África Asia Occidental

El Canal de Suez es un símbolo de la independencia egipcia, pero ¿lo renunciará El Cairo ante la presión de Estados Unidos?

Por Islam Farag*- La estrategia de Trump hacia el Canal de Suez podría desarrollarse en los próximos días.

Desde que asumió el cargo en enero pasado, el presidente estadounidense Donald Trump ha intentado reestructurar el sistema comercial global. Solo se ha destacado un aspecto de este esfuerzo: su ferviente deseo de usar aranceles para ajustar la balanza comercial entre Estados Unidos y muchos otros países.

El 2 de abril se anunciaron aranceles significativos y variables sobre las importaciones procedentes de China, la Unión Europea y muchos países aliados, con el objetivo de reducir el déficit comercial, que alcanzó los 131.400 millones de dólares en enero de 2025, según la Oficina del Censo de Estados Unidos.

Un aspecto pasado por alto

Sin embargo, un aspecto que no ha recibido mucha atención es su búsqueda del control de importantes rutas marítimas, como parte de una estrategia integral que combina proteccionismo económico, presión diplomática e influencia militar, para “Hacer a Estados Unidos grande otra vez”, en línea con su lema de campaña electoral.

A pesar de los numerosos interrogantes que plantea esta estrategia, con sus diversos aspectos, respecto de su capacidad para alcanzar sus objetivos en medio de las complejidades de las leyes internacionales y la soberanía estatal, él la sigue aplicando sin descanso, sin dejarse intimidar por las voces disidentes tanto a nivel nacional como internacional.

Las ambiciones de Trump de dominar el mar se basan en la idea de que controlar los cuellos de botella marítimos otorga a Estados Unidos una influencia económica y política sin precedentes.

El 15 de marzo de este año, la Comisión Federal Marítima de Estados Unidos (FMC) inició una investigación exhaustiva sobre la congestión en las rutas marítimas, incluido el Canal de Suez, el Canal de Panamá, el Estrecho de Malaca y el Estrecho de Gibraltar.

La investigación tuvo como objetivo evaluar las restricciones que afectan al comercio estadounidense. Propuso imponer sanciones y multas significativas a los buques de propiedad o construcción china para reducir la influencia de Pekín en el sector naviero. Algunas de estas multas podrían alcanzar hasta 3 millones de dólares por cada viaje realizado por dichos buques. Las sanciones incluyen la prohibición de que los buques con bandera extranjera, en particular los chinos, operen en puertos estadounidenses.

Esta investigación no parece ser una mera medida técnica sino más bien parte de un intento de imponer un sistema marítimo unipolar que sirva a los intereses estadounidenses, sin tener en cuenta los equilibrios internacionales que han prevalecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Las declaraciones de Trump sobre la compra de Groenlandia y la recuperación del Canal de Panamá refuerzan esta percepción. Según el Consejo Ártico, el control estadounidense sobre Groenlandia le otorgaría influencia sobre el Paso Ártico, por donde pasa el 5% del comercio mundial.

Al mismo tiempo, según el informe 2024 del Foro Económico Mundial, el Canal de Panamá, que sufre sequía y retrasos de hasta 20 días, sirve como punto de presión contra China, que controla el 70% de la industria mundial de construcción naval.

La administración estadounidense es consciente de que sus intentos de dominar las rutas comerciales globales repartidas por todo el planeta podrían provocar una reacción negativa de sus aliados, pero esa posibilidad no le preocupa.

Acuerdo de navegación por el Mar Negro

Cabe decir que este asunto también ha sido una preocupación acuciante para la actual administración estadounidense durante su gestión de la guerra en Ucrania. En marzo pasado, la administración anunció un acuerdo alcanzado en conversaciones con mediación estadounidense en Riad, Arabia Saudita, entre Rusia y Ucrania para garantizar la seguridad de la navegación en el Mar Negro.

Según la Casa Blanca, ambas partes acordaron eliminar el uso de la fuerza e impedir el uso de buques comerciales con fines militares en la región. El objetivo declarado era restablecer el flujo marítimo comercial, en particular la exportación de granos, gravemente interrumpido desde el fracaso de la Iniciativa de Granos del Mar Negro, mediada por las Naciones Unidas y Turquía, en 2023. Estados Unidos también se comprometió a facilitar el retorno de las exportaciones agrícolas y fertilizantes rusos a los mercados globales, sugiriendo una relación entre asegurar la navegación y la flexibilización de algunas sanciones.

