Este régimen no solo desoye los preceptos sagrados, sino que atenta directamente contra todo lo que tiene que ver con lo divino, profanando la justicia, la misericordia y el respeto por la vida que Dios ha ordenado.
En este artículo, quiero abordar cómo los movimientos evangélicos y protestantes, particularmente en los Estados Unidos, han sido atrapados por un falso «evangelio», convirtiendo muchas iglesias en «iglesias sionistas» que no solo representan, sino que apoyan, la maldad y la destrucción del prójimo. Esta transformación ha llevado a quienes dicen «tener la luz» a caminar en la oscuridad, ignorando la advertencia de Cristo de que son ciegos guiados por otros ciegos.
Escribo estas líneas desde la profunda convicción que me otorga ser descendiente directo de una rama de los anabaptistas, aquellos cristianos sinceros y revolucionarios que, a lo largo de la historia, fueron ferozmente perseguidos tanto por la Iglesia católica durante la Gran Inquisición, como por los protestantes, en todas sus ramas, sufriendo de estos últimos mucho más hasta casi fines del siglo XVIII.
Solo cuando los anabaptistas encontraron refugio en la madre Rusia, donde se les ofreció abrigo y paz, lograron escapar de la brutalidad que los asediaba. Desde esa óptica, la de una fe que ha sobrevivido a la persecución en favor de la justicia y la paz, escribo hoy, con el mismo anhelo de ver un mundo donde los principios cristianos de amor, compasión y respeto por el prójimo sean más que palabras vacías.
Aunque desde una perspectiva profesional tratamos de analizar y comprender los hechos de manera objetiva, es innegable que ver las terribles imágenes del genocidio sionista contra la Franja de Gaza como las que se veían hace no mucho tiempo de personas y niños quemados vivos en un hospital tras un bombardeo israelí, ante la impotencia y la mirada atónita del mundo, nos debe mover a tomar acción. Es imposible permanecer indiferente ante la crueldad y la deshumanización a la que están sometidos miles de inocentes, en un conflicto que desafía no solo el derecho internacional, sino los principios más fundamentales de la fe cristiana y la dignidad humana.
Falsas interpretaciones y falsa doctrina.
A lo largo de la historia del cristianismo, la interpretación de la Biblia ha sido una cuestión fundamental que ha moldeado la teología y la práctica de la fe. Sin embargo, en los últimos dos siglos, hemos sido testigos de cómo ciertas interpretaciones bíblicas han sido tergiversadas para apoyar agendas que distorsionan el mensaje original de las Escrituras. Uno de los ejemplos más notorios de esta mala interpretación es el dispensacionalismo, una doctrina que surgió en Inglaterra a principios del siglo XIX y que ha cimentado las bases de lo que hoy conocemos como las iglesias pro-sionistas en los Estados Unidos.
El dispensacionalismo fue desarrollado por John Nelson Darby, un predicador anglo-irlandés que pertenecía al movimiento de los Hermanos de Plymouth. Esta doctrina introdujo la idea de que Dios divide la historia en diferentes eras o «dispensaciones», en las que interactúa con la humanidad de manera distinta. Esta forma de ver el plan divino separó radicalmente a Israel de la Iglesia, sugiriendo que el pueblo de Israel tenía un propósito especial y diferente al de los cristianos. A partir de esta separación teológica, se promovió la creencia de que Israel debía ser restaurado como nación para cumplir el plan profético de Dios, lo que más tarde alimentaría el apoyo incondicional al Estado moderno de Israel.
Uno de los pilares del dispensacionalismo es la creencia en un rapto pretribulacional, una doctrina que sostiene que los cristianos serán arrebatados al cielo antes de un periodo de tribulación mundial. Esta enseñanza, totalmente nueva en el contexto del cristianismo histórico, fue muy efectiva en captar la atención de muchas iglesias protestantes, especialmente en los Estados Unidos, ya que ofrecía una narrativa de salvación exclusiva y privilegiada. Sin embargo, esta interpretación no solo es incorrecta desde el punto de vista bíblico, sino que también ha sido utilizada astutamente para justificar una serie de posturas políticas y sociales que contradicen los principios fundamentales del cristianismo.
El dispensacionalismo se arraigó profundamente en los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX y XX, principalmente gracias a la Biblia de Referencia Scofield, que fue una herramienta clave para diseminar estas ideas erróneas. Cyrus Scofield, autor de esta Biblia anotada, fue una figura clave en la propagación de la teología dispensacionalista. Sus notas marginales, que acompañaban el texto bíblico, presentaban interpretaciones sesgadas que apoyaban la idea de un futuro reino milenario y la restauración de Israel, consolidando así el vínculo entre los cristianos evangélicos y el sionismo político.
