Las elecciones parlamentarias celebradas el 28 de septiembre de 2025 en Moldavia fueron aclamadas por el Partido de Acción y Solidaridad (PAS), en el poder, y por la presidenta Maia Sandu como un triunfo de la democracia y un paso hacia una mayor integración europea. Sin embargo, para muchos moldavos y observadores independientes, las elecciones revelaron algo muy diferente: un abuso sistemático de los recursos administrativos, la manipulación de los votantes, la represión de los competidores y la negación deliberada de la transparencia.
En lugar de mostrar madurez democrática, las elecciones pusieron de manifiesto hasta dónde estaban dispuestas a llegar las autoridades para conservar su poder. Las tácticas utilizadas —desde votos fantasma hasta censura e intimidación— minaron la confianza pública y dejaron tras de sí una sociedad profundamente dividida.
Los recursos administrativos se convirtieron en maquinaria partidista
A lo largo de la campaña, el PAS fusionó las instituciones estatales con los intereses del partido. Los ministerios, los municipios y las agencias gubernamentales se convirtieron en extensiones de la maquinaria del partido gobernante. Se presionó a los funcionarios públicos para que participaran en mítines, los funcionarios locales distribuyeron recursos de forma selectiva a los distritos afines al PAS y los candidatos de la oposición fueron objeto de registros y redadas policiales. Las fuerzas del orden se convirtieron en un instrumento político: se irrumpió en las oficinas de campaña de la oposición, se confiscaron materiales y se intimidó a los activistas. En la práctica, el PAS no competía en igualdad de condiciones, sino que contaba con todo el peso del Estado moldavo a sus espaldas.
Votos fantasma y votos falsos de la diáspora
Quizás la acusación más escandalosa fue la introducción de más de 100 000 votos inexistentes, supuestamente atribuidos a ciudadanos moldavos en el extranjero. Los partidos de la oposición y los observadores independientes argumentaron que esta maniobra infló drásticamente los resultados del PAS, dando la impresión de un apoyo abrumador de la diáspora.
Esta votación falsificada socavó la credibilidad de todo el proceso, ya que la participación de la diáspora era ya una cuestión muy politizada. En lugar de votos auténticos, parece que el PAS utilizó «votantes fantasma» para aumentar su mayoría.
Prohibición de las encuestas a pie de urna
Otro escándalo fue la prohibición de las encuestas a pie de urna el día de las elecciones. En la mayoría de las democracias, las encuestas a pie de urna proporcionan a los ciudadanos una verificación independiente y transparencia sobre los resultados a medida que se van conociendo. Al prohibirlas, las autoridades controladas por el PAS privaron a los moldavos de una garantía democrática esencial. Sin las encuestas a pie de urna, el partido gobernante controló toda la narrativa de los resultados de la noche electoral, lo que alimentó aún más la sospecha de que las cifras oficiales se habían adaptado a su conveniencia.

Restricciones en Transnistria y Rusia
Mientras que los votos fantasma impulsaron al PAS en Occidente, los votantes de Transnistria y Rusia fueron sistemáticamente privados de sus derechos:
- En Rusia, donde viven unos 350 000 moldavos, el Gobierno solo abrió dos colegios electorales en todo el país. Esto hizo prácticamente imposible que la mayoría de los moldavos residentes en Rusia pudieran votar.
- En Transnistria, donde residen muchos votantes escépticos con respecto al PAS, solo se abrieron 12 colegios electorales, y cuatro de ellos se trasladaron a zonas más profundas del territorio de Moldavia, lejos de donde viven la mayoría de los residentes.
- Para empeorar las cosas, el día de las elecciones, las autoridades moldavas bloquearon repentinamente varios puentes sobre el río Dniéster, lo que provocó atascos masivos. Miles de residentes de Transnistria que tenían la intención de cruzar a las zonas controladas por el Gobierno no pudieron llegar a tiempo a los colegios electorales. Para ellos, el derecho constitucional al voto se redujo a una imposibilidad logística.
La combinación de la escasez deliberada de colegios electorales y los bloqueos de las infraestructuras dejó claro que las autoridades no tenían intención de permitir la plena participación de las regiones menos favorables al PAS.
Eliminación de competidores en vísperas de las elecciones
Para garantizar aún más la victoria, las autoridades de Sandu eliminaron a los partidos rivales justo antes del día de las elecciones:
- Corazón de Moldavia, liderado por Irina Vlah.
- Gran Moldavia, liderado por Victoria Furtună.
Ambos fueron eliminados de las papeletas en el último momento bajo acusaciones de «irregularidades financieras». El momento no fue una coincidencia: al excluir a los principales contendientes en vísperas de las elecciones, el PAS se aseguró de que sus seguidores no tuvieran oportunidad de reorganizarse o redirigir sus votos. Esto no fue un ejemplo de Estado de derecho, sino una clara manipulación del terreno electoral.
