Siempre hay que tener claro que la caotización es la estrategia imperial.
Irak se enfrenta hoy a un punto muerto en la formación del gobierno. El esfuerzo por ganar más poder y posiciones más altas, cuyo resultado es la creación de múltiples y frágiles coaliciones, ha convertido al proceso de formación de gobierno en una crisis política. Con la retirada de Sadr, este bloqueo político se ha intensificado.
La corriente Sadr es una de las corrientes shiítas en Irak que opera por fuera y es opuesta de la coalición de partidos shiítas llamada al-Atar al-Tansiqi (Marco de Coordinación shiíta) y estaba en coalición con el Partido Democrático del Kurdistán bajo el liderazgo de Barzani y el Corriente sunita llamada al-Siyadah bajo el liderazgo de al-Halbousi. De hecho, al crear esta coalición, Sadr buscaba formar un gobierno nacional que estaría fuera de las afiliaciones políticas y militares, en este sentido, no veía a la coalición shiíta como compatible con sus políticas. Es el proyecto que proponía también un sector del Depto. de Estado.
Con la retirada del movimiento Sadr del proceso de formación de gobierno, los puestos vacantes correspondientes al shiismo fueron ocupados por los candidatos del Marco de Coordinación shiítas, especialmente los miembros del partido Gobierno de Ley afiliado a Nouri Maliki. Despues del affaire de un audio apócrifo que enfrentaba a Maliki con Sadr la coalición Marco de Coordinación decidió devolverles la cuota de ministros de Sadr como gesto de buena voluntad.

Hay que contemplar que como figura popular en Irak, Sadr, al abandonar el proceso de formación de gobierno, se lo puso difícil a otras corrientes shiítas y de alguna manera se consideró exento de futuros fracasos. El motivo de la dimisión de Sadr fue la escalada de diferencias y la salida de algunos de los principales pilares del marco de coordinación.
El Marco de Coordinación con la introducción de Sudani como primer ministro no pudo superar la obstrucción política imperante. La introducción de Sudani como primer ministro no puede ser el resultado deseado de partidos como los Sadris. Al-Sudani es uno de los partidarios de Hashd al-Shaabi y tiene una buena relación con los líderes de Movilización Popular. Sadr considera que un primer ministro que sea independiente de las fuerzas armadas es lo mejor para el país.
La importancia de este tema se debe al hecho de que parte de la población iraquí sigue las políticas de Sadr. Por otro lado, a principios de diciembre de 2019, Moqtadi Sadr tenía reservas sobre la candidatura de Sudani a la jefatura del Gobierno tras la dimisión de Adel Abdul Mahdi, y finalmente accedió a la elección de Mustafa Al-Kazemi.
Después de meses de las elecciones parlamentarias ha sido imposible formar gobierno. La falta de acuerdo entre los grupos kurdos que debieran designar el presidente, lo mismo con los grupos shía que deberían designar primer ministro.
La interna shiíta azusada
El actor más importante, con más centralidad, en el proceso político irakí actual es sin duda alguna Moqtada al-Sadr. Este líder se caracteriza por ciertos niveles de inestabilidad, de imprevisibilidad política y de sectarismo.
No obstante, ha sido coherente y consecuente en su enfrentamiento con otro importante líder del shiísmo Nouri al-Maliki, con quien se negó sistemáticamente a formar gobierno o cogobernar.
Por varias razones, Moqtada considera a al-Maliki su rival más importante y no está dispuesto a participar con él en los procesos políticos. Hasta el punto de que Moqtada propuso formar un gobierno sin la presencia de Maliki, Los grupos shiítas no aceptaron tal condición de Moqtada.
Por lo tanto, Moqtada, que no pudo formar gobierno debido a su incapacidad para formar una facción mayoritaria, fue destituido del parlamento iraquí.
La disolución de los grupos de resistencia, la reorganización de al-Hashd al-Shaabi y la oposición al cargo de primer ministro de al-Maliki o alguien como Haider al-Abadi han estado entre las posiciones constantes de Moqtada en los últimos meses.
La forma en que Moqdata construye su referencia, sus mensajes en las oraciones de los viernes en Karbala y Najaf, dan cuenta de una intencionalidad de construcción de liderazgo inocultable. La cantidad de seguidores con que cuenta y su voluntad de llevar adelante los mandatos de Muqdata lo convierten en una fuerza social potente.
El Marco de Coordinación de las fuerzas políticas shiítas pretendió elegir a Mohammad Shia al-Sudani, convocar una sesión del parlamento y elegir al primer ministro sin la presencia de los representantes de los Sadris. Moqtada impidió la sesión parlamentaria con sus fuerzas sociales.

