Parte I – Parte II – Parte III
Si bien la situación en Ucrania e incluso el enfrentamiento OTAN-Rusia se viene desarrollando desde hace tiempo, como venimos analizando en las anteriores entregas, la atención mediática y la escalada de tensiones comienza a tomar relevancia cuando Rusia lanza el proyecto de acuerdo sobre medidas de seguridad a finales de 2021.
La propuesta publicada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia en diciembre de 2021 detalla explícitamente que los puntos más importantes que Rusia ve como amenaza son la expansión de la OTAN hacia el este de Europa, las actividades militares en las antiguas repúblicas soviéticas y el despliegue de armas en Europa. Por lo que exige un acuerdo firmado para detener cada una de estas actividades profundizadas en los últimos años por el eje Occidental.
En el mes de enero se desarrollaron las primeras reuniones de este año: negociaciones entre Rusia y Estados Unidos en Ginebra, el 10 de enero; la reunión del Consejo OTAN-Rusia en Bruselas, el día 12 (el último fue en 2019); y una sesión del Consejo Permanente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena, el 13 de enero. Entre medio hubo diversas reuniones bilaterales entre los principales diplomáticos de alto rango de EEUU, la OTAN, la UE, Francia, Alemania, Ucrania.
A primera impresión, las repercusiones mediáticas alrededor de estas reuniones han sido bastantes confusas. Trajeron a debate discusiones mezcladas que han guiado el discurso y análisis de manera caótica respecto a los acontecimientos actuales que atraviesan las relaciones Occidente-Rusia, Ucrania-Donbass, situación de seguridad nuclear mundial, seguridad europea, Rusia-UE… Por supuesto que están relacionadas, e incluso intencionalmente intrincadas, no obstante, es necesario dilucidar los objetivos e intereses de cada actor, la complejidad y particularidad de cada una y especialmente comprender los límites que cada situación impone en las relaciones internacionales.
A comienzo del 2022 se vieron diversos intentos de diplomacia rusa, hostilidades por parte del eje atlantista, divisiones entre los países europeos, viejas-nuevas herramientas de poder al orden de un imperio en decadencia, instituciones y organismos internacionales sin ninguna influencia, la demostración de dominio de los grandes monopolios tecnológicos y la constatación de que las relaciones en el mundo se encuentran en profunda e irreversible transformación.
Casi un mes después de la propuesta rusa, el eje EEUU-OTAN (sin incluir en la mesa ni a la Unión Europea ni a Ucrania) elaboró una respuesta en la que “las principales preocupaciones rusas resultaron ignoradas”, según Putin.
“No vimos la consideración de nuestros 3 requisitos principales, relacionados con la prevención de la expansión de la OTAN, la negativa a desplegar sistemas de armas de ataque en las cercanías de las fronteras rusas, así como el regreso de la infraestructura militar del bloque de Europa a su estado de 1997, cuando fue firmado el acto fundacional entre Rusia y la OTAN”. Vladímir Putin.
No obstante, las propuesta, los reclamos y líneas rojas de Putin no son nuevas, no surgen en diciembre de 2021 con el proyecto presentado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En las últimas décadas Rusia ha insistido en el armado de un ‘esquema de seguridad continental integrado’ europeo.
El historiador y periodista Rafael Poch detalla que “en 2007 Putin denunció directamente el juego sin reglas en el que se había convertido el intervencionismo occidental. Dijo, “el hermano lobo no pide permiso a nadie y come donde quiere”. En 2008 advirtió que “si Ucrania ingresa en la OTAN dejará de existir” porque se partirá”. En 2009 el Presidente Dmitri Medvedev propuso celebrar en Berlín, “una cumbre paneuropea, abierta a Estados Unidos” (fíjense en el detalle) para “preparar un acuerdo sobre seguridad europea jurídicamente vinculante” que ponga fin a las actuales tensiones. En lugar de globalizar la OTAN, usurpando el papel de la ONU, Europa debe recrear la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (aquella OSCE de la Carta de París de 1990), dijo. Todo eso se ha venido repitiendo hasta la saciedad, pero nunca fue motivo de titular de prensa o de telediario en Europa Occidental. En la visión que se nos ofrecía, el “problema de Rusia” no era su exclusión, manifiesta y provocadora, del sistema europeo, sino la esquizofrenia de sus “percepciones de amenaza”, se nos decía en los raros momentos en que alguien se interesaba”.
Y otro punto muy interesante que describe Poch es que la situación actual se ha advertido desde los años noventa luego de una gran acumulación a lo largo de 30 años.
“Estaba claro desde el principio de que no habría estabilidad continental a largo plazo en un esquema de seguridad que no implicara a Rusia y menos aún que se planteara contra Rusia. A Estados Unidos ese desastre no le venía mal, porque era la garantía de que podría continuar manteniendo su tutela sobre el viejo continente, sin la cual su estatuto de superpotencia se vería mermado”, explica Poch.
En la parte III de esta entrega menciono que el eje EEUU-OTAN, ha estado profundizando (sino creando) tensiones en todos los países y mares a lo largo de la frontera con Rusia.. lo vimos en el Mar Negro, en el Mar Báltico, en los países Bálticos, Ucrania, Polonia-Bielorrusia, Cáucaso: Georgia, Azerbaiyán-Armenia, Kazajistán, Nord Stream II. Cada situación tendrá sus particularidades, sin embargo vemos que el objetivo último es avanzar militarmente en todas estas zonas utilizando la retórica de defensa y rescate frente a la gran amenaza rusa.
Mientras desde Rusia se proponía acuerdos de seguridad conjuntos para Europa, y resolver el enfrentamiento entre Ucrania y las Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) en el formato de los Acuerdos de Minsk; desde Occidente le prometían una membresía de la OTAN a Ucrania, se los abastecía de armamentos y se les brindaba entrenamiento militar, se financiaban operadores e instituciones locales, y Ucrania no cesó de violar los Acuerdos de Minsk, violentar y bombardear a las Repúblicas Populares.
Desde el portal de Slavyangrad reflexionan:
“Los más de siete años de continuada agresión militar y económica de Ucrania contra Donbass, causando la muerte de miles de civiles y la huida de cientos de miles, son un argumento mucho más potente para intervenir en defensa de la población civil de Donetsk y Lugansk que los utilizados por Estados Unidos y la OTAN en las últimas décadas para justificar sus guerras”.
A mitad de febrero, la Duma rusa (la cámara baja de la Asamblea Federal de Rusia) aprobó la propuesta acerca de apelar al presidente de la Federación Rusa a reconocer las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. En primer lugar había sido presentada por el Partido Comunista, y luego se sumó el partido Rusia Unida. Esta noticia comenzó a generar una gran agitación en Ucrania que acusaba a Rusia de violar los Acuerdos de Minsk y el derecho internacional.
El Presidente Putin no demoró mucho, y el 21 de febrero, tras la petición oficial por parte de las Repúblicas Populares, comunicó: “considero necesario tomar una decisión que debería haberse tomado hace tiempo: reconocer sin demora la independencia y la soberanía de la República Popular de Donetsk y de la República Popular de Luhansk”. Además, el anuncio concluyó con la firma de Tratados de Amistad y Asistencia Mutua con ambas repúblicas.
Durante el discurso en el que Putin comunica el reconocimiento de las RPD y RPL, explica que “en marzo de 2021, Ucrania adoptó una nueva estrategia militar. Este documento está dedicado casi por completo a la confrontación con Rusia y tiene como objetivo atraer a los Estados extranjeros al conflicto con nuestro país. La estrategia propone la organización de una clandestinidad esencialmente terrorista en la Crimea y el Donbass rusos. También se esbozan los contornos de la guerra propuesta, y debe terminar, como creen los estrategas de hoy en Kiev, y cito más adelante: «con la ayuda de la comunidad internacional en condiciones favorables para Ucrania». Y también, como se expresa hoy Kiev, y también cito aquí, escuchen con más atención, por favor: «con el apoyo militar de la comunidad internacional en una confrontación geopolítica con la Federación Rusa». En esencia, esto no es más que la preparación de una acción militar contra nuestro país, contra Rusia”.
