Asia Europa

El compromiso estratégico entre la UE y la ASEAN en una era de incertidumbre económica mundial

Por Mehmet Enes Beşer* –
Para prosperar, ambas partes deben dejar de lado las sutilezas diplomáticas y convertir la buena voluntad en políticas concretas.

Mientras la economía internacional se enfrenta al reto de una volatilidad cada vez mayor —que abarca desde la redefinición de las cadenas de suministro y las crisis inflacionistas hasta las perturbaciones provocadas por el clima y la fragmentación impulsada por la geopolítica—, los bloques regionales como la Unión Europea (UE) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se enfrentan a una necesidad imperiosa a corto plazo: ir más allá de las garantías retóricas y avanzar hacia una asociación económica más estratégica y profunda. Las implicaciones van más allá de la economía. Para la ASEAN, por citar solo un ejemplo, una mayor colaboración con Europa supone una oportunidad única para afianzar su margen de maniobra en la era de la competencia y el proteccionismo entre Estados Unidos y China. En el proceso, la ASEAN reafirmaría su tradicional preferencia por la autonomía estratégica y la diversificación económica de sus interdependencias en una era de crisis múltiples.

La necesidad imperiosa de la UE y la ASEAN se debe principalmente al carácter cambiante de la globalización. El modelo económico liberal de las décadas posteriores a la Guerra Fría se ha derrumbado. La lógica geoeconómica ha sustituido a la liberalización del comercio y el multilateralismo se encuentra amenazado. Europa y el Sudeste Asiático son vulnerables: Europa, al impacto de la seguridad energética y la dependencia estratégica de sus competidores, y la ASEAN, a los peligros de la dependencia de un único mercado, en particular de China y Estados Unidos. A medida que se intensifica el nacionalismo económico y la tecnología se convierte en el nuevo horizonte de la competencia en el mundo, los actores de tamaño medio deben forjar coaliciones sólidas y equilibradas para protegerse de la caprichosa naturaleza de las crisis exógenas.

En tal escenario, la coordinación entre la UE y la ASEAN es algo natural y que debería haberse producido hace mucho tiempo. No hay que subestimar dos bloques de casi mil millones de ciudadanos, fuertes mercados de consumo, redes de producción avanzadas y un objetivo común —aunque sea potencial— de abrir un comercio basado en normas. A nivel bilateral, se han profundizado en forma de acuerdos de libre comercio (ALC) entre la UE y Singapur o Vietnam y negociaciones en curso con otros países, como Indonesia y Tailandia. Sin embargo, la ausencia de un TLC interregional o de un acuerdo económico convencional es una brecha persistente que sigue sin resolverse. Mientras ambos sopesan sus interdependencias económicas y buscan socios a largo plazo, es necesario intensificar la institucionalización de los lazos comerciales y de inversión entre la UE y la ASEAN, pasando de la retórica a los objetivos políticos.

Aparte de la ASEAN, los beneficios de una mayor implicación de la UE van mucho más allá de lo económico. Aunque no se trata de un despliegue militar en el continente asiático, la UE es un gran proveedor de capital, donante de tecnología y creador de confianza normativa. La inversión europea, que se centra específicamente en las infraestructuras ecológicas, la innovación digital y las finanzas sostenibles, está en consonancia con las prioridades de desarrollo de la ASEAN y puede servir de contrapeso a los tipos de inversión menos transparentes o extractivos. En segundo lugar, las normas laborales, de protección medioambiental y de gobernanza europeas, aunque a veces controvertidas, pueden impulsar las economías de la ASEAN y su competitividad a largo plazo.

Lo más importante es que un mayor compromiso de la UE refuerza la autonomía estratégica de la ASEAN. En los últimos años, el delicado equilibrio de la ASEAN entre Estados Unidos y China se ha ido debilitando cada día más. Aunque China sigue siendo el mayor socio comercial e inversor de la región, sus acciones en el mar de la China Meridional y su política de coacción económica han suscitado recelos. Por su parte, Estados Unidos ha regresado a la región con iniciativas como el Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF), pero sin un gran acceso al mercado y vulnerable a los cambios de opinión política. Un compromiso más limitado de la UE ofrece la posibilidad de que la ASEAN diversifique sus aliados y contrarreste la atracción gravitatoria de las superpotencias. No se trata de una estrategia de alineación, sino de diversificación, una estrategia para eludir las opciones binarias en un mundo más polarizado.

