El continente africano es el tercero en superficie, por detrás de Asia y América. En él subyacen una serie de características que lo trasforman en único, particular y cautivante. A pesar de una riqueza subterránea incalculable (brindada por el petróleo, minerales, diamantes y metales preciosos) y de la mayor superficie cultivable a nivel mundial, alberga los mayores índices de pobreza y desigualdad. África sigue siendo el continente más pobre del mundo, con el 13% de la población mundial, el continente acoge el 33% de la población pobre del mundo y alcanza el 1,6% del PIB global. Un cuarto de la población que habita el suelo africano sufre de desnutrición. La mitad de las muertes infantiles a nivel mundial ocurren en África. Más de la mitad de las personas del continente, el 62% viven en viviendas humildes hechas con materiales de desecho o de mala calidad y carecen de condiciones de habitabilidad. Solamente el 16% tiene acceso a agua potable por tubería.
Condiciones difíciles
Todo lo que a mucha gente le pueda parecer “normal o común” en la mayor parte de África no está o no es de tal forma, de hecho la infraestructura que es común en gran parte del mundo no existe o está severamente limitada en África. 598 millones de africanos subsaharianos viven sin electricidad y usan lo que sea como combustible para cocinar, por ejemplo. Además el problema de agua y saneamiento en estos países cuestan más que lo que estos países reciben en asistencia económica. De todas las personas a nivel mundial sin acceso a agua potable, casi el 40% de ellas viven en África, según datos surgidos de diversos estudios que más allá de sus intenciones reflejan una realidad sin par.
El hambre es uno de los principales problemas en este continente que además le suma los conflictos, la violencia y el Covid. En África se está produciendo menos alimentos por persona, siendo que posee una de las mayores superficies cultivables a nivel mundial. El tamaño promedio de un terreno es demasiado pequeño incluso para alimentar a una familia. La mitad de la población del continente consta de niños, de los cuales hasta un 20% son discapacitados. Un creciente número de niños está sufriendo retrasos de crecimiento como consecuencia de la desnutrición.
Por otro lado si se tiene en cuenta que enfermedades como el VIH/sida, Ébola, Malaria (mata a 3,000 niños africanos cada día) y la actual pandemia de Sars cov-2 están dejando huérfanos a cada vez más niños a una edad muy temprana. Se calcula que hay 32.1 millones de huérfanos en el continente africano, Con una población que se ha pronosticado doblará en tamaño para el año 2050, habrá aún menos recursos para todos si no hay un cambio urgente, cosa poco probable de continuar con las problemáticas actuales.
Refugiados y desplazados agravan el problema
Hambre, violencia, guerras y terrorismo son el principal motivo por el cual una gran parte de la población africana “reside” fuera de su lugar de origen. El África subsahariana alberga a más del 26% de la población refugiada del mundo, más de 18 millones de personas. Esta cifra se debería ir actualizando minuto a minuto ya que los incesantes conflictos que se están llevando a cabo en muchas regiones obligan (expulsan) a cada vez más personas a dirigirse a centros de refugiados. En índice de desplazados se incrementó exponencialmente en los últimos años, en parte debido a las crisis en curso en la República Centroafricana (RCA), Nigeria y Sudán del Sur. También ha crecido como resultado de nuevos conflictos en Burundi y Yemen.
Ahora bien, escuchamos hablar de refugiados y desplazados, pero no hemos definido aún el concepto. Según ACNUR un refugiado es una persona que «debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de etnia; religión; nacionalidad; pertenencia a un grupo social; u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede acogerse a la protección de dicho país». En África se dio una de las primeras crisis de refugiados, donde la descolonización de la década del ‘60 produjo la primera de numerosas crisis de refugiados en este continente. A finales del siglo hubo nuevos problemas de refugiados en África y se produjeron flujos importantes de refugiados en Europa como consecuencia de las guerras en los Balcanes. Asia y América no escapan a la problemática y con esto señalamos que el problema no solo es de África, sino que atañe a otros sectores del globo, con un tema común, hambre y violencia. Sin embargo el continente africano es el epicentro de los desplazados y refugiados por temas extraclimaticos.
Distintas regiones de África bajo el mismo flagelo
El Sahel cubre el territorio del norte de Senegal, el sur de Mauritania, Malí, el norte de Burkina Faso, el extremo sur de Argelia, Níger, norte de Nigeria, franja central de Chad y de Sudán, Eritrea y parte norte de Etiopía. Está delimitado en el norte por el Sáhara y en el sur por la menos árida sabana. En este amplio territorio se calcula que la violencia ha obligado a huir hasta ahora a 2,9 millones de personas, número que va en aumento ya que en la región no hay perspectivas de paz o estabilidad y es muy probable que se produzcan nuevos movimientos de población.