Finaliza el discurso advirtiendo nuevamente:
“Me gustaría decir de forma clara y directa: en la situación actual, cuando nuestras propuestas de diálogo en igualdad de condiciones sobre cuestiones de principio han quedado sin respuesta por parte de Estados Unidos y la OTAN, cuando el nivel de amenazas a nuestro país está aumentando de forma significativa, Rusia tiene todo el derecho a tomar contramedidas para garantizar su propia seguridad. Eso es exactamente lo que haremos”. Discurso del Presidente Vladimir Putin.
A pocos días del reconocimiento, Putin decide lanzar una ‘operación militar especial’, con el objetivo de “defender a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años”, realizando una ‘desmilitarización’ y ‘desnazificación’.
“Una mayor expansión de la infraestructura de la Alianza del Atlántico Norte, la exploración militar de los territorios de Ucrania que ya ha comenzado es inaceptable para nosotros. El punto, por supuesto, no es la OTAN en sí misma, que es solo un instrumento de la política exterior de Estados Unidos. El problema es que en los territorios adyacentes a nosotros —quiero señalar, en nuestros propios territorios históricos— se está creando una anti-Rusia hostil a nosotros, que ha sido puesta bajo un control externo completo, se están acomodándose las fuerzas armadas de los países de la OTAN y están llenado estos territorios con las armas más modernas”.
“Para Estados Unidos y sus aliados se trata de la llamada política de contención de Rusia, un evidente dividendo geopolítico.
Para nuestro país; sin embargo, es en última instancia una cuestión de vida o muerte, una cuestión de nuestro futuro histórico como nación. Y no es una exageración: es así. Se trata de una amenaza real no solo para nuestros intereses, sino para la propia existencia de nuestro Estado, su soberanía. Esta es la línea roja de la que se ha hablado repetidamente. La han cruzado”.
“Las repúblicas populares en Donbás han pedido ayuda a Rusia.
En este sentido, de conformidad con el artículo 51, párrafo 7, de la Carta de las Naciones Unidas, con la autorización del Consejo de la Federación de Rusia y de acuerdo con los tratados de amistad y asistencia mutua con la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk ratificados por la Asamblea Federal el 22 de febrero de este año, he decidido llevar a cabo una operación militar especial”.
“Su objetivo es defender a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años. Y, para ello, procuraremos desmilitarizar y desnazificar Ucrania y llevar ante la justicia a quienes han cometido numerosos crímenes sangrientos contra la población civil, incluidos ciudadanos de la Federación de Rusia”.
“Los acontecimientos de hoy no tienen nada que ver con el deseo de atentar contra los intereses de Ucrania y del pueblo ucraniano. Se trata de proteger a la propia Rusia de quienes han tomado a Ucrania como rehén y tratan de utilizarla contra nuestro país y su pueblo”.
El bloque atlantista se encuentra en declive y con pavor frente a la pérdida de terreno e influencia global, y la profundización del nuevo orden multipolar encabezado por el eje sino-ruso. Lo dijo Stoltenberg, “el equilibrio de poder está cambiando”; y también lo dijo Borrell “si dejamos de ser los que fijan las normas no gobernaremos el siglo XXI y me temo que en algunos campos estamos perdiendo la capacidad de fijar normas”.
Incluso, tanto el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, como el mismo presidente Putin, dejaron en claro que más allá de Ucrania o de Rusia misma, lo que está en juego es el “orden mundial” y el “sistema de seguridad de Europa”.
“Todo lo que no conviene a la hegemonía, al poder, se declara arcaico, obsoleto e innecesario. Y viceversa, todo lo que les parece conveniente se presenta como la verdad definitiva que impulsan a toda costa, groseramente por todos los medios. A quienes no están de acuerdo, los destruyen”.
“De lo que estoy hablando ahora se refiere no solo a Rusia, y no solo a nosotros nos preocupa. Esto se refiere a todo el sistema de relaciones internacionales y, a veces, incluso a los propios aliados de Estados Unidos. Después del colapso de la URSS, de hecho, comenzó la redistribución del mundo y las normas del derecho internacional que se habían establecido en ese momento —y las normas principales, básicas que fueron adoptadas después de la Segunda Guerra Mundial y consolidaron en gran medida sus resultados— comenzaron a obstaculizar a los que se autoproclamaron vencedores de la guerra fría”.
Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: AFP vía Getty Images