La mayoría de reclamos en las distintas áreas no son nuevas sino que vienen siendo arrastradas, sin respuesta ni solución desde el año pasado, e incluso para algunos casos en particular desde la pandemia por covid-19.
Las múltiples crisis que atraviesa la región vienen golpeando a los pueblos europeos que han visto aumentar drásticamente el costo de vida. La inflación, especialmente aquella relacionada con las materias primas y recursos esenciales como alimentos y energía; la ralentización de la economía o recesión; el nulo aumento de los sueldos; la desindustrialización y despidos afectan principalmente a las clases trabajadoras y a los sectores más vulnerables que no llegan a pagar las boletas de los servicios básicos como el agua, el gas o la electricidad. Incluso, se han visto largas colas de personas esperando en los bancos de alimentos.
Por un lado podemos dar cuenta del fuerte impacto que ha causado la pandemia por covid-19 en todo el mundo, y cómo la crisis económica mundial se ha agravado. No obstante, para los pueblos europeos existen algunos puntos en particular que han dinamitado y profundizado las crisis: las sanciones contra Rusia y las decisiones de lxs líderes de las instituciones europeas alejadas por completo de las realidades locales de los ciudadanos de cada país.
Los paquetes de sanciones contra Rusia impuestos por el bloque occidental (que incluyeron un fuerte componente discursivo) en principio podríamos decir que fue ‘acompañado’ por varios sectores de la población europea bajo la perspectiva de ayudar a Ucrania contra Rusia, aunque hubo países que se negaron desde el comienzo debido a que conocían los efectos que causarían. A medida que fueron avanzando los meses y las crisis se dispararon rápidamente, especialmente la energética que, como efecto dominó, comenzó a afectar a diversos ámbitos productivos esenciales para el comercio, industria y abastecimiento que repercutió en el alza de precios en servicios y alimentos, pérdida de empleos, etc… el apoyo de los distintos sectores europeos comenzó a disminuir.
El discurso de que la culpa era del diabólico Putin comenzó a resquebrajarse ya que se volvió evidente cómo los paquetes de sanciones sólo afectaron a los países europeos, a unos más que a otros, que comenzaron a comprar energía estadounidense, GNL, proveniente del fracking (contra cualquier medida y valores amigables con el medio ambiente para quienes se jactaban de su gran lucha mundial contra el cambio climático y energías verdes) excesivamente más cara y más contaminada, sin mencionar la creación de un nuevo punto de dependencia a EEUU.
Tanto las decisiones políticas de lanzar paquete tras paquete de sanciones, (incluso hace poco días se anunció el décimo mientras la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se encontraban en Ucrania junto a Zelenski), como las reformas impuestas para cobrar el Fondo de Recuperación ‘Next Generation UE’ (una respuesta europea coordinada con los Estados Miembros para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia), demuestran las pocas ambiciones reales que tienen lxs líderes europeos en ayudar a sus ciudadanxs.
El punto, no novedoso ya que era cuestión de tiempo para que explotara, es que lxs ciudadanxs europeos decidieron fortalecer sus medidas de lucha como paros o huelgas y movilizaciones volcándose a las calles masiva y colectivamente. Desarrollaremos a continuación la lucha de dos de los países protagonistas del mes de enero: Francia y Reino Unido, pero cabe mencionar que ciudadanxs de España, Alemania, Italia y Portugal también se encuentran en proceso de lucha, y que otrxs trabajadorxs y sectores vulnerables a lo largo de la región europea viven en constante presión para sobrevivir.
Francia
El pueblo francés es uno de los protagonistas de las masivas movilizaciones de las últimas semanas en Europa. El principal reclamo es la controversial reforma de pensiones que busca extender la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años.
El 10 de enero, la Primera Ministra, Elisabeth Borne, presentó el proyecto de reforma de las pensiones con el objetivo de que se apruebe en 2023 y que se comience a aumentar la edad de jubilación en tres meses al año, comenzando el septiembre de 2023 y logrando llegar a los 64 en 2030.
“Para garantizar el nivel de las pensiones sin aumentar los impuestos, será necesario trabajar progresivamente más tiempo. Pero más allá del necesario equilibrio de nuestro sistema, el proyecto que proponemos es justo y conducente al progreso social”, expresó Borne en su cuenta de twitter al momento de anunciar el proyecto.