Claro está que estos desplazamientos de personas (poblaciones enteras abandonan todo huyendo del peligro de una bala o una bomba) no mejoran las condiciones de vida ni de los desplazados n de las poblaciones que los reciben. Entonces ante las difíciles condiciones que encuentran en los países de acogida limítrofes, en los que buscaron protección, al impacto económico que causan (si además se le suma la pandemia de COVID) y a la falta de alternativas viables, muchas personas siguen emprendiendo peligrosas travesías por mar rumbo a Europa. Este desplazamiento forzad aumenta el riesgo de muerte, de abusos y de trata. Los secuestros a cambio de un rescate, el trabajo forzado, la servidumbre sexual y la violencia de género en manos de redes de trata y pandillas criminales son las secuelas, los “daños colaterales” que enfrentan los desplazados.
Sudán del Sur, sumergido en un conflicto desde 2013, se enfrenta a una situación humanitaria crítica, con hambre crónica y desnutrición que afecta especialmente a las familias y a los niños. Los efectos a largo plazo del conflicto han obligado a decenas de miles de familias a permanecer en albergues temporales y a millones de personas a buscar refugio fuera del país. El Programa Mundial de Alimentos presta asistencia humanitaria para salvar vidas en Sudán del Sur, llegando a 5 millones de personas en todo el país.
Actualmente hay más de 8,3 millones de desplazados internos y más de 4,6 millones de refugiados en toda el África oriental, como hemos señalado, debido a los conflictos y la violencia. Por ejemplo en Etiopía, Somalia, Sudán del Sur y Sudán. La ruta oriental para los desplazamientos de pobladores desde el Cuerno de África hasta el Yemen y más allá sigue siendo la ruta marítima más transitada del mundo. Claro que el Covid ha cambiado y empeorado aún más esta situación, ya que los desplazados africanos van acumulándose en los puntos de egreso, complejizando su situación aún más.
Algunos informes señalan que al menos 31,5 millones de personas se encontraban en situación de grave inseguridad alimentaria en África oriental a finales de 2020. El conflicto armado sigue siendo el principal motor de la inseguridad alimentaria y la marcha hacia los campos de refugiados en la región, pero además se suman causas naturales como la plaga de langostas del desierto del Cuerno de África que en 2020 fue la peor de los últimos 25 años en Somalia y Etiopía, y de los últimos 70 años en Kenya, dejando a su paso tierra arrasada y la destrucción total de la agricultura y los medios de vida empeorando una situación de seguridad alimentaria ya alarmante. Los efectos socioeconómicos del Covid-19 también han aumentado las vulnerabilidades preexistentes, incluso en Burundi. Todas situaciones extremas que colaboran en la decisión de tomar el riesgo de desplazarse en busca de un ¿mejor futuro?
En otros lugares del continente, por ejemplo en el África Meridional los problemas económicos contribuyeron al aumento de la inseguridad alimentaria, obligado a desplazarse hacia otras zonas, miles de ellos regresaron de Sudáfrica a Lesoto y Zimbabwe. Al mismo tiempo, el brote de langosta migratoria africana en África meridional representa una amenaza para la cosecha de 2020/2021, ya que unos 2,3 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria grave viven en zonas infestadas de langostas en los cinco países más afectados: Angola, Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe.
El futuro es incierto
Como hemos podido observar a lo largo de esta nota, al indagar en las causas que obligan a los desplazamientos forzosos o involuntarios se suele hacer una distinción entre los desplazamientos generados por conflictos y los generados por desastres. El desplazamiento generado por un conflicto se considera causado por el ser humano, en el entran los conflictos bélicos, el terrorismo, conflictos de índole política, etc, mientras que en el caso de los desastres las causas son naturales, hablamos de inundaciones, sequias, plagas, etc. Las definiciones de estos conceptos son útiles, pero en la práctica las líneas divisorias pueden ser borrosas, porque los conflictos se derivan a veces de litigios por los recursos naturales, y la actividad humana puede desencadenar desastres naturales, tales como los deslizamientos de tierras.
Lo cierto es que fuese cual fuese la causa de los desplazamientos, estos hoy por hoy son causa y efecto de una de las mayores crisis humanitarias a nivel global. Sumidas además en un contexto mundial de pandemia que no hace otra cosa que empeorar aún más una situación límite de una población en riesgo humanitario extremo. Sin una salida aparente, y repoblando campos de refugiados el presente de gran parte de la población africana pende de un hilo cada vez más fino.
Notas:
*Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, Licenciado en Comunicación social, UNLP, Miembro del Equipo de PIA Global
Fuentes consultadas: