Colaboraciones Nuestra América

El Salvador: 1ºde mayo en marcha

Por Raúl Llarull*Especial para PIA Global. –
Este lunes 1º de mayo, Día Internacional de la Clase Trabajadora, no será un día más en El Salvador.

Colorido, alegría y unidad combativa

El cúmulo de derechos laborales, sociales, ciudadanos y políticos pisoteados por el gobierno en turno, la necesidad imperiosa de defender aquellas conquistas que aún el régimen no logra aplastar, se suman a la lucha generalizada del pueblo trabajador contra el deterioro permanente de sus condiciones materiales de vida. Todo ello necesita expresarse en las calles, de viva voz, con colorido, alegría y unidad combativa.

A las reivindicaciones anteriores debemos sumar la necesidad de seguir reclamando contra la persecución de la actividad sindical, exigiendo la libertad de dirigentes sindicales encarcelados por sus acciones en defensa de sus camaradas, la libertad de centenares de hombre y mujeres del pueblo injustamente en prisión bajo un régimen de excepción que asegura impunidad a las arbitrariedades policiales, militares y judiciales.

De tal manera que se acumulan las causas para la protesta en las calles para un pueblo hambreado, encarcelado y reprimido, perseguido y exiliado, forzado a migraciones desesperadas que, en el último trimestre, y solo en el caso de quienes huyen hacia México para pedir asilo, suman 1,716 solicitudes en aquel país. Hoy ocupan el quinto lugar de las nacionalidades latinoamericanas solicitantes de asilo en tierras Aztecas, esto de acuerdo al informe de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.  Es decir que cada vez más hombres, mujeres y menores (474 de estos últimos), huyen del paraíso de primer mundo que difunden falsamente y sin ruborizarse periodistas mercenarios al servicio de los aparatos de propaganda oficial.

Por otra parte, la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD), dio a conocer su informe anual de Derechos Humanos en El Salvador en el marco del régimen de excepción. De acuerdo al mismo, desde el 27 de marzo de 2022 hasta el 15 de marzo de 2023 se han atendido un total de 5,082 víctimas de violaciones a derechos humanos. Entre ellos destacan el derecho a la libertad con 4,825 casos por detenciones arbitrarias. Le sigue el derecho al acceso a la justicia por la falta al debido proceso, y el derecho a la propiedad por allanamiento de morada. Es de señalar que de acuerdo a la organización Socorro Jurídico, más de 20 mil personas capturadas no tienen relación alguna con pandillas o crimen organizado.

En materia sindical  es larga la lista de demandas, desde los reclamos por los miles de empleados públicos expulsados de sus puestos de trabajo a partir de la instauración del régimen autoritario salvadoreño, la recurrente violación a los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de los cuales El Salvador es adscrito, así como a derechos constitucionales tales como a la libre sindicalización y a la movilización pública, sin dejar de mencionar los reclamos por un sistema de pensiones que garantice un retiro digno a las y los trabajadores.

Del mismo modo se reclama el derecho al reinstalo de todas aquellas personas liberadas, que fueron injustamente acusadas bajo el régimen de excepción. La precarización laboral, el alto costo de la vida, los reclamos y exigencias por la quita del IVA a los productos de la canasta básica y el apoyo a la producción local de granos básicos, así como la necesidad de protección de un medio ambiente en constante deterioro, las luchas contra la impunidad en los feminicidios, los derechos de la mujer y de la diversidad sexual, la persecución que sufre la prensa independiente, son también parte del reclamo de diversos sectores populares.

Todo ese universo de reivindicaciones insatisfechas por un gobierno sordo, ciego y mudo a los reclamos sociales se sintetiza en el deterioro creciente de las condiciones de vida de las grandes mayorías, que siguen sin ver oportunidades de trabajo y salario dignos, que son empujadas sin piedad a la informalidad y que ahora también son expulsadas de las calles en las ciudades, complicando dramáticamente su existencia.

Las exigencias unitarias

Este primero de mayo se percibe como un parte-aguas en la lucha popular contra el régimen. Más de tres años de una administración que dedicó sus esfuerzos a concentrar riqueza en manos de la clase dominante emergente, asegurar sus negocios, hambrear al pueblo y dividir las fuerzas de éste a base de manipulación mediática, persecuciones selectivas, judicialización de la política, ocultación de información sobre el manejo de las finanzas públicas, y militarización de la seguridad ciudadana, fue generando en las fuerzas del campo popular una gradual acumulación de fuerzas, a partir de luchas parciales, fragmentadas y descoordinadas.

