Cuando las luces y las cámaras se apagan queda la deuda eterna que no deja de crecer, queda la miseria expresada en 200 mil nuevos seres humanos cayendo en pobreza extrema desde la última medición, hace exactamente un año, y quedan las revelaciones del criminal que sigue poniendo en jaque a un oficialismo que ha perdido el rumbo y se queda balbuceando incoherencias, como le sucedió al presidente de la Asamblea Legislativa hace apenas una semana, al intentar justificar los hechos que llevaron a la liberación ilegal de “el Crook” desde una cárcel en El Salvador, su ulterior captura en México y la extradición a EEUU.
Esta semana abandonaron el país las competidoras de Miss Universo; se acabó el show montado para que el presidente luciese como un presentador de los premios Oscar. Hoy el glamour, la moda y la superficialidad vergonzosa dio paso a la cruda realidad de multitudes de mujeres salvadoreñas unidas en marchas solidarias a millones de mujeres en el mundo, reclamando algo mucho más valioso que cualquier premio de belleza, el derecho a una vida libre de violencia, un tipo de violencia que nos sigue mostrando como un planeta con demasiadas deudas humanas pendientes.
En la nueva biblioteca nacional, convertida en ícono turístico local para la toma de “selfies”, se desnaturaliza el fin para el que fue creada, en un país donde se desincentiva la lectura, el estudio y la formación, porque desde los organismos responsables de impulsar la cultura y el arte se promueve en cambio la alienación, la superficialidad y la inmediatez de las redes sociales, los videojuegos y el mundo fantasioso de super-héroes hollywoodienses. Todo para que los seguidores del régimen continúen disfrutando de una realidad virtual, a espaldas de la otra que, más temprano que tarde, les impactará como un rayo en un día soleado.
El precio de la mentira
Según datos oficiales, el certamen mundial de belleza dejó ingresos por 177 millones de dólares. Más allá de que buena parte de ese dinero fuese a las arcas de empresas de turismo cercanas al gobierno, queda siempre la pregunta ¿qué es esa cantidad frente a los $613 millones que el gobierno viene extrayendo este año de los fondos de ahorro de las personas pensionadas, sin haber hecho un tan solo abono a esa deuda, que se acumula hasta superar hoy los 9 mil millones de dólares?
Acaso esos 177 millones ¿han servido para rebajar el precio de la canasta básica alimenticia por la que el pueblo debe pagar $257.81 solo para comer?; ¿se destinarán a mejorar la infraestructura escolar o el abastecimiento de medicinas en hospitales?
Este es el drama de un país en el que aumentan los migrantes, los precios de productos esenciales, el costo de servicios básicos como el agua, la pobreza extrema, y baja en cambio el empleo, las exportaciones y las importaciones (Según los últimos datos del Banco Central de Reserva (BCR), las ventas al extranjero bajaron a $495.80 millones en octubre de 2023, cuando en el mismo mes de 2022 habían sido de $560.66 millones. Eso implica una caída de $64.86 millones en el último año. Asimismo, la importación de mercancías cayó en $78.34 millones respecto al año pasado), mientras se reduce el número de empresas del famélico parque industrial maquilero.
El grupo de ricos y nuevos ricos en el poder hacen su fiesta a costa del hambre y la miseria del pueblo. Esperan que el crecimiento de las remesas siga manteniendo al pueblo distraído y de rodillas (Las remesas subieron $20.9 millones en octubre. Entre enero y octubre acumulan $6,742.18 millones, lo que implica un aumento del 5% en comparación con el mismo período de 2022).
Esta burguesía emergente confía que sin pan y con circo el esquema de dominación seguirá adelante. Confía en que el pueblo haya olvidado su rebeldía. Se equivoca.
Las malas noticias de la CEPAL
Hace más de un año, en julio de 2022, conocíamos que El Salvador tenía 1.8 millones de pobres, hasta entonces la cifra más alta en cuatro años. En aquel momento se sabía por datos del BCR que 109,772 salvadoreños habían ingresado a las filas del ejército de pobres.
Hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) nos trae nuevas y malas noticias, que vienen a confirmar que el gobierno de El Salvador, con su discurso populista, vive en realidad de espaldas a los intereses de las grandes mayorías marginadas de la renta nacional, arrinconadas en la pobreza, y sin esperanza de mejorar su situación, si eso dependiera del actual régimen. Así, CEPAL confirma que El Salvador es el país de menor crecimiento de la región.
Mientras el informe Panorama Social de América Latina, elaborado por el organismo señala un dato alentador, en tanto revela que la pobreza en América Latina ha bajado levemente en comparación a 2019, para El Salvador, en cambio las noticias siguen siendo malas, alejadas de la tendencia señalada para el continente. Otra razón más para cuestionar al actual gobierno, en la medida que se le acaban excusas como la pandemia, las guerras, o el cambio climático, que afectaron de igual manera a otros países que, simplemente, han hecho mejor las cosas que el grupo de ineptos que se tomó por asalto el poder en el país más pequeño de Nuestra América para ponerlo al servicio de sus intereses y el de sus socios, como si de una finca privada se tratase.
Según la CEPAL, desde 2019 el número de personas que ha caído en pobreza extrema en El Salvador ha subido en 200,000. La tasa pasó de 5.6% en 2019 a 8.7% en 2022. Respecto de administraciones anteriores, a los que los burócratas y propagandistas del régimen se encargan de demonizar a cada minuto, para intentar justificar su propia inoperancia e ineficiencia en todo aquello que no sean sus intereses corporativos, el informe citado detalla que de 2014 a 2019 la tasa de pobreza en El Salvador disminuyó 10 puntos, pasando de 44.6% a 34.0%. En el caso de la pobreza extrema (personas que no pueden cubrir sus necesidades básicas de alimento), la caída fue de más de 5 puntos, pasando de 11.7% en 2014 a 5.6% en 2019.
Para finalizar, el reporte focaliza en sectores y países donde las caídas han sido mayores, así, «En el caso de El Salvador, Paraguay y Uruguay, los tres países donde el índice de Gini varió muy poco o aumentó, se registró una caída generalizada del ingreso medio de los hogares en todos los quintiles. Sin embargo […] en El Salvador y Uruguay los ingresos del quintil más pobre fueron los que más cayeron», señala el documento.
Canasta básica, costo de la vida y bajo crecimiento
De acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC) los precios de los productos que componen la canasta básica urbana siguen aumentando y alcanzaron los $257.81 el mes pasado, un 7.5% más o $17.95 en comparación con el mismo mes de 2022. En los últimos 12 meses frijoles, frutas y huevos fueron los productos que más subieron.
Esto significa que, según los datos oficiales, las familias salvadoreñas adquieren los alimentos más caros en 22 años. Muchas familias pierden cada vez más poder adquisitivo y se dificulta la posibilidad de comer tres veces al día.
En el caso de los frijoles, esencial en la dieta salvadoreña, el incremento diario de las raciones en el último año fue de $0.04 adicionales en la zona urbana, al pasar de $0.19 a $0.23. Las verduras, las carnes, las frutas, las tortillas, la leche fluida y huevos, también reportaron incrementos en el último año.
La pérdida de poder adquisitivo se acelera también en la zona rural. Según la ONEC, el mes pasado las familias rurales pagaron $193.47 por alimentarse, 5.5% más o $10.12, si el dato se compara con el obtenido en octubre de 2022. El informe oficial señalaba también que, en el último año, en la zona rural, las raciones diarias de frijoles pasaron de $0.15 a $0.17.
En cuanto a los salarios, la última vez que se aumentó el salario mínimo fue en agosto de 2021, con un incremento de 20% para todos los sectores productivos. Desde entonces el costo de la canasta urbana básica de alimentos ha subido 26% y en la zona rural 31%.
