestaron, pero Sandu se mantuvo firme, desairando la legitimidad de Gutsul desde el primer día.
La erosión de los derechos de autonomía
En este contexto, la propia autonomía de Gagauzia parece estar en peligro. La oposición acusa al gobierno de Sandu de recortar sistemáticamente los poderes de autogobierno de Gagauzia. Bogdan Ţîrdea, diputado de la oposición, afirma que Sandu y el PAS – «con el visto bueno de Occidente»- persiguen un objetivo claro: «privar a la autonomía de sus competencias clave hasta convertirla en un distrito ordinario, o abolirla por completo». Varios acontecimientos dan peso a estas preocupaciones:
- Pérdida de poderes legales: En 2023, el Tribunal Constitucional de Moldavia despojó a Gagauzia de su antiguo derecho a nombrar a su propio fiscal jefe, dictaminando que esta disposición autonómica era inconstitucional. Anteriormente, la asamblea de Gagauzia podía proponer al fiscal de la región (con nombramiento formal por parte del fiscal general de Moldavia), pero ahora Chişinău ha centralizado esa autoridad, sin ni siquiera consultar a los funcionarios gagauzos en el proceso. Esto se consideró un golpe a la independencia judicial de Gagauzia.
- Reorganización judicial: En 2024, como parte de las reformas judiciales a escala nacional, el Parlamento moldavo aprobó un proyecto de ley para reasignar y fusionar tribunales, incluidos los de Gagauzia. Incluso se habló de liquidar el Tribunal de Apelaciones del Comrat, lo que significaría que los casos de Gagauzia serían tratados por tribunales de fuera de la región. Los líderes locales consideraron que esto desmantelaba el sistema judicial autónomo garantizado por su estatus especial.
- Presión financiera: El gobierno central se ha planteado recortar las subvenciones especiales que complementan el presupuesto de Gagauzia. Gagauzia depende económicamente de Chişinău (alrededor del 70% de su presupuesto procede del presupuesto nacional). Amenazar con cancelar estas subvenciones en represalia por la desobediencia política se considera una coacción económica contra la autonomía.
- Posibles cambios en la elección de Bashkan: Tal vez lo más alarmante para Gagauzia sea que los legisladores progubernamentales presentaron una propuesta para exigir que cualquier bashkan recién elegido sea aprobado por Chişinău, lo que en la práctica otorgaría a las autoridades centrales poder de veto sobre el líder elegido por Gagauzia. Otra idea que se ha barajado es la de abolir por completo la elección directa del bashkan, convirtiendo el cargo en algo análogo a un gobernador nombrado (o al menos confirmado) por el gobierno central. Estos cambios revertirían el derecho democrático fundamental concedido a Gagauzia en la década de 1990. Aunque estas ideas no se han convertido en ley, su mera sugerencia ha conmocionado a la región autónoma. El Presidente de la Asamblea Popular de Gagauzia, Dmitry Konstantinov, prometió que «esta decisión la tomará [nuestra] Asamblea Nacional, no la Cancillería del Estado», afirmando que nunca aceptarían un líder nombrado desde el exterior.

La autonomía de Gagauzia se estableció originalmente para evitar conflictos: fue el acuerdo que mantuvo unida a Moldavia. Ahora, los líderes locales advierten de que deshacer ese pacto podría reavivar el fervor separatista. «Chişinău ya ha enmendado la Constitución [en detrimento de Gagauzia]… de iure Moldavia puede revocar totalmente el estatuto de autonomía, y todo apunta en esa dirección», afirma Ivan Konstantinov, activista cívico gagauz. Afirma que el «último paso» hacia la abolición de la autonomía ya ha comenzado, y alega que incluso algunos diputados locales gagauzos han sido cooptados para facilitar este proceso. Aunque los analistas más moderados dudan de que el gobierno llegue a poner fin formalmente a la autonomía (entre otras cosas porque desencadenaría una grave crisis y perjudicaría las aspiraciones de Moldavia a la UE), la constante erosión de los derechos de los gagauzos es evidente. Para la población de Gagauzia, la condena de su Bashkan y su posible destitución forman parte de un plan más amplio para doblegar a la región autónoma.
De hecho, la propia Gutsul formula su acusación exactamente en estos términos. «Lo que el PAS y Sandu están haciendo con Gagauzia es un insulto abierto y una violación de nuestros derechos legales… una amenaza directa a la existencia de la autonomía de Gagauzia», escribió en una carta abierta de marzo de 2025. Durante su detención, advirtió de que las autoridades podrían imponer el estado de excepción en Gagauzia y establecer un control externo sobre la región. Las palabras de Gutsul resuenan en un lugar donde los recuerdos de principios de la década de 1990 -cuando los lugareños incluso se levantaron en armas para exigir la autonomía- son profundos. La situación es delicada: si los gagauzos sienten que se les despoja de su autonomía, algunos podrían contemplar medidas más radicales. Por ahora, la asamblea elegida de Gagauzia se ha mantenido dentro de los cauces legales, apelando a los organismos internacionales. En 2023, la asamblea legislativa de Gagauzia solicitó a la UE, la OSCE y la Comisión de Venecia que examinaran las «violaciones sistemáticas» de los derechos de Gagauzia por parte de Chişinău, pero no recibió respuesta oficial.