Ocupar el parlamento y poner condiciones como la reforma de la constitución y la celebración de reelecciones demuestra que, paralelamente a que el Marco de Coordinación se acerca a la formación del gobierno, Moqtada también se ha radicalizado y ha elevado el nivel de sus demandas.
Entre las posibilidades que se han planteado como única salida al impase está la celebración de elecciones parlamentarias anticipadas. Hace algún tiempo, la coalición de fuerzas del gobierno nacional (compuesta por el movimiento de sabiduría nacional liderado por Seyyed Ammar al-Hakim y la coalición Nasr encabezada por Haider al-Abadi) en una declaración que incluía un plan para romper el estancamiento político. Qais al-Khazali, secretario general del Movimiento Asaib Ahl al-Haq, también se pronunció recientemente sobre la existencia de un acuerdo político para volver a celebrar elecciones. Desde el punto de vista de Al-Khazali, esta elección también debería incluir al Consejo Provincial. Parecería ser la única salida posible.
Los yanquis y sus terminales locales
La formulación de la situación de las fuerzas políticas muestra que el Partido Democrático del Kurdistán y la coalición Tadegh liderada por Al-Halboosi son probablemente los opositores más importantes a la renovación de las elecciones parlamentarias. La coalición Al-Fatah, sin embargo, probablemente quiera renovar las elecciones, pero no quiere comentar por ahora. La coalición Nasr y el movimiento de sabiduría nacional, que sufrieron una dura derrota en las elecciones anteriores, naturalmente darán la bienvenida a la celebración de elecciones parlamentarias anticipadas.
Independientemente de los diversos escenarios que se puedan planear para el futuro de los acontecimientos y tendencias en Irak, parece que en el corto plazo se formará un diálogo entre las corrientes políticas shiítas, pero Moqtada mantendrá su arma que es la movilización de su gente. Sin embargo, en cualquier posible conversación futura, las fuerzas del Marco de Coordinación deberían estar listas para ofrecer a Moqtada concesiones significativas.
Irak está pasando por días inflamatorios.
Pero parecería que los actores nacionales tienen claro no traspasar el límite de la caotización.
La táctica de desobediencia civil que montó Sadr fue absolutamente funcional a la política de inestabilidad del imperialismo ocupante. De hecho, este es el enfoque y prioridad de EEUU y sus aliados para impedir los procesos legales en Irak.
Este enfoque ya ha revelado que con las manifestaciones callejeras y los disturbios como la única carta que queda en las manos de Estados Unidos, existe la posibilidad de interrumpir el proceso legal. Moqtada Sadr, que estaba fuera del parlamento e incluso en la posición de oposición al nuevo gobierno, asignó la tarea de luchar contra la corrupción y la expulsión diplomática de América y los ocupantes, ha cambiado repentinamente su situación y no solo busca un regreso legal al parlamento, pero apoyándose en métodos ilegales y el habitual apaleamiento de sus seguidores ha impedido la convocatoria de la sesión parlamentaria y los procesos legales y amenazado con que esta huelga llamativa y sospechosa continuará.
El mensaje mínimo de este comportamiento desenfrenado es que el gobierno de Kazemi permanece en su lugar y sigue las políticas estadounidenses y sionistas, margina a las instituciones judiciales y legislativas y las vuelve pasivas, y gana puntos con la intimidación.
Moqtada Sadr y sus seguidores, que salieron a las calles y ocuparon la sala del parlamento en las nuevas manifestaciones, consideraron permisible atacar las casas de los líderes shiítas o las oficinas de los partidos rivales, y lo más interesante es que con la presencia de los baazistas entre sus simpatizantes, el apoyo de la hija de Saddam y el régimen sionista lo disfruta y el gobierno de Kazemi no toma ninguna medida contra este comportamiento sospechoso e ilegal, y Estados Unidos ha exigido la libertad de manifestación como un derecho legal para enviar indirectamente un mensaje a Moqtada Sadr.
Estos hechos, que han provocado diversas reacciones y contramanifestaciones en apoyo de las instituciones del régimen de Irak, son el caballo de Troya de la sedición estadounidense para evitar más daños en la región y el terreno para el conflicto y la guerra en Irak y luego su desintegración, como Masoud Barzani se prepara para ello.
Es obvio que esta inestabilidad política y de seguridad y la sospecha de sedición que crean tensión en Irak y el entorno circundante, por un lado, deben ser presenciados por una gestión inteligente y, por otro lado, la intimidación y el comportamiento ilegal de un grupo conocido deben ser tratado con fuerza, para que no se convierta en un procedimiento natural en el ambiente interno de Irak o el ambiente externo de Irak.
Notas:
*Analista Internacional y escritor.
Fuente: Colaboración