Europa

EL CONSERVADURISMO ALEMAN, GOLPEADO POR LA RETIRADA DE MERKEL Y ESCANDALOS DE CORRUPCION

Por Marisú Ocaranza* – Históricamente Alemania marca tendencia dentro de Europa. Es la principal potencia económica, y -en general- lo que Alemania hace, suele ser seguido primero por Francia y luego por el resto de los países vecinos.

El fin de semana hubo elecciones en dos de los 16 estados federados de Alemania, Baden-Württemberg y Renania-Palatinado. En ambos lugares los resultados confirmaron lo que pronosticaban las encuestas y sondeos de opinión: una derrota de la Unión Democrática Cristiana (CDU por sus siglas en alemán), el partido de Angela Merkel, y una clara victoria de los Verdes y los Socialdemócratas.

Si bien las elecciones que realmente importan son las generales, previstas para  la segunda mitad del año, los comicios recientemente celebrados funcionan como una especie de termómetro y ayudan a clarificar el panorama de cara a las parlamentarias de septiembre. ¿Qué tan fácil es para la CDU obtener una nueva victoria? Al parecer el camino no estaría tan allanado.

Es que la Unión Democrática Cristiana, de corte conservador,  atraviesa la peor crisis de sus últimas dos décadas, agravada por la pandemia de Covid 19 y por hechos de corrupción que tocan de cerca a algunos de sus miembros.  Según una encuesta publicada este miércoles, el reciente resultado electoral sólo sirvió para restarle puntos de intención de votos al partido conservador.

LA DESPEDIDA DE ANGELA Y LA CARRERA HACIA SEPTIEMBRE

En 2018 Merkel anunció que no volvería a presentarse como candidata, con  lo que oficializó su retiro de la vida política y -asimismo- de su rol como Canciller de Alemania. De las  elecciones de septiembre se desprenderá su reemplazo, reconfigurando tanto el escenario político local como el también regional.

Quién la sucederá como candidato -aunque esto no significa que necesariamente vaya a ser el próximo canciller- es Armin Laschet, de orientación ambientalista y contemplativo con la situación migratoria europea,  aunque también cuestionado por sus posturas sobre el matrimonio igualitario. Laschet es el actual líder de la Unión y la persona que deberá redoblar los esfuerzos para llegar a septiembre con una CDU hoy desgastada.

Mientras tanto, los Verdes vienen avanzando a paso moderado pero firme de la mano de Robert Habeck. Desde su ingreso en el parlamento en el 83, este grupo político -que se presenta como eco friendly, pacifista y defensores de la equidad de género- fue ganando adeptos, sobre todo en el oeste del país. La Alianza 90/los Verdes vienen desde hace unos años buscando llegar a la cancillería. Los resultados de las últimas elecciones alientan esa posibilidad.

SISTEMA ELECTORAL GERMANO

Alemania se rige bajo una democracia representativa federal. La figura del o la Canciller es propuesta por el Presidente Federal (sí, en Alemania hay un presidente), y elegida por el Parlamento (aunque sin la necesidad de un debate). El sufragio es universal pero no obligatorio. Lo que implica que para que la población vaya a votar debe estar realmente interesada en la vida política; pudiendo usar sus votos como un premio o como un castigo.

El sistema electoral alemán es uno de los que mejor funciona, claro. Se trata de un método de proporción personalizada en el que cada elector tiene dos votos: uno va para el candidato de su preferencia, y aquel con más votos en el conteo final obtiene un mandato directo; el otro sirve para elegir partido (solo aquellos con más del 5 por ciento de los votos entran al Parlamento). Primero se le asignan los escaños a los vencedores de los votos directos y luego a los candidatos de las listas partidarias.

Para formar gobierno generalmente deben construirse coaliciones, que obviamente son posibles -y luego funcionan mejor- cuando hay afinidad ideológica. Hoy existen 6 fuerzas políticas dentro del Parlamento, que trabajan con esta forma de asociación.  Aquí es cuando el avance de los Verdes puede ser alarmante para la CDU. Sucede que si mantienen esta tendencia podrían aliarse nuevamente con partidos liberales o socialdemócratas y así formar gobierno.

Alemania es, a su vez, un país que desde los 90 se divide en 16 landers o estados federados. Si bien estos responden al Bundestag también mantienen cierta autonomía -la que incluso les permite firmar acuerdos bilaterales con terceros países-. De acuerdo a las elecciones del domingo en Baden-Wurtemberg (uno de los más poderosos económicamente hablando) ganaron los Verdes y en Renania-Palatinado, los socialdemócratas.

