Los acontecimientos de la guerra en Ucrania, con los ataques rusos para desnazificar el país y el régimen ucraniano e impedir el dominio completo de las fronteras rusas por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las consecuencias geopolíticas que ello ha provocado, han sacado a la luz la enorme hipocresía y el doble rasero de los gobiernos y medios de comunicación occidentales. Lo que no sorprende a nadie medianamente informado sobre los niveles de prejuicio y racismo hacia africanos, latinoamericanos y árabes por parte de esta gente.
El doble rasero ha quedado expuesto de forma escandalosa, intentando hacernos creer que el derecho a la autodefensa sólo pertenece a los elegidos del imperio y a los protegidos por la hipocresía de los medios de comunicación occidentales. Se trata de un modelo que tolera a los grupos neonazis y a las organizaciones terroristas que trasladan mercenarios para que luchen junto a las tropas ucranianas, mientras que condena a las fuerzas de resistencia que luchan por la soberanía de sus países, como los palestinos que llevan 74 años resistiendo a la brutal ocupación israelí y al apartheid.
No en vano, el apartheid israelí ha vuelto a sacarse de la chistera su hipocresía humanitaria y se ha apresurado a hacer un llamamiento a los judíos ucranianos para que emigren a «Israel, su hogar». El Ministerio de Inmigración israelí anunció que estaba dispuesto a acoger a unos cien mil judíos procedentes de Ucrania, y que para ello construiría más asentamientos en los territorios palestinos ocupados. Como puede verse, el objetivo del apartheid israelí no tiene nada de humanitario, sino que forma parte de su proyecto colonial de buscar una mayoría demográfica que justifique el autoproclamado «Estado judío».
Varias personalidades denunciaron la hipocresía de los gobiernos y medios de comunicación occidentales, como el diputado sudafricano Nkosi Zwelivelile Mandela, nieto del líder de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y ex presidente Nelson Mandela. Dijo que la guerra ha sido orquestada por Estados Unidos, la OTAN y las fuerzas neonazis ucranianas contra Rusia durante ocho años y que «el complejo militar global es el que hace sonar los tambores de guerra en Ucrania, alimentando una agenda de conflictos bélicos de los que la industria armamentística es la única beneficiaria» en una escalada de beneficios sobre las ruinas dejadas en Afganistán, Siria, Irak, Libia, Yemen y otras naciones soberanas destruidas por el imperio.
Nadie quiere la guerra, los conflictos bélicos, la muerte y la destrucción que provoca. Queremos un mundo con seguridad, paz, libertad y dignidad. Sin embargo, uno no puede dejar de indignarse cuando vemos a los líderes occidentales y a sus medios de comunicación hablar del derecho de Ucrania a defenderse y de que las sanciones contra Rusia son legítimas, mientras practican la discriminación racial contra las personas que son víctimas del conflicto porque no encajan en el biotipo europeo blanco y de ojos azules.
Uno de los capítulos que merece la pena destacar es la postura de la corporación Meta, que controla Facebook, Instagram y WhatsApp, las tres mayores plataformas de redes sociales, propiedad del judío sionista Mark Zuckerberg. Estas plataformas cambiaron sus reglas para permitir que sus usuarios propugnen el discurso de odio y la violencia contra los militares y ciudadanos rusos en todo el mundo; mientras censuran, bloquean y eliminan miles de perfiles que denuncian el neonazismo, que legitiman las acciones de Rusia y que defienden la justa causa del pueblo palestino contra el apartheid de «Israel».
Estos medios califican de «terrorismo» la resistencia de los no europeos, mientras que el apartheid y el racismo de «Israel» se consideran un «derecho legítimo de defensa». Los acusados y perseguidos por estos medios sociales van desde las organizaciones no gubernamentales (ONG) que prestan servicios humanitarios a los palestinos, víctimas de las constantes agresiones de los agentes del apartheid judío, hasta las organizaciones de resistencia palestina, que ejercen su legítimo derecho a enfrentarse, por todos los medios, a la ocupación y al proyecto colonial israelíes.
«Israel» ha designado como «terroristas» a varias ONG palestinas respetadas internacionalmente y con una reconocida labor humanitaria y de derechos humanos, que cooperan con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e importantes tribunales de justicia internacionales, como la Corte Penal Internacional (CPI) y la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con las que mantienen colaboraciones para el suministro de información, investigaciones y estudios sobre las constantes violaciones de derechos por parte de la ocupación sionista.
El «Estado judío» actúa en violación del derecho internacional, amenaza y viola los derechos de los palestinos, como han denunciado recientemente Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional. Estas organizaciones, a través de sus informes, ponen en conocimiento de la opinión pública el apartheid, los crímenes de guerra y la violación de derechos promovidos por el «estado judío», hechos documentados durante décadas con la colaboración de diversas instituciones internacionales de derechos humanos.
De las fuerzas de resistencia palestinas, el objetivo preferido es el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que no es un «movimiento terrorista» como acusan los apologistas del apartheid israelí, sino un partido político con existencia legal, reconocido por el pueblo palestino e internacionalmente. Es un componente genuino e integral del movimiento de liberación nacional palestino y la falsa designación dada, por ejemplo, por la Ministra del Interior británica Priti Patel, una de las más fanáticas defensoras de Israel en el gobierno británico, es inapropiada.
El lobby sionista está presionando a los países occidentales para que adopten la misma postura que el representante británico, porque sabe que la resistencia palestina, liderada por Hamás, ha hecho muchos progresos políticos y militares y se ha ganado el apoyo internacional, mientras que al mismo tiempo la ocupación está decayendo a los ojos del mundo, y ya no puede ocultar los crímenes de genocidio y apartheid cometidos contra los palestinos.
Ya que estas potencias y los medios de comunicación occidentales dicen ser justos con las víctimas de las guerras y las injusticias, como lo hacen en relación con lo que ocurre en Ucrania y los refugiados ucranianos, ¿por qué no se pronuncian por el castigo de los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por el apartheid de la supremacía judía ejercida por los sionistas contra el pueblo palestino o las agresiones de Arabia Saudí contra Yemen?
*Sayid Marcos Tenório es historiador y especialista en Relaciones Internacionales. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal), colaborador de PIA Noticias y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (1. ed. Anita Garibaldi, Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@gmail.com – Twitter: @HajjSayid