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Donald Trump y el Ártico: Rusia y China los objetivos

Escrito Por Tadeo Casteglione

Por Tadeo Casteglione* La ambición de Donald Trump de incorporar Groenlandia a los Estados Unidos y su reciente declaración sobre la necesidad de que Dinamarca ceda este territorio no son simples excentricidades del expresidente.

En un contexto global donde el Ártico se ha convertido en un escenario estratégico de confrontación entre potencias, estas pretensiones forman parte de una agenda más amplia de confrontación con la Federación Rusa y la República Popular China.

Con esto en mente vamos a explorar cómo estas iniciativas encajan en la estrategia de dominio del Ártico, las implicaciones para la seguridad global y los riesgos de escalada hacia un conflicto militar.

El Ártico: Una Región Clave en la Geopolítica Contemporánea

El Ártico es mucho más que una región inhóspita; es un espacio geopolítico vital. Posee vastos recursos naturales, como petróleo, gas y agua dulce, y alberga rutas comerciales estratégicas que podrían acortar considerablemente los trayectos transcontinentales. Además, su proximidad a Rusia convierte a la región en una plataforma idónea para operaciones militares, incluyendo el lanzamiento de misiles intercontinentales.

Con más de 60 países interesados en explotar el potencial del Ártico, los cinco estados subárticos –Estados Unidos, Rusia, Canadá, Dinamarca y Noruega– compiten por extender su influencia en la región. Mientras Rusia ha fortalecido su presencia militar y económica en el Ártico, la estrategia de Estados Unidos parece estar orientada hacia una postura agresiva y unilateral.

Estados Unidos ha dejado claro que su interés en el Ártico se centra en la explotación de recursos, el control de rutas económicas emergentes y la proyección geopolítica frente a Rusia y China. El congresista Mike Waltz, futuro asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., destacó en una entrevista con Fox News la importancia de Groenlandia y el Ártico para los intereses de Washington.

«No se trata solo de Groenlandia, se trata del Ártico», afirmó, subrayando que Rusia busca convertirse en el «rey del Ártico» con más de 60 rompehielos, algunos de ellos propulsados por energía nuclear, mientras que Estados Unidos tiene solo dos, y uno de ellos sufrió un incendio recientemente.

Waltz enfatizó que la región es clave por sus minerales críticos, recursos naturales y potencial energético, especialmente ahora que el deshielo polar abre nuevas oportunidades. «Se trata de petróleo y gas. Es nuestra seguridad nacional», añadió. Estas declaraciones reflejan una visión estratégica que abarca no solo la región ártica, sino también una política agresiva hacia Canadá y Dinamarca.

Groenlandia: Una “Necesidad Absoluta” para Trump

En 1951, el Tratado de Defensa de Groenlandia permitió a Estados Unidos construir bases militares y operar libremente en el territorio. La base aérea de Thule, rebautizada en 2023 como Base Espacial Pituffik, desempeña un papel clave en el sistema de alerta de misiles y el control de la región ártica. Estas instalaciones otorgan a Estados Unidos una ventaja estratégica, pero las declaraciones de Trump sugieren que busca un control absoluto sobre la isla.

Trump fue el presidente que más sanciones impuso contra Rusia, destacándose por adoptar una postura más agresiva que cualquier otro mandatario reciente. A pesar de las críticas mediáticas que lo acusan de ser «blando» con Moscú, sus políticas económicas y diplomáticas contradicen esta narrativa.

Desde un enfoque menos visible para la prensa, su administración implementó medidas que socavaron significativamente los intereses rusos, desde sanciones económicas hasta la expulsión de diplomáticos. Asimismo, endureció la relación con China, acusándola de prácticas comerciales desleales y de representar una amenaza directa para la hegemonía estadounidense.

En este contexto, las declaraciones de Trump sobre Groenlandia no deben interpretarse como simples aspiraciones territoriales con fines económicos, sino como parte de una estrategia más amplia para consolidar la presencia de Estados Unidos en el Ártico. Su insistencia en adquirir Groenlandia, respaldada por la afirmación de que los recursos de la región son esenciales para la seguridad nacional, es coherente con su enfoque general de confrontación con Rusia y China. La idea de que Trump sería menos agresivo en su nuevo mandato carece de fundamento, dado su historial de políticas firmes contra ambos países.

El análisis publicado por Politico en el cual se menciona sobre una posible “guerra más corta del mundo”, en caso de una invasión estadounidense a Groenlandia, subraya la vulnerabilidad militar de Dinamarca. Con su arsenal reducido por el apoyo militar a Ucrania, Dinamarca no podría resistir una operación estadounidense. Sin embargo, más allá de la factibilidad militar, el objetivo de Trump refleja una visión de dominio del Ártico que amenaza directamente los intereses de Rusia y China.

Foto: Sean Kilpatrick / THE CANADIAN PRESS
Canadá en la Mira

La postura de Trump también incluye a Canadá, otro actor clave en la región ártica. Este interés no es una iniciativa aislada, sino parte de una estrategia más amplia de redespliegue de Estados Unidos que corresponde con la teoría del declive del hegemon, con el fin de asegurar su línea de defensa continental mientras reconstruye su poder industrial.

La caída política de Justin Trudeau en Canadá se alinea con esta estrategia, dado que Washington necesita tiempo y estabilidad en la región para prepararse para una confrontación mayor con Rusia y China.

