En la reunión del G7 celebrada en Borgo Egnazia se debatieron temas importantes: en primer lugar, la guerra en Ucrania y el conflicto en Oriente Próximo, el desarrollo de África, la inteligencia artificial y los activos rusos congelados. Este resumen del orden del día es suficiente para plantear en primer lugar una pregunta: ¿cómo encaja el G7 en el orden internacional, con qué relación con otras instituciones internacionales?
El orden internacional está cambiando, las instituciones internacionales que lo han regido están en consecuencia en crisis, falta un proyecto coherente apoyado en un consenso general para superar esta fase de cambio.
El G7 no puede escapar a esta situación, pero sí puede influir en la búsqueda de soluciones.
Para orientarnos, puede ser útil intentar comprender en qué «caja» se sitúa el G7 en el mosaico del orden internacional. Este ejercicio no es abstracto, sino que vale la pena para comprender mejor el impacto de las decisiones adoptadas en la reunión de junio de 2024.
Las instituciones que rigen el gobierno en la mayoría de los países se dividen en dos formas de representación, una del pueblo (la Cámara), una segunda de componentes de la sociedad, calificados de forma diferente en las distintas experiencias (el Senado).
Con el nacimiento de Estados Unidos, este bicameralismo se matizó con la Cámara expresando a los ciudadanos y el Senado a los estados miembros de la federación. En realidad, se introdujeron cambios en esta división para intentar mejorar el equilibrio. Así, se sobrevaloró el peso de los Estados más pequeños y se infravaloró el de los Estados más grandes.
Este principio, aplicado en la Unión Europea, afecta al Parlamento Europeo, que, a modo de ejemplo, prevé que Alemania, el país más poblado, tenga un número de representantes inferior al proporcional, mientras que Malta tiene un número de representantes superior al proporcional.
La lógica de dos órganos representativos de forma diferente también ha sido adoptada por las instituciones internacionales, con soluciones específicas para cada institución. En la ONU, la asamblea está compuesta por representantes de los Estados miembros, y el Consejo por los Estados con mayor poder, con derecho de veto.
La lógica de dos órganos representativos se ha matizado en la experiencia italiana previendo el derecho de voto de todos los ciudadanos para la Cámara de Diputados, mientras que sólo tienen derecho de voto para el Senado los ciudadanos mayores de cierta edad que garantice la madurez.
El G7 encaja en este marco con características propias. Se trata de un conjunto autodefinido de Estados desarrollados. Puede ampliar el número de miembros, puede expulsarlos. Debe considerarse en el marco del orden internacional en su conjunto, a cuya gobernanza contribuye.
¿Qué ha decidido el G7, cuáles son las posibilidades de poner en práctica las decisiones? Es posible buscar algunas respuestas a esta pregunta, sólo con cierta aproximación. Los comunicados al final de las reuniones internacionales son necesariamente concisos.
Guerra en Ucrania. El G7 confirmó su apoyo a Ucrania. La voluntad de alcanzar la paz no se vio respaldada por la definición de un camino hacia la paz. Se dio espacio a las posiciones nacionalistas del Presidente ucraniano.
Para concluir la paz, los contendientes deben sentarse a una mesa, con la mediación de la comunidad internacional. Esta es una regla que enseña la historia, no una nueva regla para Ucrania. Este camino debe definirse y prepararse en todos sus aspectos principales.
Conflicto en Oriente Medio. También para este conflicto se aplica la regla de que la paz requiere la negociación entre las partes contendientes, con la mediación de la comunidad internacional. La condición previa es el reconocimiento de ambos Estados, Palestina e Israel.
La mayor dificultad es la exclusión del terrorismo y el desarrollo de la democracia. La mediación de la comunidad internacional es crucial; un primer paso se dio con la resolución unánime en la ONU a favor de una tregua, con la importante abstención de la Federación Rusa.
El desarrollo de África. Los compromisos asumidos por el G7 son significativos. Italia, en particular, apoyó firmemente un enfoque abierto a la colaboración, para apoyar el desarrollo y la integración de África.
Además de los Estados africanos a título individual, el desarrollo de África implica a cinco actores clave: la Unión Africana, Estados Unidos, la Unión Europea, la Federación Rusa y China. Corresponde a estos actores definir un marco global no conflictivo y lo más sinérgico posible.
En definitiva, se trata del tema del nuevo orden internacional, declinado con referencia a África.
Inteligencia artificial. Aquí radica la gran novedad del G7, la participación del Papa Francisco, que intervino en una sesión especial sobre los peligros y las promesas de la IA. Más allá del importantísimo tema de la inteligencia artificial, se ha abierto la posibilidad de que se escuche la voz de los hombres de fe sobre el tema fundamental de la paz. Es concebible que los Maestros de las religiones monoteístas (Francisco y Kirill in primis) asuman un papel reconocido para el buen gobierno de la comunidad internacional.
Congelación de activos rusos. Más allá de las decisiones, en el G7 surgió la conciencia de que existen grandes incertidumbres sobre la cuestión, ante todo jurídicas, y que es difícil que los Estados miembros del G7 sigan financiando a Ucrania, debido a la difícil situación financiera de muchos países. En Europa, Italia y Francia son los países con una situación financiera menos equilibrada.
Una consideración general. La paz interesa a todos. Sócrates recordaba, hace dos mil años, que nadie está totalmente en lo cierto ni totalmente equivocado. Para alcanzar la paz y poner fin a los conflictos, hay que reconocer las razones y las limitaciones de todos los contendientes. Es esta elección laica la que allana el camino a la diplomacia.
*Dario Velo, catedrático de la Universidad de Pavía
Artículo publicado originalmente en Club Valdai.
Foto de portada: Reuters.