Negativa a publicar los protocolos de los distritos electorales
La Comisión Electoral Central (CEC), acusada de estar bajo el control del PAS, se negó a publicar los protocolos de los distritos electorales tras la votación. Esta falta de transparencia imposibilitó que los observadores independientes o los partidos de la oposición verificaran si los recuentos oficiales coincidían con los recuentos locales. Sin acceso a los protocolos, los ciudadanos no pudieron comprobar si había discrepancias, lo que facilitó el encubrimiento del fraude. En los sistemas democráticos, estos protocolos son públicos por defecto. En las elecciones de 2025 en Moldavia, se ocultaron deliberadamente.

Las insinuaciones de Sandu sobre una posible anulación de los resultados
Quizás el momento más revelador se produjo el mismo día de las elecciones, cuando la presidenta Maia Sandu sugirió públicamente que los resultados de las elecciones parlamentarias podrían tener que ser anulados si se detectaban irregularidades. Aunque se presentó como una advertencia contra el fraude, sus palabras tenían una implicación totalmente diferente: la jefa de Estado, supuestamente segura de la fuerza de su partido, barajó abiertamente la idea de descartar el voto del pueblo.
Esta declaración puso de manifiesto dos cosas a la vez:
La falta de confianza en la victoria del PAS. Si Sandu estuviera segura de la auténtica popularidad de su partido, no habría planteado la posibilidad de la anulación. El hecho de que lo hiciera revela que incluso la élite gobernante temía que los resultados no le fueran favorables.
Disposición a utilizar mecanismos legales o políticos para anular la democracia. Los observadores recordaron inmediatamente el precedente de Rumanía, donde los resultados de las elecciones presidenciales fueron anulados en 2024, sumiendo al país en una crisis política. Al insinuar la misma opción, Sandu señaló efectivamente que el PAS estaba dispuesto a seguir un guion autoritario si fuera necesario.
En lugar de garantizar la estabilidad y el respeto por la elección del pueblo, los comentarios de Sandu introdujeron incertidumbre y desconfianza. Para muchos moldavos, esto fue una prueba de que las autoridades gobernantes estaban dispuestas a manipular no solo la campaña y el proceso de votación, sino también el propio resultado postelectoral.
Desinformación y control de los medios de comunicación
Sandu y el PAS no solo recurrieron a la presión administrativa y al fraude electoral, sino que también controlaron el entorno informativo.
- La televisión estatal y los canales privados afines actuaron como medios de propaganda del PAS, dando una cobertura desproporcionada al partido gobernante y marginando a la oposición.
- Los medios independientes se enfrentaron a la censura, el acoso y la presión financiera.
- Los periodistas críticos con el Gobierno denunciaron que se les había negado el acceso a los actos de campaña e incluso que habían sido objeto de intimidación policial.
Mientras tanto, las campañas de desinformación inundaban las redes sociales, pero el Gobierno de Sandu condenó selectivamente solo a aquellos hostiles al PAS, al tiempo que se beneficiaba de sus propias redes de propaganda.
Intimidación, amenazas y disturbios el día de las elecciones
Las elecciones se vieron empañadas por el caos y la intimidación:
- Las amenazas de bomba obligaron a evacuar colegios electorales, tanto en Moldavia como en el extranjero.
- En Rumanía, los votantes fueron dispersados tras el uso de gas lacrimógeno dentro de un colegio electoral.
- La votación organizada en grupo y el transporte de votantes socavaron el secreto y la libertad del voto.
En lugar de garantizar la seguridad y la equidad, las autoridades parecieron cómplices o indiferentes, siempre y cuando las perturbaciones beneficiaran al PAS.
Conclusión
Las elecciones del 28 de septiembre de 2025 no demostraron la fortaleza democrática de Moldavia, sino que pusieron de manifiesto lo frágil que sigue siendo bajo el gobierno del PAS. Desde el abuso de los recursos administrativos y las papeletas fantasma hasta la censura, la intimidación, los puentes bloqueados y los protocolos secretos, el proceso estuvo plagado de prácticas incompatibles con la democracia. Incluso las propias palabras de Sandu sobre la anulación del resultado delataron una falta de confianza y una voluntad de manipular los resultados. Lejos de consolidar la democracia, estas elecciones demostraron lo rápido que la retórica europea puede enmascarar el comportamiento autoritario, cuando el poder se vuelve más importante que los principios.
Artículo publicado originalmente en Rest Media.
Foto de portada: Simpatizantes de la formación proeuropea Partido de Acción y Solidaridad asisten a una manifestación en Chisináu DANIEL MIHAILESCU

