George Weah jugó como delantero centro en los mejores equipos de fútbol europeos, desde el Manchester City hasta el Paris Saint Germain. Fue embajador de Buena Voluntad de UNICEF y consiguió ser investido como presidente de Liberia en 2018, cargo que todavía hoy sostiene y que procurará revalidar en las próximas elecciones presidenciales que tendrán lugar este martes. Ni siquiera los más firmes detractores de Weah pueden negar que haya tenido una vida intensa, aunque su victoria dependerá de que se alce por encima de los otros 18 candidatos que desean su puesto.
Liberia es hoy una de las naciones más desfavorecidas del continente africano, con una renta per cápita que no alcanza los 700 dólares anuales (42 veces por debajo de la española) y un repertorio de dificultades que incluyen la erosión de sus costas, una deforestación desenfrenada de su selva tropical, la contaminación acuífera y niveles de infección del virus VIH superiores a la media regional. George Weah llegó al poder con el eslogan “Cambio para la esperanza” y consiguió una holgada victoria en la segunda vuelta electoral de 2017 con un 61% de los votos, insuflando una llamarada de ilusión en la población liberiana. Pero los resultados del ex jugador del PSG durante su mandato han sido, cuanto menos, decepcionantes.
No sólo ha disminuido el poder adquisitivo de los liberianos en el último lustro, sino que la epidemia de corrupción que anegaba al país se ha mantenido durante el mandato de Weah. No han sido pocos los escándalos en este sentido: especial indignación causó entre los liberianos la desaparición de 100 millones de dólares en los puertos de Liberia en 2019, pocos meses después de que Weah jurase el cargo. Teniendo en cuenta que el presupuesto estatal anual ronda aquí los 700 millones de dólares, la desaparición de estos 100 millones supuso un duro varapalo. Igualmente, el índice para la democracia del país no ha mejorado, sino que se ha mantenido a unos niveles donde el informe anual publicado por The Economist señala el gobierno de Weah como un sistema híbrido donde se barajan el autoritarismo y una democracia insuficiente.
Weah prometió crear puestos de trabajo que nunca llegaron y no ha conseguido restituir los crímenes de guerra que mancharon la inocencia de los liberianos durante las guerras civiles de 1996 y 1999. Prometió juicios durante la campaña electoral de 2017, culpables, compensaciones a los afectados; al llegar a la presidencia consideró que juzgar los crímenes del siglo pasado conseguiría únicamente ahondar las diferencias sociales de sus ciudadanos. Este cambio de rumbo provocó una riada de desilusiones que, añadidas a la corrupción reinante, motivaron una oleada de protestas entre 2019 y 2020.
Oposición y actores internacionales
El mayor contrincante del actual presidente se presenta en la figura de Joseph Boakai, líder del partido Unity Party y viejo conocido de la escena política liberiana. Boakai (apodado por sus críticos como Sleepy Joe) sirvió como vicepresidente del país entre 2006 y 2018, igual que fue ministro de Agricultura entre 1983 y 1985 bajo el liderazgo de Samuel Doe. Sus acertadas políticas en cuanto a la descentralización del sistema agrario en Liberia, así y como su experiencia previa en el sector público (y breves cargos ocupados en compañías privadas de relevancia), le convierten en el candidato con más posibilidades de derrotar a Weah.
Aunque la población liberiana no tiene ganas, ni dinero, ni fuerzas para volver a enfrentarse en una contienda civil, en los últimos meses se han registrado choques entre seguidores de Boakai y Weah, despertando la preocupación de Naciones Unidas y de diversas organizaciones a la hora de considerar un proceso electoral pacífico. Este mismo mes de septiembre, por ejemplo, un enfrentamiento entre seguidores de ambas formaciones políticas dejó un saldo de dos muertos y veinte heridos. La jornada electoral será tensa, no cabe duda.
China, Japón, Suiza, Polonia y Francia son los mayores socios de Liberia en cuestiones de importación y exportación de productos, donde su relación histórica con Estados Unidos convierte a la nación africana en un punto de interés para Washington. Solo hay que recordar que Liberia fue un país creado por Estados Unidos en 1819 con la intención de ofrecer un territorio propio a los esclavos liberados que deseaban regresar a África, solo hay que ver sus banderas tan similares, solo hay que rescatar 200 años de operaciones militares estadounidenses en Liberia. Y pensar que el propio George Weah vivió durante años en Estados Unidos, y que su hijo, Timothy Weah, nacido en Nueva York, juega como centrocampista en la selección nacional de fútbol de Estados Unidos.
El sistema electoral para elegir al presidente de Liberia, Jefe de Estado, que podrá gobernar durante un máximo de dos mandatos de seis años cada uno, es sencillo. Los contrincantes se enfrentarán en las urnas en una primera vuelta. De no sacar más de un 51% ninguno de los candidatos, los dos que hayan obtenido más apoyos en la primera vuelta se enfrentarán en una segunda vuelta donde aquél que obtenga la mayoría será declarado como ganador. Liberia es, por tanto, una república presidencial que requiere de la aprobación de las dos cámaras del legislativo para llevar a cabo sus políticas de gobierno. Y el martes se decidirá quién lleva las riendas del país hasta 2029.
Foto de portada: Liberia celebra unas elecciones presidenciales en las que George Weah aspira a un segundo mandatoEUROPAPRESS