La crisis de Ceuta deja un sinfín de interrogantes, tanto en el origen del conflicto, vinculado aparentemente a un castigo diplomático de Marruecos a España, como en la forma de abordar su consecuencia más inmediata: la recepción repentina de miles de personas, entre ellas cientos de menores. De las 8.000 personas que entraron en Ceuta desde el lunes, cerca de la mitad han sido ya devueltas a Marruecos, según el Ministerio del Interior español.
¿Qué pasa en Ceuta?
La noche del domingo se desataron rumores en Marruecos sobre la laxitud de las fuerzas de seguridad marroquíes en la costa; durante la madrugada del lunes, centenares de personas se aproximaron a los espigones que los separan de la ciudad autónoma para bordearlos a nado o a pie. La gendarmería, efectivamente, mostró una “inusual pasividad”, según fuentes de las fuerzas de seguridad españolas. La tarde del martes se contaban ya 8.000 inmigrantes en la ciudad autónoma, la mayoría marroquíes, pero también algunos subsaharianos. Decenas continuaron entrando durante el día. La mayoría son hombres jóvenes, pero hay familias enteras y al menos 1.500 menores, algunos de muy corta edad, según fuentes del Gobierno de Ceuta.
¿Cuál ha sido el desencadenante?
Los conocedores de las relaciones hispano-marroquíes dicen que Marruecos ha vuelto a dar una sorpresa desagradable a España, y en especial a los ceutíes. En diciembre el presidente Donald Trump anunció que Estados Unidos reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Lo hizo a cambio de que Marruecos estableciera relaciones diplomáticas plenas con Israel. Rabat es un aliado estratégico de Washington, y se está por ver si Biden reconsidere la decisión de su antecesor. Pero no será ahora, con el nuevo estallido bélico entre Israel y Hamás en Gaza. Los que tomaron la decisión de alentar el paso masivo de jóvenes y niños hacia Ceuta habrán visto ahí una ventana de oportunidad.
Por otro lado a principios de marzo, Marruecos suspendió todos los contactos con la embajada de Alemania y sus fundaciones y agencias de cooperación, aparentemente por la posición alemana sobre el Sáhara Occidental. Esto también fue un aviso. Desde marzo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea delibera sobre la legalidad de las exportaciones marroquíes procedentes del Sáhara Occidental, a raíz de un recurso del Frente Polisario. Y desde finales del año pasado, a raíz de que Marruecos reabriera la carretera que comunica el territorio con Mauritania, ha vuelto a haber enfrentamientos armados entre las fuerzas que resisten la ocupación ilegal del territorio saharaui y el ejército marroquí.
Otro aviso, que pudo hacer prever esta situación o al menos desencadenarla es a partir de que Marruecos descubrió que España había accedido a tratar, en un hospital, al líder del Polisario, a petición de Argelia, y que lo tenía allí en secreto.
Estos acontecimientos pueden ser tomados como pretextos, pero la realidad es que tienen su importancia a la hora de abrir hostilidades. No es cuestión, sin embargo, de que España amolde su política al objetivo de no dar nunca pretextos a Rabat. Siempre habrá alguno, y si no se inventa. Lo que sí ha de tener España es una política ante un país vecino que reclama para sí las españolas Ceuta y Melilla. Estos motivos han llevado a Rabat a ejercer una presión nunca vista sobre España y la Unión Europea para que “abandonen la zona de confort” de la ONU, en palabras de las autoridades marroquíes y para que secunden los pasos de Trump.
¿Cuál es la postura del Gobierno?
El Gobierno se ha volcado en la resolución de la crisis de Ceuta, que ha desatado la alarma máxima en el Ejecutivo. El presidente Sanchez habló en una comparecencia institucional de la necesidad de defender “la integridad territorial” de España, multiplicó sus gestiones diplomáticas, en especial con la UE. El asunto monopolizó el Consejo de Ministros, donde se evidenció un fuerte malestar con Marruecos. Buena parte del Ejecutivo está trabajando en distintos frentes para resolver la crisis diplomática más grave desde que el presidente llegó a La Moncloa. Sánchez decidió en la noche del lunes desplegar el Ejército en Ceuta y, desde primera hora de este martes, multiplicó sus llamadas, que han incluido a líderes europeos pero también a Felipe VI y al líder de la oposición, Pablo Casado.
¿Cuál es la postura de Marruecos?
El Gobierno de Marruecos guarda silencio sobre lo sucedido. La única declaración por parte de un representante marroquí fue la de la embajadora en España, Karima Benyaich, quien afirmó este martes que “hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”, antes de ser llamada a consultas a Rabat.
¿Cuál ha sido la reacción de la Unión Europea?