Según los observadores, esto reflejaba un enfoque integral que vinculaba la seguridad nacional con los intereses económicos. En este contexto, el Mar Negro se consideraba un escenario para afirmar la influencia estadounidense sobre Rusia, con el foco puesto en la estabilización del comercio como herramienta de presión diplomática.

Sin embargo, este acuerdo ha generado controversia. El Kremlin vinculó su implementación al levantamiento de las sanciones a los bancos rusos —una condición no mencionada explícitamente en la declaración estadounidense—, lo que sugiere interpretaciones contradictorias. Mientras tanto, los países de la Unión Europea expresaron su preocupación por la posibilidad de que el acuerdo debilite el régimen de sanciones contra Rusia sin ofrecer garantías de seguridad duraderas para Ucrania.

Enfoque silencioso

Y aunque el deseo de dominio marítimo del gobierno estadounidense ha sido declarado abiertamente en lo que respecta al Canal de Panamá, Groenlandia y el Mar Negro, sigue siendo claro pero tácito cuando se trata de una de las vías fluviales más importantes del mundo: el Canal de Suez.

El canal, que conecta el Mar Rojo con el Mediterráneo, es un punto de tránsito crucial para buques comerciales y militares. Acorta significativamente la distancia entre Asia y Europa, ahorrando aproximadamente 10 días en comparación con la ruta alrededor del Cabo de Buena Esperanza.

Sin embargo, el canal ha atravesado un período muy difícil desde el inicio del ataque de Israel a la Franja de Gaza en respuesta a los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, cuando la resistencia palestina lanzó un asalto sorpresa contra Israel, capturando a numerosos civiles y militares israelíes.

La respuesta de Israel propició el surgimiento de un frente de apoyo militar a la resistencia, siendo uno de sus actores clave los hutíes en Yemen, quienes lanzaron ataques con misiles contra Israel. Esta escalada amenazó la navegación en el Mar Rojo, lo que llevó a muchas navieras a reconsiderar el uso del canal, por el que transita el 12 % del comercio mundial y el 22 % del tráfico de contenedores. Como resultado, los ingresos del canal se redujeron un 25 %, hasta los 7200 millones de dólares, según declaraciones del presidente egipcio Abdel Fattah El-Sisi en diciembre de 2024.

Considerando su papel crucial para garantizar el flujo del tráfico marítimo en el Mar Rojo, Estados Unidos anunció el lanzamiento de la Operación Guardián de la Prosperidad en diciembre de 2023. Esta iniciativa de seguridad multinacional tiene como objetivo salvaguardar la navegación en el Mar Rojo, con la participación de países como el Reino Unido, Francia, Italia y España.

Si bien esta iniciativa representa un esfuerzo encomiable y bienvenido para restablecer la navegación a través de esta arteria estratégica, la investigación recientemente iniciada por la FMC no se considera en absoluto desde esta perspectiva. Esto es especialmente cierto al considerar la feroz campaña de Trump contra el Canal de Panamá, que incluyó amenazas de ocupación militar con el pretexto de las tarifas exorbitantes impuestas a los buques estadounidenses en tránsito. Dicha campaña finalmente culminó con un consorcio liderado por Estados Unidos que obtuvo el control de las empresas que gestionan los principales puertos del canal en Latinoamérica, en un acuerdo valorado en 19 000 millones de dólares. Lo que ocurrió no fue tanto una reducción de tarifas como un intento de frenar el creciente dominio de China sobre el canal.

Lo que confirma que Trump está acosando al Canal de Suez de la misma manera y con los mismos objetivos son las filtraciones publicadas por la revista The Atlantic el mes pasado, que se refieren a los planes estadounidenses de bombardear a los hutíes en Yemen.