ALEMANIA COMO EL EJE DE EUROPA Y EL POST MERKEL

Históricamente, y sobre todo en momentos puntuales, Alemania marca tendencia dentro de Europa. Es la principal potencia económica, y -en general- lo que Alemania hace suele ser seguido primero por Francia y luego por el resto de los países vecinos. Internacionalmente Angela Merkel fue considerada como la lideresa europea por excelencia.

A la cabeza del gobierno de Alemania durante los últimos 16 años, Merkel fue también la primera mujer en ocupar el puesto de Canciller (no existe palabra femenina para el término), en un momento en el que las lideresas eran minoría, todavía más.

Su partido, la Unión Democrática Cristiana, es de orientación centro-conservadora y cuenta con unos 580.000 adeptos.  Si bien siempre ha tenido que gobernar a partir de coaliciones, son numerosos los hitos que se enmarcan dentro de su gestión. Desde surfear la crisis financiera de 2008, hasta la promesa de eliminar las reservas nucleares alemanas para 2022. Merkel impulsó también el uso sostenible de la energía renovable (durante el 2020, el 50 por ciento del consumo energético del país fue de ese estilo).

Por su parte, Alemania propuso el presupuesto más abultado (1,8 billones de Euros) de toda la U.E destinado al Fondo de Recuperación del Coronavirus mientras ocupaba la presidencia del Consejo Europeo. Merkel, junto a Macron, fue además quien mantuvo una de las posturas más firmes en las negociaciones por el Brexit. Y la lista de grandes éxitos sigue. ¿Por qué entonces se habla de un desgaste en el partido?

PANDEMIA Y SOSPECHAS DE CORRUPCION

Es fácil recordar los títulos periodísticos que relacionaban a Merkel con una de las gestiones más exitosas de la pandemia durante la primera ola de Coronavirus. Se agrupaba a la Canciller dentro del conjunto de mujeres que mejor manejaron la crisis sanitaria. Decisiones rápidas y contundentes, junto a una buena respuesta de la población que dieron como resultado un descenso de la curva y pocos casos durante el verano alemán.

Luego vino la segunda ola y la situación no fue tan fácil de controlar: el pico máximo de infectados se dio en los últimos días de diciembre, cuando los casos escalaron hasta los 36 mil. Esto se tradujo en un dilatado pero necesario endurecimiento de las medidas preventivas, que incluyó un Lockdown total,  con cierre de escuelas y de negocios no esenciales.

Si bien la severidad de estas medidas fue fluctuando, al cierre de esta nota el lockdown se había extendido hasta el 28 de marzo. Lo que provocó un gran descontento y un clima de fastidio por parte de un sector de la población. Unas jornadas atrás se desataron protestas en varias ciudades alemanas, convocadas en su mayoría por los llamados lateral thinkers (pensadores laterales), los antivacunas y personas de la extrema derecha.

Mientras esto sucede, en el país germano se está ejecutando un plan de vacunación que desde el oficialismo es considerado un éxito. Es que -según aseguran- ya fueron vacunadas casi todas las personas dentro del grupo de riesgo, muchas de las cuales pertenecen a hogares de atención y centros de ancianos. Algunas de las cuales ya recibieron todas las dosis necesarias.

No obstante el optimismo del gobierno, un sector de la población se muestra disconforme con el proceso vacunatorio al que califican como lento si se lo compara con otros países de la zona. La realidad es que al 19 de marzo se habían suministrado cerca de 10 millones de dosis 7,897,100 (según datos del sitio statista.com) contra casi 27 millones en el Reino Unido, por ejemplo.

Sumado al desgaste que el partido sufrió producto de la pandemia, en estos últimos días la CDU se vio envuelta en sospechas de corrupción, algo que para los parámetros alemanes es inadmisible. Denominado el “Escándalo de los tapabocas”, involucró a tres miembros del conservadurismo con asientos en el Parlamento y apuntó de lleno contra la credibilidad de todo el bloque. En todos los casos se trató de negocios relacionados con la venta de tapabocas durante la pandemia que, de una u otra manera, beneficiaron a los ahora ex funcionarios.

Un dato no menor es que en 2020 Alemania entró en noveno lugar dentro en el grupo de los 10 países menos corruptos del mundo. Una posición todavía muy digna pero un poco al límite. El ranking lo encabezan Nueva Zelanda y Dinamarca.

Para septiembre faltan seis meses, en Europa está por llegar la primavera, y con ella la esperanza de que los casos bajen a medida que se va el frío.

La Unión Democrática Cristiana deberá aprovechar este tiempo de la mejor manera posible, para revertir esta última racha y frenar así el avance de los verdes. Aunque es sabido que durante la primavera el verde es el color que abunda.

 

Por Marisú Ocaranza, Mg. en Relaciones Internacionales y Lic. en Comunicación.

Artículo publicado en Informe Político.