A través de estas maniobras teológicas, los líderes dispensacionalistas construyeron una visión del mundo en la que apoyar al Estado moderno de Israel se convirtió en un imperativo espiritual. Esta teología, desprovista de su contexto histórico y bíblico, transformó a muchas iglesias protestantes en iglesias pro-sionistas, que ven el apoyo incondicional a Israel como un mandato divino. Lo que comenzó como una interpretación teológica dudosa se convirtió en una piedra angular de la maldad, utilizada para justificar la opresión, el desplazamiento forzoso y, más recientemente, el genocidio en regiones como la Franja de Gaza.
Es crucial entender que esta doctrina no surge de una lectura fiel de las Escrituras, sino de una astuta manipulación teológica que se originó en Inglaterra y se expandió con fuerza en los Estados Unidos. Estas ideas se infiltraron en los movimientos protestantes, distorsionando el mensaje de paz y amor del Evangelio, y en su lugar, fomentaron la división y el conflicto.
Cyrus Scofield y sus financistas sionistas
El señor Cyrus Scofield, autor de la ampliamente conocida Biblia de Referencia Scofield, es una figura central en la propagación de interpretaciones bíblicas que están alejadas tanto del sentido mismo de las Escrituras como de cualquier atisbo histórico de interpretación cristiana tradicional. Su «Biblia de estudio» ha sido criticada por numerosos estudiosos por ofrecer anotaciones y comentarios que, lejos de basarse en un análisis riguroso de los textos bíblicos, promueven una visión teológica particular, conocida como dispensacionalismo, que ha desvirtuado el mensaje original de la Biblia.
Sin embargo, lo que pocos conocen es que Scofield no actuó en soledad ni motivado simplemente por un interés teológico. Fue financiado directamente por influyentes figuras del movimiento sionista mundial, quienes vieron en su obra una herramienta clave para preparar un clima favorable a la futura creación del Estado de Israel. Una pieza central en esta operación fue el Club Lotus, un grupo de élite al que Scofield fue invitado a formar parte, y a través del cual recibió apoyo económico y político para continuar desarrollando su Biblia de estudio. Este club estaba integrado por financistas sionistas que buscaban influir en la opinión pública y en las iglesias evangélicas, con el objetivo de condicionar una interpretación bíblica que justificara la creación de un Estado judío en Palestina.
El trabajo de Scofield no fue un esfuerzo genuino de interpretación bíblica, sino que se le entregaban notas e ideas que debía incluir en su Biblia, alineadas con los intereses sionistas. Estas notas, cuidadosamente diseñadas para promover la idea de la restauración de Israel como un mandato bíblico, reforzaron la idea de que el apoyo incondicional al sionismo no solo era deseable, sino un deber para los cristianos. A través de la Biblia de Referencia Scofield, millones de cristianos fueron condicionados a ver el conflicto en el Medio Oriente no como un problema político y humanitario, sino como el cumplimiento de una supuesta profecía divina.
Este vínculo entre Scofield y los poderes sionistas fue clave para establecer una teología que justificara la creación y expansión del Estado moderno de Israel, sentando las bases de lo que hoy conocemos como el sionismo cristiano. Es un ejemplo claro de cómo las manipulaciones teológicas pueden ser utilizadas para fines políticos y geopolíticos, con graves consecuencias no solo para la fe cristiana, sino también para la paz y la justicia en el mundo.
¿Qué diría Jesús?
Cualquiera que lea sinceramente los Evangelios, en especial el Evangelio de Mateo, puede ver con claridad lo contundente y realista que fue Jesucristo al enfrentar la religiosidad malvada y sin sentido de los judíos de aquella época. El capítulo 23 del Evangelio de Mateo es un ejemplo clave de esta confrontación directa que Jesús tuvo con los líderes religiosos de su tiempo. En este capítulo, Jesús denuncia con firmeza la hipocresía de los fariseos y escribas, desenmascarando la falsedad de su práctica religiosa y exponiendo cómo, bajo el manto de la religión, escondían su corrupción y maldad.
En Mateo 23, Jesucristo utiliza un lenguaje fuerte y condenatorio, llamando a estos líderes «hipócritas», «ciegos», «guías de ciegos», “serpientes”, “generación de víboras” y «sepulcros blanqueados». No se trata de una crítica leve ni diplomática; Cristo está condenando el corazón de un sistema religioso que no solo distorsionaba el verdadero propósito de la Ley de Dios, sino que también oprimía al pueblo y lo alejaba de la verdad. Jesús los acusa de atentar contra lo sagrado, de poner pesadas cargas sobre la gente, de buscar reconocimiento y poder en lugar de la humildad y el servicio genuino a Dios.
Cualquier lector que se acerque a este texto de manera honesta y con una interpretación realista verá que Cristo no estaba simplemente reprendiendo a personas individuales, sino que estaba haciendo una crítica frontal al sistema religioso corrupto que estos líderes representaban. Ese mismo espíritu corrupto y criminal que Jesús condenó en los fariseos y escribas, sigue manifestándose hasta el día de hoy en ciertos sectores que promueven la injusticia bajo la fachada de la religiosidad.