La toma de conciencia de la insuficiencia de estos métodos de lucha para golpear con fuerza al régimen parece haber ido desarrollándose poco a poco, en cada marcha separada, en cada frente de lucha fragmentado, que hicieron crecer la certeza de que era necesario aglutinar esfuerzos dispersos y avanzar dando pasos hacia la unificación de luchas en la acción concreta.

Una de las marchas que más puso en jaque al régimen, por su masividad, pero también porque expresaba un rechazo concreto de amplios sectores de la población a medidas del gobierno, fue la movilización contra el Bitcoin, medida repudiada hasta por los propios seguidores del presidente que, a pesar de su apoyo, reconocieron que se trataba de una medida peligrosa que caminaría al fracaso y que comprometería las finanzas del pueblo.

Hoy, la amplitud de los reclamos, la extensión de las demandas populares, la conciencia de la necesidad de luchar y resistir para reconquistar espacios perdidos, parece expresarse con la misma amplitud que aquellos días de septiembre de 2021, que unificaron voluntades en una sola consigna de rechazo al BTC.

El régimen es consciente de su degaste progresivo, las encuestas siguen mostrando respaldo popular considerable, pero también evidencian una tendencia de retroceso de aquel poderío inicial. También reconoce los peligros de la proyección mundial de imágenes masivas de protesta contra su gestión y, sin duda, como en anteriores ocasiones, buscará violar los derechos a la libre expresión, a la movilización y al libre tránsito, para entorpecer la llegada de manifestantes desde los diversos puntos del territorio nacional.

Las medidas de bloqueo, por otra parte, se han venido revirtiendo en contra del mismo gobierno, en tanto las imágenes de tales acciones militares o policiales, sin respaldo legal alguno, se difundieron rápidamente por el mundo, dejando en evidencia un régimen autoritario e intolerante.

Por eso intenta otra cosa, que pocas veces le ha funcionado a lo largo del tiempo, porque más allá de su “popularidad” en redes y encuestas, así como en su capacidad de movilizar votantes en su favor, la realidad es que el apoyo de masas y de incidencia territorial celeste es baja, y solo se alimenta de la figura presidencial.  No obstante, como en otras ocasiones, busca dividir al movimiento popular, en especial al movimiento sindical, convocando marchas paralelas de sus sindicatos amarillos, creados en gran parte desde los círculos del ministro de Trabajo, el reconocido mafioso sindical Rolando Castro y sus cómplices en sindicatos estatales.

Por eso convocan a otra hora, desde otro punto y con rumbo distinto, a sus agrupaciones sindicales oficialistas para que las bandas de esquiroles marchen en apoyo al gobierno y con “demandas” previamente pactadas (mientras estos títeres del ministerio de Trabajo reclaman llegar a los 400 dólares de salario mínimo, el genuino movimiento sindical ya anunció su exigencia de $500 mensuales como salario básico).

Una gran batalla popular

Este 1M representa una gran batalla popular, no solo de defensa de derechos sino de ascenso y madurez en la conciencia del pueblo hacia la lucha y la unidad en la acción. La izquierda revolucionaria, de manera oportuna, convocó hace varias semanas a sus bases militantes a acompañar, como lo ha hecho históricamente, las jornadas de lucha popular, con la militancia del FMLN luciendo su colorido y emblemas, no solo con orgullo sino con responsabilidad, combatiendo también en los hechos el sectarismo y las visiones alejadas de los intereses populares, de quienes pretendían alejar al FMLN de su pueblo, o que prefieren enconderse en otros colores, siguiendo una línea que por mucho tiempo impulsó la embajada de EEUU, para eliminar del imaginario colectivo la presencia física y simbólica del FMLN, la única fuerza política (y anteriormente política y militar) que consecuentemente enfrentó cada intento de Washington por liquidar el movimiento revolucionario salvadoreño.

Hoy, agentes de aquellas mismas fuerzas ajenas a los intereses populares, camuflados en partidos y organizaciones de la “sociedad civil” pretenden sin éxito volver a aquellas viejas maniobras, Pero el pueblo también ha madurado a fuerza de lucha y resistencia, y sabe que la unidad es desde abajo, con los que siempre han luchado y defendido las causas populares. Por eso este 1M no será un día más, porque sellará el redoblado compromiso de la clase trabajadora, los amplios sectores mayoritarios del pueblo y las fuerzas revolucionarias y de izquierda para seguir avanzando en la resistencia y la lucha contra el autoritarismo, la dictadura y el fascismo, y contra todos sus agentes, locales o imperiales, se disfracen como se disfracen.

Raúl Llarull* Periodista y comunicador. Militante internacionalista. Miembro del FMLN.

Foto de portada: Centenares de personas asistieron a la marca en conmemoración del Día Internacional de Trabajo en El Salvador. Foto EDH / Jonatan Funes

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