La Comisión Europea ha llamado la atención este a Marruecos por su papel en la crisis de Ceuta. “Las fronteras españolas son las fronteras europeas”, ha advertido a Rabat la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, en un discurso en la Eurocámara. La responsable de los asuntos fronterizos y del nuevo pacto migratorio de la UE, en fase de negociación, aseguró seguir con preocupación la afluencia de migrantes “sin precedentes” detectada en el enclave español en África, y ha exigido a Rabat que cumpla con sus obligaciones de controlar las salidas irregulares y que asegure que aquellos “que no tienen derecho a quedarse sean devueltos de forma ordenada y efectiva”.
¿Hay otros conflictos en la relación bilateral España y Marruecos?
Hay dos cuestiones que marcan las relaciones entre España y Marruecos. El primero y determinante es el Sáhara Occidental. Toda la política exterior de Marruecos se supedita al conflicto del Sáhara. Muy por detrás viene la cuestión de Ceuta y Melilla. Para Marruecos, para su prensa local, para su Gobierno, estas dos ciudades autónomas son los “presidios ocupados”. Cualquier otro posible conflicto de intereses, como el contrabando proveniente de Ceuta y Melilla queda en segundo plano.
¿Qué va a ocurrir con los recién llegados?
El Ministerio del Interior está centrado en devolver al mayor número de inmigrantes y lo más rápido posible. Y, aunque, por un lado, Marruecos ha permitido la salida masiva de sus nacionales y todo aquel que quisiese cruzar, por el otro, está aceptando readmitirles de vuelta. Durante la jornada del lunes y la tarde del martes se había devuelto a unas 4.000 personas, según fuentes de Interior. Las devoluciones, se han llevado a cabo en muchas ocasiones sin ninguna formalidad y de forma colectiva. Los abogados, según fuentes del Colegio, han sido llamados para abrir expedientes de devolución, la fórmula recogida en la Ley de Extranjería para las entradas irregulares que garantiza un mínimo cauce jurídico. El ministerio del Interior, sin embargo, se niega a dar detalles del procedimiento que ha seguido para devolver a miles de personas en tiempo récord antes de activar a los letrados y se limita a afirmar que se trata “rechazos en frontera”, a pesar de que estos deben realizarse en los puestos fronterizos, no cuando el migrante ya ha entrado en territorio español.
El Convenio Europeo de Derechos Humanos, además, prohíbe las expulsiones colectivas. Fuentes de Interior señalan, por otra parte, que muchas de las personas devueltas han retornado de manera voluntaria.
La cuestión deja algunas lagunas jurídicas. El Constitucional avaló las devoluciones en caliente el pasado noviembre, pero la Ley de Seguridad Ciudadana que regula ese procedimiento concreta que se aplicará a “los extranjeros que sean detectados en la línea fronteriza de la demarcación territorial de Ceuta o Melilla mientras intentan superar los elementos de contención fronterizos”. “Esta avalancha pone encima de la mesa la contradicción con la que se enfrenta el Gobierno cada vez que se producen llegadas irregulares a Ceuta o Melilla”, analiza una fuente experta en Extranjería que prefiere mantener el anonimato. “Por un lado, la actuación de la Guardia Civil ha sido sistemáticamente salvada por los tribunales cada vez que ha sido denunciada. Por otro, estas actuaciones son difíciles de explicar cuando, como ha ocurrido ahora, se devuelve a miles de personas sin que haya la más mínima posibilidad de comprobar sus circunstancias personales”, añade. “Los ciudadanos marroquíes que se lanzan desesperados al mar tienen que encontrar alguna diferencia entre un lado y otro de la frontera”
¿Qué pasará con los menores que han cruzado el espigón?
En principio, no se les debería aplicar el acuerdo de devolución y debe primar el interés superior del menor. El ministro del Interior, Fernando Grande–Marlaska, aseguró este martes que entre los devueltos no hay ningún menor. Fuentes policiales insisten en que, si algún menor ha sido retornado, ha sido porque lo ha pedido.
El Gobierno de Ceuta y la Delegación del Gobierno han habilitado distintos espacios para la acogida, especialmente, de menores de edad, pero también para adultos que aún permanecen en la ciudad. Los aproximadamente 1.500 menores que cruzaron el espigón permanecían, hasta la tarde del martes, en una nave del Tarajal. Otros espacios, como el recinto del estadio José Benoliel, aún no estaban en funcionamiento en la tarde del martes. Todas las estancias se han visto desbordadas. Fuentes de Cruz Roja, que se ha desplegado en la frontera del Tarajal y las naves del polígono, indicaban que no había cálculos de a cuántas personas prestaban asistencia ni a quienes se había trasladado al hospital. Diversas fuentes en el terreno hablan de “descontrol”.
Notas:
Fuentes consultadas: www.elsaltodiario.com /www.elcorreo.com /elpais.com