Por su parte, el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, dijo que “la edad de jubilación debe aumentarse para lograr el equilibrio en un sistema que afronta una seria deficiencia de recursos. De no efectuarse la reforma, Francia va a perder hacia 2027 más de 12.000 millones de euros al año, y hacia 2030 más de 15.000 millones”.
Nueve días después se desarrolló la primera movilización masiva a escala nacional. Más de 200 manifestaciones en París, Marsella, Lyon, Toulouse, Lille y Nantes aglutinaron a más de un millón de personas bajo el llamado a huelga de las ocho centrales sindicales más importantes de Francia: CFDT, CGT, FO, CFE-CGC, CFTC, Unsa, Solidaires, FSU. En esta primera jornada se produjeron algunos enfrentamientos y represión policial, quienes utilizaron gases lacrimógenos, gas pimienta y golpes contra diversos manifestantes.
Las siguientes movilizaciones lograron una mayor convocatoria y diversas medidas de fuerza de los sectores sindicales, como la rama de energía de la CGT que convocó a paro de 48hs impidiendo el suministro de combustible en algunas refinerías y amenazó con suministrar energía gratis, cortar servicios específicos y obstaculizar operaciones en las terminales de GNL.
Finalizando enero, la segunda movilización masiva convocó a más de 2.8 millones de personas. El 7 de febrero los franceses se volvieron a volcar en las calles en contra de la reforma y se espera que el 16 de febrero se desarrolle una nueva movilización multitudinaria.
Reino Unido
Reino Unido también es uno de los principales protagonistas que se encuentran en lucha desde hace varios meses, o desde hace tres Primeros Ministros… Los cambios de representantes no han cambiado la realidad política que viven los y las trabajadoras del Reino Unido, especialmente porque los cambios se dan entre líderes del Partido Conservador.
El año 2022 ha sido uno de los más caóticos para Reino Unido que en 2023 parece continuar. El enorme aumento de la inflación trasladado especialmente a productos básicos como alimentos, vivienda y calefacción; el desabastecimiento de combustible y por ende también de mercadería en las góndolas; el desplome de la libra esterlina; la crisis política; la crisis económica y financiera; la recesión; el desplazamiento como quinta economía mundial superada por India; el aumento de los precios de la energía que vuelve imposible de pagar para lxs ciudadanxs… han llevado a la población a las calles. Se trata del país que más protestas ha llevado a las calles.
Lxs trabajadorxs ferroviarios, oficiales de control fronterizo, enfermeras, carterxs, fisioterapeutas, maquinistas, conductorxs de ambulancias y colectivos, agentes del Eurostar, personal escolar y universitario e incluso funcionarios poseen diversos reclamos aunque el punto en común se encuentra en el aumento salarial acorde a la tasa de inflación, mejoras de las condiciones laborales e inclusión de más personal especialmente el sector de salud.
El 1 de febrero se realizó el primer paro organizado entre diversos sectores, se paralizaron los trenes, las escuelas (más de 20 mil), las universidades (más de 150), los puertos, los aeropuertos, los colectivos, los museos, y funcionarios no fueron a trabajar. Se vivió una de las jornadas más masivas y coordinadas luego en casi una década en donde alrededor de 500 mil personas fueron a huelga.
El gobierno de Rishi Sunak, cumpliendo los 100 días de gestión, propuso nuevas medidas legislativas con el objetivo de garantizar que se proporcione el nivel mínimo de servicios en distintos sectores públicos buscando de esta forma limitar las huelgas. Los sectores sindicales consideran que se trata de “un ataque contra el derecho a ir a la huelga, un ataque contra los trabajadores y un ataque contra una de las arraigadas libertades británicas” y que “significa que cuando los trabajadores voten democráticamente en favor de la huelga, podrán ser forzados a trabajar y serán despedidos si no lo hacen”, denunció Paul Nowak, secretario general de la Congreso de la Unión de Sindicatos (TUC) según citan en ABC.es.
Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Manifestantes portan una pancarta con el lema «Jubilación inmediata para Macron» durante una manifestación contra la reforma de las pensiones del presidente francés, Emmanuel Macron, en Toulouse (sur de Francia), el 7 de febrero de 2023 © Charly TRIBALLEAU / AFP