La fragmentación del actual Donbass provoca más problemas que beneficios, pero sus autoridades insisten en mantener el actual modelo. ¿Por qué? ¿Qué pasará si no se hace nada?
En la propaganda ucraniana (y en menor medida también en la propaganda occidental), la historia de la guerra en Donbass es simple, estúpida y efectiva, como un guion del estudio cinematográfico Dovzhenko. Según esa versión, la guerra fue cosa únicamente de Rusia y todo lo que ha sucedido en la región desde 2014 es una manifestación de la voluntad rusa. Esta versión no reconoce ninguna capacidad de decisión a los políticos y la milicia de Donbass. Son solo “sirvientes de Moscú”, “títeres” o simplemente “rusos disfrazados”.
Sorprendentemente, en la Federación Rusa también es común una visión parecida de los hechos, aunque el énfasis es diferente: desde la “ayuda fraternal” a la “lucha contra el fascismo”, aunque siempre sin cuestionar a Rusia como parte organizadora y ejecutora.
La realidad, como suele pasar, es mucho más complicada. Sí, la vida en el Donbass moderno depende casi completamente de Rusia, pero pensar que las autoridades de la RPD y la RPL están absolutamente controladas por el Kremlin y no tienen ninguna autonomía es algo parecido a la autointoxicación. Tanto en 2014 como ahora, la región se ha visto determinada por una iniciativa que parte desde abajo. Ha sido una manifestación de la voluntad de las élites locales, no la ejecución de órdenes ajenas. La consecuencia es que la estructura política de las Repúblicas no reconocidas, incluso ahora, siete años después del inicio de la guerra, sigue siendo muy diferente de lo que Moscú querría que fuera. Desde el punto de vista de mejorar la gestión y el más eficiente uso de recursos, parece razonable que la RPD y la RPL se unieran en una sola entidad.
Hay que insistir en que el actual modelo se mantiene pese a la evidente petición de la sociedad de Donbass de unir la RPD y la RPL. Se puede preguntar en las calles de Donetsk y Lugansk por qué hay dos Repúblicas en una sola región y nadie sabrá responder. No lo sé, dirán, es algo raro, es hora de eliminar esta particularidad.
Pero las autoridades de la RPD y la RPL no planean eliminar nada. El líder de la RPD ha afirmado recientemente que ese paso no sería apropiado, ya que perjudicaría a Donbass en el proceso de negociación con Ucrania. Al fin y al cabo, los acuerdos de Minsk fueron firmados por representantes de ambas Repúblicas.
Es verdad, pero también lo es que Ucrania no reconoce la RPD y la RPL como entidades legales, ni juntas ni por separado, evita dialogar con sus líderes, sabotea el proceso de paz y continuará saboteándolo en el futuro, ya que no tiene otra estrategia y no se espera que la vaya a tener.
Al mismo tiempo, no es necesario cambiar el estatus de las dos Repúblicas como participantes independientes en el proceso de negociación. La historia recuerda varios casos de representación política. Por ejemplo, Las Repúblicas Socialistas de Bielorrusia y Ucrania tuvieron representación independiente en Naciones Unidas, aunque eran parte integral de la Unión Soviética. También es posible aplicar en Donbass un modelo en el que las Repúblicas no reconocidas se conviertan en una sola entidad estatal y que ambas, la RPD y la RPL sigan participando en el proceso de Minsk.
La unidad de las entidades estatales implica la eliminación de fronteras internas actualmente existentes: pocos lo saben, pero entre las RPD y la RPL hay una aduana. No existe entre París y Berlín, pero existe entre Donetsk y Lugansk, es algo paradójico. Se basa en los intereses de las élites industriales y comerciales locales, fundamentalmente en las de Lugansk. Se cree que Lugansk es más hostil que Donetsk a la idea de unificación, ya que la economía local es menos competitiva que la de sus vecinos y temen una “absorción”.
También es cierto que, para las élites locales, es más agradable ser el primero en un pueblo que el segundo en una ciudad. Al mismo tiempo, el sistema de control en la RPL es menos efectivo y más autoritario que en la RPD, así que la población no se beneficia de esa “autonomía” ni de las demás manifestaciones de la independencia mutua de Donetsk y Lugansk. La población está especialmente molesta por la aduana, cuya existencia afecta al valor de los bienes vendidos en la República. Se trata de un problema urgente teniendo en cuenta la dependencia de importaciones de Rusia, los bajos salarios y el bajo nivel de vida.
La duplicación de funciones estatales también es cara: la población de Donbass tiene que mantener dos aparatos administrativos. Esto sirve a los intereses de los oficiales locales: hay más tramas y más oportunidades de corrupción y arbitrariedad sobre el terreno. Si esto no se soluciona, la región seguirá hundiéndose en el barro de la atemporalidad. La población seguirá marchándose, las infraestructuras se deteriorarán y la idea del “mundo ruso” y la independencia de Ucrania se devaluarán.
La existencia de dos aparatos de Estado daña el desarrollo económico de Donbass, reduce la eficiencia de su gestión y causa inconvenientes en la vida diaria. Los famosos acuerdos de Minsk (odiados por igual en Donetsk y Lugansk) son la última gota la a que se aferran quienes intentan no cambiar nada en este sentido.
Solo en la propaganda ucraniana (y también en la occidental), el Kremlin puede, a golpe de mano, hacer que Donbass se una, se separe o cualquier otra cosa. Ese no es el carácter local, esa no es la mentalidad ni la idea del poder. Desde los tiempos soviéticos, se han acostumbrado a tener responsabilidad propia por su tierra y han aprendido que sus problemas son “menos visibles” desde Moscú o Kiev. También saben cómo derrotar la voluntad ajena en Donbass. Así que la reducción de los aparatos estatales y la eliminación de aduanas debe conseguirse, no con el palo, sino con la zanahoria.
Por ejemplo, se puede conseguir como condición para la inclusión de las actuales RPD y RPL en una zona de libre comercio con Rusia, que es necesaria para la industria local y para el crecimiento de los salarios de la población. Sería decirles que, si eliminan las aduanas internas, se eliminarán las aduanas externas con la Federación Rusa. De esta forma se solucionarían dos problemas a la vez y Donbass tendría la ocasión de aprovechar su potencial económico, que es enorme. No hay otro escenario, a no ser que se considere el retorno de la región rebelde a Ucrania.
Sobre el papel, la RPD y la RPL continuarían viviendo por separado, ya que existen los documentos de Minsk. Pero las restricciones artificiales al comercio interno deben ser eliminadas, la legislación de las Repúblicas debe unificarse y el sistema de gestión debe analizarse para eliminar todos los elementos innecesarios, corruptos y parasitarios. Aquellos políticos locales que estén dispuestos a poner todo esto en práctica tienen una buena ocasión de pasar a la historia como quienes llevaron a Rusia a esas tierras después de un periodo de fragmentación feudal.
Artículo publicado en Slavyangrad.