Inmediatamente después del descubrimiento del petróleo, el escritor progresista y arabista beirutí Omar Fakhoury dijo: “esta región será la arena del conflicto entre las naciones”, y aquí estamos nosotros en el corazón de este conflicto.
Desde hace más de una década, este conflicto se ha materializado entre dos ejes que a veces se manifiestan de manera directa y otras veces se manifiestan en conflictos a través de terceros: Estados Unidos, «Israel», Francia, Bretaña y Turquía, y sus herramientas en la región o sea los árabes en el Golfo, preparados para el ataque, buscando cambiar el mapa de la región y de sus entidades, en línea con sus intereses en el mediano y largo plazo.
Estados Unidos y Bretaña ocuparon Iraq y se retiraron bajo los golpes de la resistencia iraquí, tras lo cual trajeron de unos ochenta países a terroristas takfiríes (se habla de unos cien mil terroristas) con el fin de destruir Iraq, Siria y Líbano, y el objetivo central: crear el nuevo Medio Oriente del que habló Condoleezza Rice durante la guerra de julio de 2006. Se enfrentan a este eje occidental los países y pueblos de la región en Iraq, Siria, el Hizbullah libanés, Irán, Rusia y el pueblo de Yemen bajo el mando de Ansar Allah, los huthíes (con la posibilidad de fortalecerse después de la firma del acuerdo de cooperación estratégica entre China e Irán en los ámbitos más vitales) y las fuerzas de la resistencia en Palestina.
Ese eje ha adoptado la postura de defensa, resistencia y oposición, y tras feroces enfrentamientos, este eje hizo fracasar el proyecto político del llamado califato (DAESH) y el conflicto continúa latente aunque de manera interrumpida, este conflicto entre los dos ejes internacionales, tanto directo o a través de terceros, representa en el primer plano, la principal contradicción.
Basado en ello preguntamos: ¿Dónde deberían posicionarse las fuerzas nacionalistas de cambio en este conflicto, a la luz de su incapacidad para lograr el cambio deseado? Es obvio que esté del lado del eje que defiende a la región frente a los proyectos del imperialismo y el sionismo. ¿Acaso estaría permitido que estas fuerzas actúen como simples espectadores o que sean neutrales en la lucha por la región?
Si se mantienen neutrales porque no se sienten satisfechos con tal o cual fuerza integrante del eje de la resistencia u oposición, entonces estarían cavando su tumba con sus propias manos, tanto como postura o como posicionamiento, ya que no hay lugar para la neutralidad en un conflicto de esta magnitud y gravedad existencial.
Nos trasladamos de lo general en la región a lo particular sobre el terreno en el Líbano, y encontramos que Hizbullah, es el partido más fuerte del Líbano, tanto a nivel de respaldo popular como por el poder de su armamento, un partido que se ha convertido en una fuerza que hay que tomar en cuenta en la ecuación regional, ya que se opone al proyecto imperialista estadounidense y garantiza el equilibrio de disuasión con el enemigo sionista.
En este sentido se considera un partido nacionalista perteneciente a la resistencia y respaldado por Irán, y nada impide recibir este respaldo, ya que todas las fuerzas nacionalistas libanesas recibían respaldo desde el exterior, y todos los partidos libaneses de derecha reciben respaldo de fuerzas externas que los utilizan, e Irán es la fuerza motriz en la región en contra del proyecto estadounidense-israelí y de quienes giran en su órbita; al mismo tiempo, Hizbullah forma parte de la superestructura sectaria que se reparte el poder pero el menos involucrado en actos de corrupción; el armamento de Hizbullah es una necesidad nacional y es una fuerza que defiende la patria, tierra, agua y riquezas, en ausencia de una alternativa nacionalista capaz de desempeñar su papel en este campo.
Hizbullah no es un partido de cambio nacionalista democrático secular, y sería una ilusión decir que es posible que acuerde un programa estratégico con las fuerzas de cambio verdaderamente revolucionarias por muchas razones relacionadas con su naturaleza y prioridades y tomando en cuenta el estado de fragmentación que padecen estas fuerzas nacionalistas.
