Este lunes se conoció la decisión del presidente brasileño Jair Bolsonaro de sustituir a seis ministros, en medio de una fuerte inestabilidad política generada por el avance de la pandemia. Días atrás, la presión del Congreso encabezada por los presidentes de la Cámara, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco, así como de autoridades de la Corte Suprema, puso en duda la continuidad de la forzada armonía entre los tres poderes.
Lira ya se había manifestado públicamente en relación a las medidas que debían ser adoptadas para combatir la pandemia. “Los remedios políticos en el Parlamento son conocidos y son amargos. Algunos fatales” declaró, en lo que fue entendido como una amenaza al ejecutivo, que cuenta con más de 60 pedidos de impeachment contra el presidente brasileño.
Bolsonaro sorprendió con el cambio de seis ministros al frente de carteras consideradas claves para el comando del Ejecutivo. La salida de Ernesto Araujo, al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, ya era un pedido concreto de autoridades del Congreso por el manejo de las relaciones con países como China y Estados Unidos, donde se priorizó la postura ideológica del presidente, perjudicando así las negociaciones para la adquisición de vacunas. Quien ocupará el cargo de Canciller será Carlos Alberto Franco França, conocido por ser una figura conciliadora pero cercana a la familia presidencial.
Sin embargo, la renuncia que más llamó la atención fue la del Ministro de Defensa Fernando Azevedo e Silva, un nombre también cercano al presidente pero con diferencias en relación a las posiciones más extremas. Tras su salida, Azevedo declaró que su gestión preservó las Fuerzas Armadas “como institución del Estado” y no del gobierno. Un día después de la salida de Azevedo, los comandantes del Ejército, Marina y Aeronáutica también presentaron la renuncia a sus cargos, en lo que se considera un hecho inédito en la historia del país.
Quién reemplazará a Azevedo en el cargo de Ministro de Defensa es el ex jefe de la Secretaría de Gobierno, el general de la reserva Walter Braga Netto, responsable por la articulación política de Bolsonaro con el centrão (grupo de legisladores capaces de conformar mayoría parlamentaria y que negocia apoyo político por cargos y presupuestos mayores) en el Congreso. La llegada de Braga Netto al comando de la Defensa confirma la intención del presidente de tener a una persona de su absoluta confianza para hacer uso político del Ejército, algo que no parece seguro aún con el cambio de titularidad.
Según explicó el ex canciller Celso Amorim en entrevista a Revista Forum, “la salida de Azevedo muestra un propósito muy determinado de Bolsonaro de tener un ejército en la mano. No para dar un golpe, pero tal vez para no impedir acciones, como una invasión al Congreso por parte de la milicia, como sucedió en el Capitolio. El propio Bolsonaro dijo que eso podría suceder aquí”.
Otro de los ministros que dejó su cargo fue José Levi, quien se desempeñó como Abogado General de la Unión y que fue reemplazado por André Mendoça, ex ministro de Justicia y Seguridad y responsable de varias denuncias a opositores políticos críticos del presidente bajo la figura de “amenaza a la seguridad nacional”. Levi ya arrastraba diferencias con el presidente desde que se negó a firmar una presentación de Bolsonaro ante el Supremo Tribunal Federal para anular las medidas de distanciamiento de los gobiernos de Bahía, Distrito Federal y Rio Grande do Sul.
A su vez, la Secretaría del Gobierno donde antes se desempeñaba Walter Braga Netto será comandada por la Diputada Flavia Arruda (PL), nombre indicado por el presidente de la Cámara, Arthur Lira. Este nombramiento indica la entrada definitiva del centrão en el Ejecutivo brasileño y, consecuentemente, una influencia mayor en el comando de las políticas que se adopten de ahora en adelante.
En el Ministerio de Justicia y Seguridad, antes comandado por André Mendoça, fue nombrado el delegado de la Policía Federal Anderson Gustavo Torres, quien anteriormente ocupaba el cargo de Secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal.
En términos generales, estos cambios son entendidos como una jugada del presidente para rodearse de aliados que estén alineados ideológicamente. A su vez, se evidencia que el Ejecutivo cedió a las presiones del Congreso con el fin de evitar que entre en debate uno de los pedidos de impeachment y garantizar así su permanencia en el cargo.
En relación a estas modificaciones, la diputada federal Jandira Feghali del PCdoB explicó que “fueron cambios que no interfieren directamente en la defensa de la vida de las personas (…) Hay mucha inestabilidad y esto muestra un intento de Bolsonaro de recomponer relaciones con el centrão y de intentar que las Fuerzas Armadas se muestren a su imagen y semejanza”.
En relación a la mudanza en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Feghali afirmó que “el centrão y el Parlamento presionaron por el cambio de canciller (que ya venía con actitudes ideológicas y absurdas, llevando a Brasil a pasar verguenza internacionalmente), pero el nuevo ocupante del cargo también es un negacionista y eso no modifica la posición de Brasil ante el mundo”.
El diputado Federal y vicepresidente nacional del Partido dos Trabalhadores, José Guimães, explicó que “Bolsonaro nunca estuvo tan desesperado. Distribuyó ministerios a sus aliados para evitar un impeachment y se rodeó de quienes apoyan su proyecto autoritario. La reforma ministerial no altera en nada los rumbos del gobierno porque la crisis del gobierno tiene cara y nombre: es el propio Bolsonaro”.
En relación al cambio de canciller, Guimarães sostuvo que “quien comanda la política externa es el presidente. En el caso de Ernesto Araujo, él solamente seguía la política de aislamiento y boicot a la diplomacia impulsada por el gobierno. Los demás ministros seguirán la receta primaria y sin propósito de un gobierno inepto”.
*Ana Laura Dagorret es periodista, corresponsal en Río de Janeiro y parte del equipo de PIA Noticias.
Este artículo fue publicado originalmente en ARG Medios.