Nuestra América

El Centauro de Maquiavelo, base del concepto gramsciano de Estado

Por Alberto Pinzón Sánchez*
Mitad superior cerebro humano y mitad inferior fuerza de caballo. Así concebía Maquiavelo el Estado.

y Gramsci, agonizando en una mazmorra fascista donde Mussolini lo había encadenado para “evitar que ese cerebro pensase”, desarrollaba sobre esta quimera medieval imaginada por Maquiavelo, su idea práctica de Estado, sintetizada en su magistral fórmula:

Estado = Hegemonía (cerebro humano) más Coerción (fuerza bruta equina).

En adelante, el Marxismo revolucionario no ha hecho sino aplicar en su práctica transformadora esta verdad sabida; sin embargo, analizando los avances y retrocesos de esta praxis en Nuestramérica actual; la que lucha mediante todas las formas de lucha contra el neoliberalismo Imperialista, otra frase atormentadora del mismo Gramsci nos devuelve a su agonía: “En Política el error proviene de una comprensión inexacta del Estado en su sentido pleno de Hegemonía + Coerción”.

¿Cuánto más nos costará entender esta concreción tan sintética como genial?

En Colombia; donde en los últimos 25 años se han anudado y sintetizado todas las contradicciones de esta lucha nuestroamericana, existe una cantera enorme de experiencias para profundizar: Ausencia total de reforma agraria e imposibilidad de la oligarquía terrateniente trasnacional de ampliar su Hegemonía al campesinado y a los trabajadores pobres del complejo rural, sin poder imponer en el campo  «el monopolio legítimo de las armas» como les recomendaron insistentemente los ideólogos weberianos, y que como consecuencia (económica y política) ha obligado al bloque de clase dominante y dirigente a basar su dominación en el aumento de la Coerción en su sentido más brutal, el narco paramilitarismo oficial, hasta llevarlo a convertir su consuetudinario y tradicional “liberalismo-conservador” en un Neoliberalismo Transnacional, autoritario y depredador, que tuvo su concreción sintética en el Fascismo del Estado de Opinión del binomio Uribe Vélez-Santos, experimentado desde inicios de este siglo XXI:

J. M. Santos-Uribe Vélez

En los últimos 70 años, los colombianos hemos visto y experimentado cómo el “centauro indomable descendiendo a los llanos” según el verso del retrógrado de Rafael Núñez, el creador del Himno “nacional” de Colombia, se transformó en un poderoso y bien articulado mecanismo de 10 ruedas dentadas o Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi), mitad Hegemonía y mitad Fuerza Bruta, es decir un verdadero Estado Contrainsurgente pleno, apoyado e instrumentalizado por el gobierno de los EEUU, con el espantoso despojo de millones de víctimas que la “epopeya” de implantación neoliberal y transnacional que a su paso ha dejado.

Una explicación más detallada del papel jugado por Rafael Núñez, el versificador del himno nacional y artífice de la Constitución retrograda, autoritaria y clerical de 1886 que duró hasta 1991. [1]

Así mismo, hemos visto y sufrido en carne propia, como ningún otro país en el mundo, la consolidación de las 10 ruedas dentadas que conforman la terrorífica maquinaria cuyas ruedas están perfectamente sincronizadas y que constituye ese Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi), descrito en 2008 por la socióloga Vilma Liliana Franco, y conformado así:

1°, por de la intervención plena de los EEUU con sus Planes Colombia y sus 9 bases militares que tiene en territorio colombiano.

2°, basada en el militarismo y la militarización del país, cuyo gasto militar para sostener un pie de fuerza de cerca de 500 mil hombres armados, que consumen el 6% de PIB, quitados cínicamente al gasto social público elemental para la vida de los ciudadanos.

3°, por los narco-paramilitares oficiales, llamada por Vivanco el director de HRW, “la quinta división del ejército colombiano»; verdadera fuerza bruta o de facto, responsable desde su organización en 1960 hasta la actualidad 2021 (61 años), de las más repudiables masacres, atrocidades y crímenes de guerra, muchas de ellas todavía en la oscuridad de la impunidad oficial.

4°, por los llamados “cacacos “, banqueros, financistas, lavadores de dólares y grandes empresarios de los pocos grupos económicos existentes en el país, amasadores de gigantescas fortunas, responsables de la aberrante desigualdad social que impera en Colombia.

5° por los innumerables gremios de la producción que co-gobiernan el país.

6°, por las compañías multinacionales (Chiquita, Drummond, BP, Repsol, Monsanto, Muriel Mining, o Coca-Cola, etc) financiadoras desde su inicio de todo el desarrollo y consolidación de los narcos paramilitares oficiales.

7°, por la economía subterránea del narcotráfico sostén del resto de la economía colombiana, que por sus macroindicadores económicos en alza, reciben aplausos mundiales por su desempeño.