A través de NORAD, Estados Unidos ya comparte una estrecha colaboración con Canadá en materia de defensa y seguridad. Sin embargo, las crecientes tensiones globales y la importancia del Ártico podrían llevar a una presión aún mayor sobre Canadá para garantizar un acceso sin restricciones a sus recursos y rutas estratégicas.

Desde la perspectiva estadounidense, asegurar el control sobre el Ártico canadiense no solo fortalecería su posición geopolítica, sino que también consolidaría su capacidad de proyección militar frente a sus principales rivales.

El enfoque agresivo de Trump hacia Canadá también refleja su intención de mantener el control absoluto sobre el hemisferio occidental, una prioridad histórica para la política exterior estadounidense.

En un contexto de creciente rivalidad global, Canadá se convierte en una pieza esencial en el tablero de ajedrez geopolítico. Asegurar su alineamiento total con los intereses de Washington, incluso a expensas de su soberanía, es visto como un paso necesario para reforzar la posición de Estados Unidos en la disputa global contra Rusia y China.

Foto: REUTERS – Sergei Guneev
La Respuesta de Rusia y China

Rusia ha sido el país que más ha desarrollado su capacidad en el Ártico, construyendo bases militares, modernizando su flota de rompehielos y fortaleciendo su presencia económica. China, aunque sin acceso directo al Ártico, ha adoptado una estrategia de «Ruta de la Seda Polar,» invirtiendo en infraestructura y colaborando con Rusia para garantizar su participación en el desarrollo de la región.

Ambos países perciben las ambiciones de Estados Unidos como una amenaza directa. Como mencionó Vladimir Putin, “Trump fue el presidente que más sanciones impuso a Rusia”, lo que refuerza la necesidad de que Rusia se prepare para un escenario de mayor tensión en el Ártico. Además, la imprevisibilidad de la administración Trump contrasta con la de los demócratas, quienes, según Putin, son “más predecibles”.

Ante la creciente actividad estadounidense en el Ártico, Rusia y China han intensificado sus esfuerzos para fortalecer su posición estratégica en la región. Ambos países, conscientes del valor geopolítico del Ártico, han analizado de cerca la evolución de los acontecimientos y han comenzado a implementar medidas que reflejan su preparación para pasar a la siguiente etapa en esta competencia global.

Rusia, como principal potencia ártica, ha invertido significativamente en el desarrollo de su infraestructura y capacidades en la región. Con una flota de rompehielos incomparable y bases militares a lo largo de su costa ártica, Moscú ha consolidado su presencia y ha enviado un mensaje claro a Occidente: no cederá su liderazgo en el Ártico. Además, Rusia ha fomentado la explotación de recursos energéticos y minerales en su territorio ártico, estableciendo alianzas con empresas internacionales para maximizar su potencial económico.

La coordinación entre Rusia y China en el Ártico refleja una comprensión compartida de la importancia de la región para sus intereses a largo plazo. Ambos países ven el Ártico no solo como un espacio para la explotación de recursos, sino también como un escenario donde se definirá el equilibrio de poder en el siglo XXI. En este sentido, la colaboración ruso-china en el Ártico se inscribe en una estrategia más amplia de resistencia frente a la hegemonía estadounidense y de consolidación de un orden mundial multipolar.

A medida que Estados Unidos acelera su redespliegue en el Ártico, Rusia y China están preparadas para responder de manera proporcional, ajustando sus estrategias a las proyecciones futuras. La competencia en la región, aunque actualmente se desarrolla en gran medida en el ámbito económico y diplomático, tiene el potencial de intensificarse en términos militares, especialmente si los intereses de las potencias involucradas chocan de manera más directa. Así, el Ártico se perfila como un escenario clave en la disputa por el liderazgo global en las próximas décadas.

Escenarios Futuros: ¿Es Posible una Invasión?

Aunque una invasión directa a Groenlandia o Canadá parece improbable en el corto plazo, no puede descartarse como parte de una estrategia de largo plazo. La escalada de tensiones en el Ártico podría llevar a los siguientes escenarios que ya están en plena marcha.

Militarización Acelerada: Estados Unidos podría aumentar su presencia militar en la región, provocando una respuesta similar de Rusia y China.

Conflicto Territorial: Las disputas por los recursos y las rutas podrían convertirse en un catalizador de enfrentamientos directos.

Aislamiento Diplomático: La agresividad de Estados Unidos podría alienar a sus aliados europeos, quienes también tienen intereses en el Ártico.

En este escenario, las palabras de Putin durante la campaña electoral de los Estados Unidos adquieren un nuevo significado: “Conviene que ganen los demócratas porque son más predecibles”. La imprevisibilidad de Trump y su visión agresiva del Ártico plantean riesgos significativos para la estabilidad global. Aunque Dinamarca y Canadá intenten resistir estas ambiciones, la realidad es que la superioridad militar de Estados Unidos los coloca en una posición vulnerable.

Con la cercanía de la asunción en el cargo de Donald Trump del 20 de enero, el Ártico se convierte en un campo de batalla geopolítico, Rusia y China entendiendo el enfoque de las nuevas dinámicas y proyecciones a futuro se ven obligados a fortalecer sus alianzas y capacidades en la región.

El desenlace de esta confrontación está lejos de estar definido, y el Ártico podría ser el escenario de una nueva fase en la disputa por la hegemonía mundial, disputa que deja también totalmente abierta el conflicto del futuro cercano respecto al valor geoestrategico aun mayor que representa la Antártida en el hemisferio sur.

Por Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.

*Foto de la portada: EFE/EPA/EMIL STACH

Acerca del autor

Tadeo Casteglione

Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales.

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