Recordemos los salarios vigentes: $272.66 para recolectores/as de caña de azúcar, $243.46 para los trabajadores/as agropecuarios (incluidos recolectores de café), $359 para empleados/as de maquila textil y confección, y $365 para quienes trabajan en los sectores de comercio, servicio, industria e ingenios.
A los bajos salarios, alto costo de vida, elevada informalidad laboral y concentración creciente de riqueza, debemos añadir otro dato de importancia, el crecimiento económico, que según los recientes cálculos de instituciones internacionales, en 2024 será el segundo más bajo en 10 años.
Organismos como el Banco Mundial (BM) vaticinaron a inicios de octubre que el país crecería un 2.8% este año y 2.3% en 2024. CEPAL prevé que El Salvador crezca un 2.1% en 2023 y 1.8% en 2024. Por su parte, la proyección económica del grupo inglés EMFI (Emerging Finance) es que crezca apenas 1.9%, es decir por debajo de la estimación del gobierno.
EMFI plantea que el resultado económico de El Salvador dependerá en gran medida de varios componentes externos, como el desempeño de la economía de EE.UU, fenómenos climáticos como El Niño -que seguiría afectando a El Salvador hasta 2024-, el precio del petróleo y la inflación.
Más allá de discursos falsos y triunfalistas, las cifras demuestran que El Salvador sigue viviendo de dádivas, es decir de las remesas que la sacrificada diáspora envía a sus familias. La economía salvadoreña sigue impulsada, sobre todo, por las remesas y así lo señaló en octubre el informe de EMFI, que coloca a la economía salvadoreña en el segundo trimestre de 2023, a la cola de los demás países de Centroamérica.
“Aunque las exportaciones de bienes disminuyeron un 6.5%, las de servicios crecieron un 4.3% gracias a un repunte del 30% interanual de la llegada de turistas internacionales, lo que hizo que las exportaciones totales disminuyeran sólo un 2%. Además, las remesas aumentaron un 5.6% interanual, compensando completamente el déficit de la balanza comercial de bienes y servicios”, resume el informe de EMFI.
Persecución, represión, confrontación
Mientras tanto, y para poder mantener la falsa impresión de un país sin pobreza a quienes visiten el centro histórico capitalino con motivo del evento de Miss Universo, la inauguración de la Biblioteca Nacional, o el próximo show de distracción que se le ocurra a los propagandistas del régimen, la población que se dedica a la venta ambulante ante la falta de espacios públicos donde vender sus productos y así mantener a sus familias, no solo es expulsada y excluida sino que es tratada como delincuente.
Así lo denunciaron esta misma semana las vendedoras ambulantes al declarar acerca de los altercados que empiezan a darse con las fuerzas del Cuerpo de Agentes Municipales (CAM), ante los abusos de autoridad de los agentes, como sucede con casi cualquier uniformado desde que entró en vigencia el eterno régimen de excepción. En esta ocasión un agente del CAM roció con gas pimienta el rostro de vendedores ambulantes que se resistieron al decomiso de su mercadería por los agentes.
Los vendedores insistieron en que trabajar de forma ambulante es la única alternativa que tienen para sobrevivir, porque la alcaldía los desalojó de sus puestos por el Plan de Revitalización del Centro Histórico, pero no los ha reubicado como prometió.
Así van creciendo las inconformidades y frustraciones de una población que poco a poco se irá cansando de los abusos de autoridad y de las arbitrariedades de un gobierno asentado en la militarización, la impunidad y la propaganda; que hambrea al pueblo creyendo que con espectáculos de luces y colores (seguramente los próximos serán los relativos a las festividades navideñas) el pueblo podrá olvidarse del hambre cotidiano, que jamás desaparece con fotos de alegría de un país imaginario. Ese otro pueblo, al que el régimen ignora, posiblemente porque subestima, será sin duda el que tarde o temprano pondrá las cosas en su lugar.
Raúl Larull* Periodista y comunicador. Militante internacionalista. Miembro del FMLN.
Imagen de portada: ASSOCIATED PRESS