Las fuerzas nacionalistas no pueden estar sino del lado de Hizbullah en la resistencia contra el ocupante israelí y Hizbullah lo sabe, y es un grave error elevar los odios anteriores y las contradicciones secundarias al nivel de una contradicción mayor, esta sería una elección errada y una acción que favorece al enemigo; y no es cierto que Hizbullah ejerce una hegemonía sobre el estado, ya que no tiene más participación en el estado que los otros partidos importantes, y los misiles como armamento están destinados para su uso hacia el exterior y no en el interior, y en el interior todos los partidos están armados; y no es Hizbullah el que impide el cambio en el Líbano, sino los micro estados que componen el sistema sectario.
Quizás exista la posibilidad de que Hizbullah acepte abrir brechas en el sistema sectario para mejorarlo pero no para abolirlo por completo. Las discusiones con sus funcionarios revelan cuales son las limitaciones, al mismo tiempo no se debe visualizar al exterior con la misma óptica, hay fuerzas externas que son enemigas y hay fuerzas externas que apoyan a la resistencia árabe, como lo es Irán que forma parte de la región, en momentos en el que los regímenes oficiales árabes han abandonado las causas árabes centrales y avanzan hacia la normalización y reconciliación con el enemigo.
A nivel del Líbano, el enfrentamiento de las fuerzas de cambio democrático secular con el régimen sectario y sus protectores, es la contradicción principal; mientras que con Hizbullah, la contradicción se sigue manteniendo en un nivel secundario, porque es un partido que pertenece a la resistencia y las fuerzas nacionalistas pertenecen históricamente a la resistencia, la alianza entre las distintas fuerzas se rige por los intereses, el equilibrio de poder, el techo de la convicción de cambio y sus limitaciones; conocer la realidad de la situación, su impacto, las posibilidades y el papel que se puede desempeñar, es obligatorio para determinar el techo de la ambición y su legitimidad… las fuerzas nacionalistas democráticas, transformadoras no deben abandonar su rol ni deben disolverse en otras fuerzas, puesto que la auto conservación es una obligación en el presente y el futuro, asimismo, la coordinación es un deber dentro de los límites de lo posible; pero al mismo tiempo y por el bien de la patria, se debe en las circunstancias actuales y en un futuro previsible, enfrentar las campañas encaminadas a debilitar la resistencia ante el enemigo sionista y la política estadounidense, así como se debe percatar a la prontitud posible que su postura tal como se encuentra fragmentada, incrementa su debilidad y debilita su presencia y efectividad y no inspira confianza. Estas fuerzas carecerían de fuerza y la deficiencia seguirá siendo su característica principal, si no se dan a la tarea de buscar la unión y de convocar a sus filas; la impotencia es como la pobreza, causa dificultades, rechazos y conduce a una atrofia gradual.
Ante lo expuesto, se concluye que hay que comenzar con determinar cuáles son las verdaderas fuerzas nacionalistas de cambio y llevar a cabo encuentros bilaterales entre esas fuerzas en preparación para la realización de un encuentro ampliado, en el que se elabora un programa político, económico y social transitorio, que coloque la resistencia en su agenda de acción, para que de esta manera se convierta en una brújula para la lucha popular en el Líbano, junto con la formación de una dirigencia temporal que tenga la determinación de tomar iniciativas; pero esto se hace después de limpiar las filas de grupos pertenecientes a las revoluciones de colores y las organizaciones no gubernamentales (ONG) oportunistas que reciben “dinero fresco”; y en caso de que algunos grupos de izquierda coordinan o cooperan con estos grupos o con algunos, con la esperanza de captar militantes de entre sus filas, tienem que estar conscientes de que esto es un esfuerzo perdido y que se encuentran en desventaja, porque quienes los utilizan y les facilitan los recursos financieros lograran mantenerlos en sus filas; de lo contrario, el asunto sería motivo de sospechas y desconfianza, independientemente del tipo de banderas que se izan o de consignas que encabecen las filas, porque estos pretenden dirigir una “revolución”, con el fin de lograr un gobierno leal que logre normalizar sus relaciones con el ente israelí, no por el hecho de cambiar realmente el sistema sectario.
Así que no se sorprendan si escuchan al régimen sectario y su gente decir: aleluya, la batalla contra la ocupación israelí y la política estadounidense podría extenderse para abarcar a todos los patriotas libaneses y esta puede ser menos inclusiva y efectiva cuando se lucha contra el régimen sectario y su gente; de ahí hasta alcanzar la misión histórica que es la de establecer un sistema nacionalista democrático secular que adopte la resistencia como forma de lucha.
Fuente: Exclusivo para Al Mayadeen Español