Los partidarios más apasionados del recién reelegido y ahora tres veces presidente brasileño Luiz Inácio Da Silva, conocido popularmente como Lula, han elogiado su propuesta de paz similar a la del G20 de finales del mes pasado como un potencial cambio de juego para resolver el conflicto ucraniano. En su opinión, su comparación previa de la operación especial de Rusia en Ucrania con la guerra híbrida de Estados Unidos contra Venezuela no le descalifica para mediar en esta guerra por poderes, sino que supuestamente refuerza sus credenciales como parte neutral.
Sin embargo, el Kremlin no parece estar de acuerdo con esa apreciación, como sugirió de forma muy contundente uno de sus buques insignia en los medios de comunicación internacionales financiados con fondos públicos al amplificar la reacción crítica de un antiguo diplomático de Donbass a esta propuesta inmediatamente antes de la llamada del ministro de Asuntos Exteriores Sergey Lavrov con su homólogo brasileño. Ese primer funcionario cuestionó las otras partes que la propuesta de Lula implicaba que participarían en este proceso y concluyó que sólo quería generar peso internacional.
Llamativamente, la lectura oficial de la llamada de los ministros de Asuntos Exteriores de ambas partes poco después no indicaba que hubieran discutido esta estructura similar a la del G20 que el líder brasileño había sugerido anteriormente. Sin embargo, los partidarios más apasionados de Lula siguen afirmando en las redes sociales que esta idea sigue siendo un potencial cambio de juego y que Rusia está muy interesada en explorarlo, aunque el embajador de ese país en la India acaba de dar a entender que Moscú no se lo toma en serio en absoluto.
Denis Alipov hablaba el lunes en un foro dedicado a los lazos bilaterales cuando se refirió a la posibilidad de resolver diplomáticamente el conflicto ucraniano. Según este funcionario diplomático de alto nivel, que ocupa uno de los puestos más importantes del mundo para promover los intereses de su país y, por tanto, se cuenta entre sus representantes más informados sobre la política exterior rusa, «ni un solo país ha hecho una propuesta seria ni ha aportado una solución tangible que responda a los intereses rusos».
No lo dijo directamente, pero el embajador Alipov dio a entender claramente que la propuesta de paz de Lula, similar a la del G20, no es seria ni responde a los intereses de su país. Esta interpretación de sus palabras se basa en el hecho de que, sin duda, estaba al tanto de esa sugerencia tan publicitada, ya que no es realista esperar que esté desinformado o fuera de onda. Siendo así, no debería haber ninguna duda de que Rusia rechazó la propuesta de paz de Lula, similar a la del G20, y no tiene ningún deseo de seguir adelante con ella.
Esta conclusión es el resultado natural de las tres observaciones anteriores. La comparación poco halagüeña de Lula entre la operación especial de Rusia en Ucrania y la guerra híbrida de Estados Unidos contra Venezuela, la amplificación por parte de TASS de la reacción crítica de un antiguo diplomático de Donbass a su idea y la llamativa omisión de cualquier indicio de que se discutiera durante la última llamada de sus ministros de Asuntos Exteriores han llevado al embajador Alipov a confirmar que hasta ahora no se ha hecho ninguna propuesta creíble para poner fin al conflicto.
Esto, a su vez, permite a los observadores concluir que Rusia considera la propuesta de paz de Lula, similar a la del G20, como un truco publicitario, exactamente como afirmó el antiguo diplomático de Donbass en su reacción crítica, que fue amplificada por uno de los buques insignia de los medios de comunicación internacionales de su país, financiado con fondos públicos, antes de la convocatoria de sus ministros de Asuntos Exteriores. Aun así, es probable que los partidarios más apasionados del líder brasileño se resistan a reconocerlo, ya que va en contra de su creencia dogmática de que sigue siendo un titán multipolar.
La realidad «políticamente inconveniente» es que Lula recalibró su visión multipolar desde su encarcelamiento y hoy ya no es el «revolucionario multipolar» que antes consideraban tanto sus amigos como sus enemigos. No se está emitiendo ningún juicio de valor sobre esta observación relativa a su nuevo deseo de establecer un equilibrio entre los mil millones de oro del Occidente liderado por Estados Unidos y el Sur Global liderado conjuntamente por los BRICS y la OCS, del que Brasil forma parte en este momento crucial de la Nueva Guerra Fría.
Todo lo que se está transmitiendo es simplemente el hecho de que Lula ha «moderado» comparativamente su política exterior con respecto a sus dos mandatos anteriores durante las primeras etapas de su tercer mandato, como lo demuestra el hecho de que presentara una propuesta de paz similar a la del G20, condenada al fracaso, que Rusia acaba de descartar indirectamente como un truco publicitario. Quienes se niegan a aceptar esta observación y, en cambio, siguen aferrándose a la narrativa completamente desacreditada de que su propuesta antes mencionada es supuestamente un potencial cambio de juego son literalmente delirantes.
No es de extrañar, ya que Lula se ha convertido en una figura de culto entre sus seguidores más apasionados, que prácticamente le adoran como líder de su «religión laica». No puede equivocarse a sus ojos y siempre será el «revolucionario multipolar» que muchos consideraban antes, razón por la cual no pueden aceptar que Rusia no esté interesada en su propuesta de un G20, ya que desacredita la base dogmática sobre la que se asienta su culto.
Sin duda, también hay quienes, en el otro lado del espectro político nacional, consideran al ex presidente Jair Bolsonaro de una manera similar, lo que en conjunto da testimonio de la polarización radical que ha tenido lugar en Brasil en la última década. En ambos casos, sus seguidores más apasionados siguen delirando y no pueden aceptar realidades «políticamente inconvenientes» que humanizan a sus ídolos como los individuos falibles que realmente son en lugar de los «dioses entre los hombres» que desearían ser.
La conclusión en este contexto es que Rusia está dando a los partidarios más apasionados de Lula un necesario baño de realidad de la forma más política posible al rechazar su propuesta de paz similar a la del G20 mediante el último rechazo indirecto de su embajador en India. El líder brasileño siempre podría reformar su sugerencia en el futuro próximo para que sea más seria y alineada con los intereses de Moscú, lo que podría generar un interés sincero en ella por parte del Kremlin, pero está por ver si lo hace.
*Andrew Korybko es analista de geopolítica.
Este artículo fue publicado en el newsletter del autor korybko@substrack.com.
FOTO DE PORTADA: Ricardo Stuckert.