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El acuerdo que nunca llega, se posterga la negociación India-Estados Unidos

PIA Global – La larga y tortuosa negociación comercial entre India y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más complejos justamente bajo la presidencia de Donald Trump, quien ha presentado su agenda económica como un retorno al bilateralismo fuerte y a la defensa agresiva de la industria estadounidense.

Lejos de la retórica triunfalista, el caso indio demuestra que la relación entre ambas potencias se ha deteriorado, revelando discrepancias profundas que hoy demoran incluso más que el prolongado conflicto arancelario entre Washington y Pekín.

El secretario del Ministerio de Comercio e Industria de India y principal negociador con la parte estadounidense, Rajesh Agarwal, reconoció recientemente que, pese a los avances técnicos, la mayoría de los asuntos “críticos” siguen sin resolverse. Según el funcionario, India y EE.UU. han logrado despejar varios puntos menores, pero el núcleo del desacuerdo continúa intacto y las conversaciones, iniciadas desde principio de año, han entrado en una fase en la que cualquier progreso dependerá exclusivamente de decisiones políticas de alto nivel. Su declaración reveló que “queda poco por discutir”, pero precisamente ese “poco” es lo que ha bloqueado la conclusión del acuerdo comercial.

El contexto es determinante, desde febrero, ambos países trabajan simultáneamente en dos frentes paralelos. Por un lado, un pacto comercial integral destinado a duplicar el intercambio bilateral hacia 2030; por otro, la disputa por los aranceles impuestos por la Administración Trump, que golpearon duramente a la economía india.

La Casa Blanca elevó las tarifas hasta un 25% en agosto debido a la compra de petróleo y derivados rusos por parte de Nueva Delhi, incrementándolas nuevamente semanas después hasta un 50%. Para India, estas medidas fueron arbitrarias, injustas y ajenas al espíritu de cooperación estratégica que ambos países declaran mantener.

Lejos de suavizar el clima, la postura de Washington ha endurecido la percepción de que Estados Unidos sigue tratando a India como un socio secundario, no como un actor de peso creciente en Asia. Funcionarios indios han calificado la dinámica arancelaria como un “descalce total de expectativas”, al tiempo que expertos señalan que el prolongado estancamiento demuestra algo más profundo, la metodología de presión frontal de Trump no solo fracasó frente a China, sino que resultó incluso menos efectiva con Nueva Delhi, un país que reivindica con firmeza su autonomía estratégica.

Las delegaciones de ambos países han mantenido reuniones constantes —incluida la visita del representante comercial adjunto de EE.UU., Brendan Lynch, a Nueva Delhi—, pero el avance sigue siendo marginal.

Las negociaciones, que en la visión optimista de Washington deberían cerrarse antes de fin de año, continúan enredadas en temas clave como la formación de una nueva estructura arancelaria, flexibilización recíproca, acceso al mercado tecnológico, barreras sanitarias y regulación de exportaciones estratégicas. Cada punto revela no solo intereses divergentes, sino una clara falta de confianza acumulada durante los años de confrontación comercial.

Algunos analistas subrayan que este estancamiento es especialmente significativo porque ocurre con un país al que Trump consideraba —al menos públicamente— un aliado natural en su política hacia China. Pero los hechos muestran lo contrario, Nueva Delhi ha respondido con cautela y distancia a los gestos estadounidenses, profundizando su cooperación con Rusia, manteniendo acuerdos energéticos que irritan a Washington y afirmando su postura soberana en todos los frentes.

El mensaje es claro, India no está dispuesta a aceptar presiones ni condicionamientos, y la estrategia agresiva de la Casa Blanca solo ha retrasado un acuerdo que, en teoría, beneficiaría a ambos.

Así, mientras Trump insiste en que su política comercial es un ejercicio de “fuerza vencedora”, la realidad indica que la negociación con India —más lenta, más incierta y más trabada que la disputa con China— ha puesto en evidencia los límites de su enfoque unilateral. Las relaciones indo-estadounidenses atraviesan una fase de desgaste donde la confianza se ha fracturado, y el acuerdo comercial que alguna vez se presentó como inminente hoy es un recordatorio de que incluso los supuestos aliados estratégicos de Washington pueden resistir, retrasar y cuestionar una agenda que no perciben como equilibrada.

La pregunta que domina los círculos diplomáticos es si la Casa Blanca será capaz de abandonar la confrontación como método y avanzar hacia una negociación real basada en respeto mutuo, algo que al no darse ha sido más que ofensivo para el gobierno nacionalista de Modi que interpreta como una insolencia las imposiciones exteriores.

Por ahora, la respuesta parece tan incierta como el futuro mismo del acuerdo comercial entre India y Estados Unidos, un proceso que ya se ha convertido en símbolo de la complejidad del mundo multipolar que emerge y del fracaso de las recetas simples y la bravuconería política en el tablero asiático.

*Foto de la portada: EFE

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