Según lo revelado por el periodista Jeffrey Goldberg, editor jefe de la revista, tras ser añadido accidentalmente a un grupo de chat en la aplicación “Signal” que incluía a altos funcionarios de la administración, parte de las conversaciones entre los funcionarios sugirieron implícitamente que Estados Unidos debía aclarar a Egipto y Europa qué esperaba a cambio de atacar a los hutíes. Esto indica que la administración Trump busca claramente obtener algún beneficio a cambio de esos ataques, especialmente porque Estados Unidos no se ve significativamente afectado por las interrupciones en la navegación a través del canal, donde su comercio representa tan solo el 3%, en comparación con el 40% del comercio europeo.

El próximo objetivo de presión de Trump

Por lo tanto, según los observadores, la estrategia de Trump hacia el Canal de Suez puede transformarse en los próximos días en intentos de explotarlo como herramienta para presionar a adversarios como China, que depende en gran medida de este paso para transportar el 60% de sus exportaciones a Europa.

Sin embargo, según una fuente egipcia informada, plantear este asunto al gobierno egipcio podría aumentar las tensiones entre Washington y El Cairo, dado el estatus del canal como símbolo histórico de soberanía e independencia en la toma de decisiones nacionales.

Por otro lado, el asunto trasciende una decisión unilateral del gobierno egipcio. La Convención de Constantinopla, firmada en 1888, garantiza permanentemente la neutralidad del canal y regula la libertad de paso. Tras la nacionalización del canal en 1956, El Cairo reafirmó su compromiso con los términos de la convención, conservando sus derechos de soberanía y gestión a cambio de garantizar la neutralidad y la libertad de paso, añadió la fuente.

La fuente señaló que el compromiso de Egipto con esta convención internacional ha protegido hasta ahora a Egipto de cualquier presión que pudieran ejercer las alianzas militares en conflicto.

Por otra parte, la investigación mencionada se centró en problemas técnicos como la estrechez de la vía fluvial y el flujo unidireccional en el 40% de su recorrido, lo que limita su capacidad para acoger buques gigantes de más de 230 metros de ancho. También señaló retrasos derivados de los ataques hutíes en el Mar Rojo.

Sin embargo, según la fuente, Egipto ha desarrollado el canal durante la última década y ha añadido un canal paralelo de 35 kilómetros, aumentando su capacidad a un promedio de 97 barcos por día, lo que refuta cualquier afirmación de cuellos de botella crónicos en el canal.

La fuente negó la existencia de un problema técnico, señalando que todo el asunto no es más que un deseo estadounidense de explotar la crisis hutí para justificar su intervención en pos de objetivos políticos, en particular para contrarrestar el movimiento de barcos chinos -y posiblemente iraníes-.

Una táctica costosa

Los observadores esperan que Estados Unidos utilice herramientas indirectas para imponer sus condiciones a la gestión del canal, entre ellas, la más notable, la ayuda anual a Egipto, valorada en 1.300 millones de dólares, que podría utilizarse para imponer condiciones a la administración del canal. Esto podría incluir la imposición de tasas a los barcos que utilicen el canal si no cumplen con las normas estadounidenses.

Sin embargo, estos observadores descartan la eficacia de tales presiones para lograr sus objetivos porque El Cairo es plenamente consciente del grave peligro que supone eludir los compromisos de Constantinopla.

Según estos observadores, cualquier presión estadounidense de este tipo representaría una maniobra costosa. China respondería apoyando y desarrollando rutas alternativas. Además, imponer tarifas a los barcos europeos podría impulsar a Bruselas a forjar alianzas con China, fortaleciendo así la Ruta de la Seda.

Por otro lado, imponer restricciones o tasas adicionales al tránsito de buques por el Canal por motivos políticos aumentaría los precios de la energía y los alimentos, lo que afectaría gravemente la economía mundial. Además, cualquier ruta alternativa a la que pudieran recurrir los buques en respuesta a dichas sanciones sería más larga, lo que resultaría en mayores emisiones de carbono, una medida contraria a los objetivos tanto de las empresas como de la comunidad internacional de frenar el calentamiento global.

Al final, El Cairo será el único perdedor en lo que respecta a sus intereses estratégicos y económicos, una consecuencia que implica, entre otras cosas, que Estados Unidos corre el riesgo de perder un aliado importante para mantener la estabilidad en Medio Oriente.

Foto de portada: Shutterstock

Este artículo ha sido publicado originalmente por el portal United World International.

Islam Farag * es un periodista, analista e investigador egipcio.

Dejar Comentario