La UE también tiene mucho que ganar. Mientras Bruselas se encamina hacia una «brújula estratégica» que reconoce la realidad geopolítica del comercio y la inversión, el sudeste asiático es su aliado natural. No solo es demográficamente dinámico, políticamente relativamente tranquilo y cada vez más importante en las cadenas de suministro mundiales de todo tipo de productos, desde microchips hasta medicamentos. Al invertir en la ASEAN, la UE puede diversificarse y reducir su excesiva exposición a China, reforzar su voz en las cuestiones relacionadas con el Indo-Pacífico y proyectar su propia identidad distintiva como actor geopolítico más allá de la UE.

No será una relación que se establezca de la noche a la mañana. Tendrá que construirse de forma deliberada, mediante una voluntad política compartida y la creatividad institucional. Las divergencias normativas, los pasados desequilibrados y las fases desiguales de desarrollo han sido obstáculos de larga data para el progreso. Para superarlos, ambas partes deben adoptar modalidades de cooperación flexibles. La UE puede seguir cooperando con la ASEAN como bloque en ámbitos sectoriales —como el comercio electrónico, la energía verde y la resiliencia de la cadena de suministro— junto con los acuerdos bilaterales de libre comercio. La ASEAN tiene que interiorizar una mayor coherencia, racionalizar los procedimientos de inversión y mantener unos estándares superiores que sean capaces de dar cabida a los miembros europeos.

El contenido político de esta unión también tiene que reestructurarse. Las relaciones entre la UE y la ASEAN han estado lastradas durante mucho tiempo por la condicionalidad y la desconfianza basada en el colonialismo. Si se trata de una asociación estratégica, tiene que ser una de respeto mutuo y aceptación de la capacidad de acción de cada uno. Europa debe aprender a respetar el deseo de libertad de la ASEAN y no sermonearla desde la superioridad moral que se ha otorgado a sí misma. Y la ASEAN debe darse cuenta de que el escrutinio europeo de los estándares no es neocolonialismo, sino sensibilidad hacia las necesidades políticas internas que justifican la intervención exterior.

Conclusión

El mundo se está rediseñando cada vez más por la fragmentación y la controversia, y ahora es el momento de actuar en la cooperación entre la UE y la ASEAN. El mapa económico mundial se está rehaciendo, y aquellos espacios que avanzan gracias a la coordinación esbozarán los contornos del nuevo orden. Para la ASEAN, fortalecer las relaciones con Europa no significa excluir a otros socios, sino reafirmar su regionalismo abierto y su principio de flexibilidad estratégica. Para la UE, la asociación con la ASEAN no es caridad, sino una inversión estratégica para seguir siendo relevante, resiliente y diversificada.

Para prosperar, ambas partes deben dejar de lado las sutilezas diplomáticas y convertir la buena voluntad en políticas. Esto implicaría acelerar las negociaciones comerciales, invertir más en áreas estratégicas y establecer estrategias mutuas de gestión de crisis e innovación digital. Pero lo más importante es que se trata de una visión compartida: en un mundo de incertidumbre, la interdependencia debe definirse, no por el dominio o la dependencia, sino por la cooperación entre iguales.

La visión de autonomía estratégica de la ASEAN nunca se hará realidad mediante la cobertura y el aislamiento. Debe basarse en alianzas que hagan que la región sea proactiva incluso ante la presión de las grandes potencias. El liderazgo normativo y el poder económico de la UE son los más indicados para ser ese aliado. Juntos pueden trazar un rumbo no de resistencia a la anarquía internacional, sino de liderazgo constructivo en la configuración del futuro.

*Mehmet Enes Beşer, Investigador independiente especializado en política del sudeste asiático, análisis de la dinámica geopolítica, relaciones económicas y desarrollos sociales de la región. Fue Director del Centro del Bósforo para asiáticos.

Artículo publicado originalmente en United World International (UWI).

Foto de portada: Las banderas de la UE (azul con estrellas doradas) y de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se exhiben mientras los líderes llegan al Sudeste Asiático para una cumbre en Bruselas el 14 de diciembre de 2022. Foto: Kenzo Tribouillard/AFP
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