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Bolsonaro usa la ONU como escenario para sus discursos negacionistas

Escrito Por Ana Dagorret

El lider político brasileño hizo del escenario de la ONU una de sus transmisiones por redes sociales, donde repitió mentiras y se abrazó al negacionismo sanitario, económico y ambiental.

Como es tradición en cada Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente de Brasil fue el primer jefe de estado a hacer su discurso. Ante una platea incompleta debido a las restricciones propias de la pandemia y con toda la expectativa sobre el tono y el mensaje de Jair Bolsonaro, el presidente discursó por 12 minutos donde abundaron hechos distorsionados, medias verdades y declaraciones racistas.

El presidente brasileño, que fue impedido de entrar en restaurantes de New York por no estar vacunado, comenzó su discurso diciendo que buscaba mostrar un Brasil diferente del que se publica en diarios y canales de tv en una crítica clara al trabajo de la prensa nacional e internacional. Bolsonaro continuó diciendo que estamos a dos años y ocho meses sin ningún caso concreto de corrupción.

Enseguida, en un gesto claro para su base evangélica, Bolsonaro apuntó: “Brasil tiene un presidente que cree en Dios, respesta la constitución y a los militares, valoriza la familia y debe lealtad a su pueblo. Eso es mucho, es una base sólida si tenemos en cuenta que estábamos al borde del socialismo”.

Bolsonaro se refirió también a la situación ambiental, tema centras de la Asamblea abordado por el Secretario General de Naciones Unidas y retomado por otros líderes en sus intervenciones. El presidente brasileño señal que “ningún país del mundo posee una legislación ambiental tan completa”. Luego de enumerar algunos datos en cuanto territorio de vegetación nativa, Bolsonaro dijo que “en Amazonas tuvimos una reducción del 32% de la deforestación en el mes de agosto, en comparación con agosto del año pasado”.

Mas adelante, el presidente también abordó el tema de los pueblos indígenas al referir: “14% del territorio nacional, o sea, más de 110 millones de hectáreas, una área equivalente a Alemania y Francia juntas, es destinada a reservas indígenas. En esas regiones, 600 mil indios viven en libertad y cada vez más desean utilizar sus tierras para agricultura y otras actividades”.

Bolsonaro también habló de la situación de crisis que se vive en Afganistán y apuntó que “nuestro país siempre recibió refugiados”. El mandatario reforzó: “Concederemos visa humanitaria para cristianos, mujeres, niños y jóvenes afganos”.

En referencia a las consecuencias de la pandemia de covid19, Bolsonaro criticó las medidas de distanciamiento social, medida a la cual apuntó como responsable por la inflación de los alimentos a nivel mundial, y defendió el tratamiento con remedios sin eficacia. “No entendemos por qué muchos paises, junto con gran parte de los medios internaconales, se colocaron contra el tratamiento incial. La historia y la ciencia sabrán responsabilizar a todos”.

Bolsonaro también aprovechó su discurso en la ONU para hacer referencia a los actos antidemocráticos del siete de septiembre, convocados y financiados por el agronegocio y varios parlamentarios de su base. “El pasado 7 de septiembre, fecha de nuestra Independencia, millones de brasileños salieron pacífica y patrióticamente a las calles en la mayor manifestación de nuestra historia para demostrar que no renunciarán a la democracia, a las libertades individuales y al apoyo a nuestro gobierno”.

Hacia el final, el presidente brasileño hizo referencia al crecimiento económico del país durante su gestión y tras la pandemia: “Mi gobierno ha recuperado su credibilidad exterior y hoy es uno de los mejores destinos para la inversión”.

Repercusiones

Como suele suceder desde que asumió el mandato, el discurso de Bolsonaro en la ONU generó una gran repercusión negativa tanto en la prensa brasileña e internacional como entre organizaciones sociales, políticas, científicas y ambientales.

Las principales críticas estuvieron apuntadas hacia la defensa del tratamiento del covid con remedios comprobadamente ineficaces. Desde el inicio de la pandemia, el gobierno brasileño se opuso a la implementación de medidas de distanciamiento y hasta llegó a generar diversas aglomeraciones al convocar marchas contra la Corte Suprema y la política sanitaria de los gobernadores. Al momento, Brasil es uno de los países con más muertes por covid, con una cifra que se acerca a las 600 mil víctimas y denuncias de subnotificación de casos.

Ante el avance en el desarrollo de vacunas y ya con varios países del mundo inmunizando a sus profesionales de salud, Bolsonaro llegó a decir que su gobierno no compraría vacunas al tiempo que defendió el tratamiento con hidroxicloroquina e invermectina como tratamiento preventivo. El propio Bolsonaro manifestó en una reunión con Boris Johnson, antes de su discurso en la ONU, que al momento no había sido inmunizado.

Las críticas también apuntaron a los datos sobre la situación ambiental que vive Brasil. Si bien es cierto que el índice de deforestación en la selva amazónica se redujo un 32% en relación a agosto del año pasado, la política ambiental del gobierno perjudicó en gran medida la preservación ambiental en los biomas brasileños.

El ex Ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles, que fue despedido ya en 2021, es investigado por la justicia por favorecer la exportación de madera ilegal. Fue desde la gestión de Salles que se avanzó en la desarticulación del Instituto Chico Mendes de Preservación Ambiental (ICMBio) y del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA), organismos que fiscalizan los biomas para impedir el avance de la deforestacion.

Con esas medidas, el avance de la frontera agrícola ha ganado fuerza en los años de gobierno de Jair Bolsonaro, motivo por el cual un sector del agronegocio apoya al presidente y hasta llegó a financiar, a través de la organización AproSoja, las movilizaciones antidemocráticas del siete de septiembre.

A nivel nacional, las críticas también se centraron en la mención de Bolsonaro al hecho de que no hay casos comprobados de corrupción en su gobierno. Como mostró la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado a lo largo de seis meses, el gobierno privilegió la compra de vacunas a valores superiores y a través de empresas intermediarias por sobre la negociación directa con los laboratorios. A su vez, la investigación apunta al Ministerio de Salud como el centro de otros esquemas que incluyen la compra de medicamentos y test de covid a precios por encima del valor de mercado.

Hacia dentro del clan presidencial la situación se vuelve más pantanosa. Según muestran datos divulgados por el Ministerio Público del Estado de Río de Janeiro, la familia Bolsonaro opera un esquema de retención del salario de los asesores parlamentarios durante casi 30 años de los tres hijos que actúan en polítca y del propio presidente. La adquisición de parte de dos de los hijos del presidente de sendas mansiones en áreas ricas de Brasilia, incompatibles con los salarios y bienes declarados, dan cuenta de una situación irregular que la familia al momento no explicó.

Como suele suceder desde el inicio de su gestión, Bolsonaro no pasó desapercibido en la Asamblea de Naciones Unidas. El lider político brasileño hizo del escenario de la ONU una de sus transmisiones por redes sociales, donde repitió mentiras y se abrazó al negacionismo sanitario, económico y ambiental. No se podía esperar otra cosa.

Acerca del autor

Ana Dagorret

Periodista, colaboradora de medios populares de Argentina y Brasil y ayudante diplomada de la Cátedra de RRII de la Fac. De Periodismo y Com. Soc. De la UNLP. Desde 2018 trabaja como corresponsal en Río de Janeiro.

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