8°, por las tres ramas de la llamada democracia colombiana (ejecutivo, legislativo, y judicial) sumida en el pantano de su ilegitimidad e ilegalidad : el palacio de Justicia en el gobierno de Betancur, proceso ocho mil del Gobierno Samper, el charco de la impunidad de la «catedral» de Pablo Escobar en el gobierno de Gaviria, o la pseudo-ley de justicia y paz paramilitar en el gobierno de Uribe Vélez, los 10 mil Falsos Positivos en el gobierno de Santos, la perfidia e incumplimientos del Acuerdo de paz de la Habana /2016 en los gobiernos de Santos y de Duque etc, o en la crisis total en la que se encuentra actualmente, y, presenciamos estuporosos cómo el Fascismo del Estado contrainsurgente basaba su poder en las más amplias capas medias cooptadas (Angelino, Lucho, Rosemberg Pabón, hermanos Moreno-Rojas, etc)

9°, por la apabullante cantinela diaria del oligopolio mediático adicto con sus «pazólogos» y politólogos de pacotilla (la mayoría pre- pagos), construyendo la Hegemonía dominante y la cultura mafiosa, sobre el odio, la hostilidad y la revancha (con la vista gorda de buena parte de la Iglesia católica) y en paralelo al accionar de la Fuerza bruta narco paramilitar.

10°, por las capas medias cooptadas que, por su debilidad teórica y política, como por su cada vez menos importancia económica y social o su desmoronamiento y precariedad laboral, que han servido de soporte real del régimen dominante.

Actualmente estamos atravesando por la experiencia inédita de encontrar una solución política al conflicto colombiano, el que después de la perfidia santista y el fracaso en la implementación plena e integral del Acuerdo de Paz, firmado en 2016 con el fin de terminar el histórico conflicto social y armado colombiano; este se ha vuelto a reciclar, aún con mayor violencia, fraccionamiento y caos social regional, persistencia del narco paramilitarismo oficial, exterminio gota a gota de desmovilizados de la guerrilla firmante de tal Acuerdo, criminalización calculada de la movilización social y popular, y destrucción sistemática del tejido social con el fusilamiento de cualquier líder social alternativo.

Y, la cultura mafiosa y contrainsurgente del “enemigo interno” comunista o castro-chavista, implantada por la demoledora acción continuada del oligopolio mediático, sigue siendo la ideología dominante en amplias capas de la sociedad colombiana.

La militarización de la sociedad, el escandaloso gasto militar, la impunidad generalizada, la grave crisis social generalizada sin resolver estructuralmente por el actual gobierno pelele de Duque, así como el reforzamiento de las ideas básicas de la contrainsurgencia y de la doctrina de la Seguridad Nacional, la adhesión al bloque militar geoestratégico de la OTAN para amenazar a países vecinos especialmente a Venezuela en la extensa frontera común que comparten, o reciente a Nicaragua por el asunto de las aguas territoriales del archipiélago de san Andrés, son una realidad abrumadora para cualquier colombiano.

Y en la esfera económica, el Bloque de Poder Contrainsurgente enumerado arriba, se prepara a continuar profundizando el neoliberalismo militarista del extractivismo depredador minero-energético, de los agro negocios, la “empresarización del campo” y finalizando la total «financiarización» de la economía, junto con el aumento desaforado del Gasto Militar, sin considerar las devastadoras y ruinosas consecuencias sociales, sin reparar en la crisis económica global que está en curso y sin pensar en la población trabajadora o de todos aquellos que viven de su trabajo, incluso de a pie.

La oligarquía y el Imperialismo global que la soporta, se preparan febrilmente para una gran operación de distracción ideológica y mediática, mediante la puesta en marcha en este 2022, de un proceso electoral, a todas luces manipulado o amañado, vendiendo demagógicamente por medio de su oligopolio mediático adicto,  esperanzas fantasiosas que no va poder cumplir, con la convicción o la certeza de que su Hegemonía va a salir sin un rasguño de este episodio y, creyendo que pintando la casa de color verde esperanza van poder dejar dentro de ella el mismo casino sangriento, brutal, esquilmador o depredador de siempre.

Así pues, en una coyuntura como la que atraviesa Colombia, con un escenario histórico-político tan abierto a la lucha y a la Movilización Social, Cívica, Étnica, Campesina ,Popular y de Género; la batalla de ideas y la persistencia en la consigna de un futuro mejor, pero con Justicia Social, Democracia avanzada y Soberanía, nos llevan a la frase de Gramsci que comentamos al inicio: De no comprender exactamente “el Estado colombiano en su pleno sentido”, como un Estado fascista y contrainsurgente en descomposición; de no entender correctamente esta combinación de Hegemonía y Fuerza bruta animal que ha hundido a Colombia en la más oscura desesperanza por estar «calcando o copiando», según Mariátegui, otros modelos ocurridos en otros contextos y realidades históricas, con otras coyunturas y correlaciones de fuerzas; no llegaremos a entender la angustia pre-mortem de Gramsci en la celda de la mazmorra poco antes de irse para siempre.

Notas:

*Médico, antropólogo y ensayista colombiano, exiliado político y colaborador de PIA Global

Referencias:

[1] https://rebelion.org/wp-content/uploads/2020/11/colombia_libro_pinzon.pdf

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