Las palabras de Cristo en este pasaje tienen un eco contemporáneo, ya que estas viles personas que en el pasado usaron la religión para explotar y controlar a los demás, siguen presentes en las estructuras de poder que manipulan la fe para justificar sus agendas. En el contexto actual, vemos cómo aquellos que promueven la falsa religiosidad han sido capaces de ganar el apoyo de muchos cristianos a través de doctrinas distorsionadas como el dispensacionalismo, conduciéndolos a apoyar acciones injustas y opresivas, como el genocidio en Gaza y la ocupación en Palestina, todo en nombre de una falsa interpretación de las Escrituras.
El gran engaño
A lo largo de la historia reciente, hemos sido testigos de un complejo entramado de astucia, poder económico y manipulación teológica que ha servido como herramienta para cumplir los intereses geopolíticos y estratégicos del eje Atlantista Anglosajón, principalmente liderado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. En el centro de esta estrategia se encuentra el sionismo, que con gran habilidad ha logrado ganar el apoyo de sectores religiosos, particularmente los movimientos evangélicos y protestantes en Norteamérica, utilizando una teología inventada y modificada constantemente para ajustarse a los intereses del poder político.
El caso del dispensacionalismo, una doctrina relativamente nueva que nació en el siglo XIX, es un ejemplo claro de cómo estas manipulaciones han tenido éxito. Este sistema teológico fue cimentado no sobre las verdades eternas de las Escrituras, sino sobre las agendas políticas y económicas que favorecen la expansión del sionismo internacional y el control estratégico de la región de Oriente Medio. A través de figuras como Cyrus Scofield, apoyado por influyentes financistas sionistas, se logró cimentar una visión bíblica falsa, que poco a poco fue sembrada en la conciencia de millones de cristianos estadounidenses, quienes fueron convencidos de que el apoyo incondicional al Estado de Israel no solo era bíblicamente correcto, sino un deber sagrado.
Este engaño no solo quedó restringido a las cuestiones teológicas. En el contexto de la Guerra Fría, la manipulación alcanzó niveles profundos, haciendo que sectores evangélicos confundidos adoptaran posiciones claras y contundentes en contra de la URSS, a la que se pintó como la encarnación de Gog y Magog mencionados en el libro de Ezequiel, y a veces incluso como el mismísimo anticristo. De esta manera, millones de norteamericanos fueron arrastrados hacia una guerra ideológica y geopolítica, no por convicciones verdaderamente cristianas, sino por falsas interpretaciones bíblicas que fueron acomodadas y promovidas por sectores políticos interesados en fortalecer la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados.
Lo más trágico de este «gran engaño» es cómo ha llevado a sectores que se identifican como seguidores de Cristo a olvidarse de los principios esenciales del Evangelio. Como dijo Jesús en Mateo 23, los líderes religiosos de su tiempo descuidaban lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. De manera similar, hoy en día vemos cómo aquellos que dicen seguir a Cristo han sido desviados hacia una teología que apoya la injusticia, el opresor, y la guerra, en lugar de los principios de amor y compasión que el Señor nos enseñó.
Es imperativo que aquellos que buscan la verdad en la Palabra de Dios reconozcan cómo las falsas doctrinas, apoyadas por poderosos intereses económicos y políticos, han contaminado la fe de millones. El llamado de Cristo es claro: debemos buscar la justicia, la misericordia, y mantenernos fieles a la verdadera fe, resistiendo a aquellos que utilizan la religión para promover agendas que van en contra del Reino de Dios.
Y por último, es fundamental que los más de 100.000.000 de evangélicos sionistas que viven en Estados Unidos, así como los millones dispersos por Europa y América Latina, reconozcan su error y procedan al arrepentimiento. Al apoyar al Estado de Israel, no solo se están convirtiendo, directa o indirectamente, en cómplices de crímenes contra la humanidad, sino que, al identificarse como creyentes en Jesucristo, están en un grave error y deben rectificar sus posiciones en favor de la verdad y la revelación completa de lo que verdaderamente significa seguir a Cristo. La paz debe reinar, pero apoyar al régimen sionista, que ha sembrado el engaño, la confusión, la muerte y la destrucción, no es el camino. ¿Será esta también la muerte y destrucción de la fe?
Si los cristianos en Estados Unidos, imitando el ejemplo de los anabaptistas, se negaran a participar en el servicio militar, a pagar impuestos que financian la guerra y se limitaran a promover la paz y la hermandad en un acto de desobediencia civil, en obediencia a Jesucristo en lugar de las autoridades malignas que gobiernan, la guerra sería imposible de sostener. Sería un acto poderoso de resistencia que podría transformar no solo la realidad política, sino también la propia fe.
Tadeo Casteglione*. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
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