La frontera «no está abierta». Ese sigue siendo el mensaje del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ante la llegada masiva de migrantes centroamericanos y suramericanos a Texas, en su frontera con México.
Tras la reciente llegada de cerca de 15.000 migrantes irregulares a Del Río, ciudad fronteriza en el estado de Texas, el gobierno de Joe Biden puso en marcha un plan para acelerar las deportaciones de los recién llegados con una media de tres vuelos diarios.
Según informaron funcionarios de la administracion, la intención de Estados Unidos es enviar hasta ocho vuelos diarios con una media de 120 personas en cada uno. Lo que se sabe hasta el momento es que para la semana que viene se alcanzará el pico de siete al día.
Según informaciones de los medios estadounidenses, el Gobierno demócrata habría acordado con Haití la devolución de los miles de ciudadanos que han huido del país. Los motivos van desde la inestabilidad generada tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse a una creciente inseguridad y el reciente terremoto de magnitud 7,2 que dejó en ruinas bastas partes de la nación.
Desde el DHS insisten en la firmeza respecto a la estricta política migratoria que rige actualmente en Estados Unidos. Con la decisión de repatriar a miles de desplazados, las autoridades del país dejan claro el mensaje de que travesías desde países como Haití, que puede durar hasta cinco meses y en las que los desplazados exponen su vida en múltiples situaciones, no aseguran a nadie la entrada al país.
El 18 de septiembre, el DHS informó del traslado de unos 2.000 migrantes del campamento en Del Río para su procesamiento y probable expulsión de EE. UU. Estos traslados continuarán «para garantizar que los migrantes irregulares sean rápidamente detenidos, procesados y expulsados de Estados Unidos de acuerdo con nuestras leyes y políticas», dijo la entidad a través de un comunicado.
La agencia también se comprometió a «acelerar el ritmo y aumentar la capacidad de los vuelos de deportación a Haití y otros destinos» en las próximas 72 horas. Además, el organismo anunció que enviaría cerca de 400 agentes a Del Río para tramitar el procesamiento de los migrantes e indicó que enviará más en caso de ser necesario.
A pesar de estar bajo las críticas de los republicanos y los llamamientos a la acción de los demócratas, el presidente Joe Biden no se ha pronunciado ante la reciente llegada de más de 10.000 migrantes a la frontera sur del país, donde aguardan en situaciones de extrema precariedad con la esperanza de entrar a EE. UU.
El campamento
Del Rio es una ciudad de cerca de 35.000 habitantes y se encuentra en un tramo relativamente remoto de la frontera, que carece de capacidad para retener y procesar un número tan grande de personas.
En medio del colapso de la ciudad, las imágenes de personas yendo y viniendo en los últimos días desde México a Estados Unidos para comprar agua, comida y otros artículos en Ciudad Acuña antes de volver al campamento de Texas se han convertido en icónicas de una crisis migrante cada vez más evidente.
Los migrantes –haitianos, cubanos, venezolanos y nicaragüenses– pasan las noches bajo el puente de Del Río, donde las condiciones se están deteriorando debido a que se acumulan la basura y las heces de las personas alrededor de los asentamientos. Pero las motivaciones de estas por hacer una nueva vida en Estados Unidos son más fuertes que estas adversidades.
Desde 2010, tras el terremoto que se cobró la vida de más de 200.000 personas, muchos haitianos decidieron abandonar su país y se trasladaron a otras naciones latinoamericanas. Ahora, la inestabilidad actual en Haití, ha hecho que muchos más hayan abandonado el país.
Respecto de la situación, el primer ministro haitiano, Ariel Henry, dijo que «ya se han hecho arreglos» para recibir a los que regresen a la nación caribeña y para que dejen de sufrir «humillaciones» en la frontera de México con Estados Unidos. «Comparto su sufrimiento y les digo bienvenidos a casa», aseguró a través de sus redes sociales.
La política migratoria de Estados Unidos
Si bien Joe Biden prometió revertir las duras políticas migratorias implantadas por Donald Trump para frenar la llegada de desplazados hacia el país norteamericano, no son muchos los cambios realizados en sus primeros nueve meses de gobierno respecto a estas medidas.
Actualmente, una normativa instaurada al inicio de la pandemia por Trump permite expulsar inmediatamente a los migrantes sin darles la oportunidad de pedir asilo, alegando la necesidad de proteger a los ciudadanos del país ante la llegada de personas contagiadas de Covid-19.
La normativa frustra las oportunidades de muchos desplazados de asentarse en EE. UU., ya que a diferencia de las deportaciones, en las expulsiones no se puede solicitar asilo. Biden decidió mantener esta ley, pero optó por eximir a los niños que viajan solos por motivos humanitarios. Esto en sí se convirtió también en una problemática para Biden, ya que muchas familias comenzaron a enviar solos a sus hijos menores, exponiéndolos a abusos y penurias.
Nicole Phillips, directora legal del grupo de defensa Haitian Bridge Alliance, sostuvo que el Gobierno de Biden debería procesar a los migrantes y permitirles solicitar asilo en consonancia con el derecho internacional.
«Realmente es una crisis humanitaria (…) Es necesario que haya mucha ayuda en la frontera ahora mismo», apuntó Phillis.
Solo en agosto, las autoridades estadounidenses realizaron 209.000 detenciones en la frontera y desde que Joe Biden asumió el cargo en enero, más de 1,3 millones de migrantes han sido detenidos. Se trata de la cifra de detenciones de migrantes más alta de los últimos 20 años.
La primera jornada
Este mismo domingo comenzaron las deportaciones masivas hacia Haití de los desplazados que lograron cruzar la frontera con Texas. Estas labores de deportaciones se dieron mientras también se intenta evitar que nuevas personas atraviesen los puestos fronterizos entre México y Estados Unidos.
Se tuvo constancia de que al menos tres vuelos con más de 320 migrantes a bordo partieron hacia Puerto Príncipe con el objetivo de reducir el número de personas hacinadas. La frecuencia diaria de vuelos aumentará con los días durante la próxima semana. Este martes se prevén unos seis, mientras que a partir del miércoles se esperan siete. De esta forma se podrá deportar a más de 1.000 personas diariamente.
Para encontrar un caso parecido de deportaciones masivas sin que exista la más mínima posibilidad de solicitar asilo hay que remontarse al año 1992, cuando la Guardia Costera rechazó la llegada de varias pateras cargadas de migrantes haitianos.
La situación de los migrantes haitianos parece que no será mejor si en vez de cruzar hacia Estados Unidos deciden quedarse en México. El Gobierno de esta nación también anunció sus intenciones de devolver a todos los haitianos que estén en su territorio sin la acreditación migratoria necesaria para estar.
Con informaciones de France24.