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El hundimiento de la Consulta Popular, una bofetada a los trabajadores y al pueblo colombiano

Por Hugo René Orejuela*. –
El 14 de mayo fue un día bochornoso en la historia reciente de Colombia.

En el Senado de la República se vivió un episodio que dejó un sabor amargo y una profunda vergüenza a miles de colombianos tanto dentro como fuera del país. Los sectores de derecha, incluyendo el Centro Democrático, Cambio Radical y el Partido Conservador, actuaron con estrategias cuestionables para hundir la propuesta de Consulta Popular impulsada por el presidente Gustavo Petro. Esta consulta se planteó como respuesta al archivo del proyecto de Reforma Laboral, también promovido por el gobierno del cambio y rechazado previamente por ocho senadores de derecha en la Comisión Séptima del Senado.

La acción del Congreso de la República desveló una vez más su falta de interés en garantizar los derechos laborales y promover reformas sociales. En lugar de apoyar iniciativas que buscan mejorar las condiciones de vida y trabajo de la ciudadanía, opte por entorpecerlas. La oposición, al ver amenazados sus intereses y el statu quo, prefirió revivir la reforma laboral y sepultar la Consulta Popular.

Esta Consulta Popular contaba con un respaldo significativo. Según una encuesta de Cifras y Conceptos, el 57% de los ciudadanos apoyaba la convocatoria, y cada una de las 12 preguntas propuestas recibió un apoyo de al menos el 75%. Sin embargo, el Senado negó esta posibilidad, despojando al pueblo colombiano del derecho a decidir sobre asuntos cruciales a través del sufragio universal.

Los argumentos esgrimidos para hundir la Consulta Popular, como la idea de que reemplazaba al Congreso o que era muy costosa, son frágiles y carecen de sustento. De hecho, la ciudadanía no sustituiría al Congreso; más bien, complementaría su labor al marcar líneas de acción claras. La implementación de las leyes seguiría siendo responsabilidad del legislativo.

Las imágenes de senadores de derecha celebrando con euforia la derrota política del presidente Gustavo Petro resultan grotescas. Esta victoria momentánea de la oposición afecta directamente a grandes sectores de trabajadores colombianos que veían en esta reforma una esperanza para mejorar sus condiciones laborales.

Ante este escenario, el presidente Gustavo Petro, desde China, denunció a través de su cuenta en X (anteriormente Twitter) que la Consulta Popular fue hundida con fraude. Petro acusó al presidente del Senado, Efraín Cepeda, de manipular la votación. En respuesta, el presidente Petro hizo un llamado a la movilización popular, convocando a centrales obreras, coordinaciones campesinas, juntas de acción comunal, comités juveniles barriales y movimientos indígenas para organizar Cabildos Abiertos.

El Cabildo Abierto, contemplado en el artículo 103 de la Constitución colombiana, es parte de los mecanismos de participación ciudadana que permite a la población incidir directamente en la toma de decisiones. Estos medios de participación, establecidos en la Constitución de 1991, buscan asegurar la inclusión de la ciudadanía en la resolución de problemas que afectan al bien común. Es deber del Estado propiciar el desarrollo armónico entre la democracia representativa y la participativa sin que una excluya a la otra.

A pesar de la derrota, el presidente Gustavo Petro ha demostrado una habilidad estratégica notable. Con el hundimiento de la reforma laboral, se abrió la posibilidad de convocar al pueblo a exigir una nueva discusión en el Congreso. Con solo 36 días antes del 20 de junio, el tiempo juega en contra, pero si la reforma laboral no se aprueba, el presidente tiene la opción de convocar nuevamente a una Consulta Popular o incluso una Asamblea Constituyente.

Actualmente, la situación se asemeja a la pérdida de una batalla, pero no de la guerra. Paradójicamente, el hundimiento de la consulta abre nuevas oportunidades políticas y podría conducir al desgaste de la derecha. La euforia de sus líderes por la victoria contra Petro podría costarles caro en las urnas en 2026. Este escenario coloca a Petro en una posición favorable, permitiéndole argumentar que el Congreso está bloqueando su capacidad de gobernar, lo que puede ser un punto fuerte en la campaña presidencial del próximo año. La oposición, en su torpeza, podría estar facilitando el camino para una reelección o la elección de un sucesor que continúe con las reformas del cambio. Esta manipulación política contra la clase trabajadora y el pueblo colombiano puede repercutir desfavorablemente para los sectores conservadores en el próximo ciclo electoral.

Los eventos en el Senado evidencian una lucha de poder donde la oposición busca mantener el statu quo, mientras que el presidente Petro persiste en su misión de reformas sociales. El desenlace de esta contienda es incierto, pero lo que es claro es que la participación ciudadana jugará un papel crucial en definir el futuro político de Colombia. La batalla por los derechos laborales y la participación ciudadana está lejos de terminar. Aunque la oposición celebra su efímera victoria, el pueblo colombiano, especialmente la clase trabajadora, ha recibido una bofetada que seguramente no olvidará. La lucha continúa, y es probable que las urnas en 2026 reflejen el verdadero sentir de una nación que busca justicia y equidad social.

Hugo René Orejuela* Periodista de la Radio Air Libre de Bruxelles y del Consejo Editorial de KontraPortada.

Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal kontraportada.info

Foto de portada: Prensa presidencial

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