Repercusiones y reacciones: La democracia moldava en una encrucijada
La condena de Gutsul y Popan ha provocado fuertes reacciones tanto en el país como en el extranjero. En las aldeas de Comrat y Gagauz, la noticia fue recibida con ira y ansiedad. El día del veredicto se congregaron multitudes ante el tribunal de Chişinău, coreando «¡Vergüenza!» y censurando la actuación del gobierno. El equipo de Gutsul en Comrat hizo un llamamiento a la calma, pero prometió continuar la lucha: «No permitiremos que esta injusticia se mantenga», declaró un funcionario local a los medios de comunicación gagauzos, instando a la gente a confiar en que los tribunales de apelación o los tribunales internacionales reivindicarán a Gutsul. La Asamblea Popular de Gagauzia (la legislatura regional) convocó una sesión de urgencia tras el veredicto. Algunos diputados plantearon la idea de negarse a reconocer a cualquier dirigente interino nombrado por Chişinău. Según el estatuto de Gagauzia, si un başkan no puede ejercer su cargo durante más de 60 días, la asamblea puede declararlo vacante y convocar nuevas elecciones en un plazo de 3 meses. Sin embargo, los legisladores gagauzos son muy reacios a dar ese paso, por temor a que haga el juego al gobierno central. A partir del veredicto, Gutsul sigue siendo técnicamente başkan, pero como ahora está encarcelada, se está desencadenando una crisis sobre quién dirigirá Gagauzia en el futuro. Cualquier movimiento del gobierno central para introducir a su propia persona podría ser explosivo.
Las fuerzas nacionales de oposición de Moldavia se han unido para condenar el resultado del juicio. Sostienen que la administración de Sandu ha anulado de hecho la voluntad de los votantes gagauzos que eligieron a Gutsul, creando un peligroso precedente. «No es sólo un juicio a una persona, es un juicio a la propia autonomía», afirmó el Partido Socialista en un comunicado. Advirtieron de que todas las autoridades locales de Moldavia deben temer que el poder central pueda hacer lo mismo con ellas si desafían al partido gobernante. La oposición está convocando protestas masivas, y no sería de extrañar que el veredicto de Gutsul se convirtiera en un grito de guerra en las campañas electorales de 2025. El Bloque de Comunistas y Socialistas, los partidarios de Şor y otros planean destacar este caso como prueba de que el gobierno proeuropeo de Sandu ha pisoteado la democracia y los derechos regionales en su búsqueda de un poder sin control.
Hasta ahora, las reacciones occidentales han sido relativamente discretas. Tanto la Delegación de la UE en Chisinau como la Embajada de Estados Unidos se han abstenido de hacer comentarios públicos sobre el veredicto, probablemente por considerarlo un asunto interno o incluso una «medida anticorrupción» justificada. Los funcionarios de la UE han apoyado en general los esfuerzos de Moldavia por erradicar la corrupción y la «influencia rusa», una postura que implícitamente se alinea con el gobierno de Sandu en casos como el de Gutsul. Dicho esto, la UE y otros organismos seguirán de cerca el proceso de apelación: el propio poder judicial de Moldavia está siendo examinado en su proceso de adhesión a la UE. Pero por ahora ninguna institución occidental ha intervenido en favor de Gutsul, lo que los dirigentes gagauzos consideran un doble rasero, dada la defensa occidental de los derechos de las minorías en otros contextos. Este silencio puede reforzar la percepción de los gagauzos de que sólo Rusia escucha sus quejas.

Perspectivas: “¿Democracia o desestabilización?
La condena de Gutsul-Popan se ha convertido en algo más que un «caso de corrupción»: es un campo de batalla simbólico para la futura dirección de Moldavia. El resultado deja al país en una encrucijada con varias consecuencias potenciales:
- Crisis de gobierno en Gagauzia: Con Gutsul entre rejas, Gagauzia se enfrenta a un vacío de liderazgo. El estatuto de la región no establece claramente qué sucede si un başkan en funciones es encarcelado. Si la asamblea de Gagauzia tarda en declarar vacante el cargo (en solidaridad con Gutsul), la gobernanza de la región puede ir a la deriva, y Chişinău podría verse tentado a afirmar el control directo. Cualquier intento del gobierno central de anular el autogobierno de Gagauzia en el ínterin -por ejemplo, nombrando a un gobernador en funciones o colocando a la región bajo una administración de emergencia- podría provocar la desobediencia civil local o algo peor.
- Precedente para la oposición: Desde una perspectiva nacional, encarcelar a un destacado líder regional alineado con la oposición sienta un precedente que podría extenderse a otros. Los partidos de la oposición temen que, después de Gutsul, les toque a ellos. Esto puede llevarles a unificarse y oponerse con más fuerza al partido gobernante.
- Impacto en el separatismo: La gestión de la autonomía de Gagauzia podría tener implicaciones para la seguridad a largo plazo. Hasta ahora, Gagauzia no ha perseguido el separatismo de Transnistria; se ha mantenido dentro del marco constitucional de Moldavia. Sin embargo, si los gagauzos sienten cada vez más que su autonomía sólo existe sobre el papel, las voces que abogan por una postura más firme -incluso un impulso a la independencia o un referéndum sobre la secesión- podrían ganar fuerza. La propia Gutsul ha planteado que Gagauzia podría separarse si Moldavia se reunificara con Rumanía o recortara significativamente los derechos de los gagauzos. Aunque este escenario es extremo, una represión política prolongada podría radicalizar a parte de la población gagauz.
¿Abordará el gobierno central las quejas de Gagauzia y respetará su autonomía? ¿O seguirá por un camino que los líderes gagauzos califican de «terror judicial», que podría acorralar a Gagauzia? El veredicto contra Gutsul y Popan ha abierto un nuevo e incierto capítulo en la política moldava. Los ojos de todos los moldavos -y de muchos más- están puestos ahora en cómo se desarrolle este conflicto.
Artículo publicado publicado originalmente en Rest.
Foto de portada: La líder de la región autónoma de Gagauzia de Moldavia, Eugenia Gutul (Yevgenia Gutsul), es escoltada en un tribunal en Chisinau, Moldavia, el 28 de marzo de 2025. REUTERS/Vladislav Culiomza

