La última visita del ministro de Asuntos Exteriores ruso Lavrov a Brasil fue exactamente como se esperaba con respecto a la promesa de estos dos países BRICS de ampliar ampliamente la cooperación, pero también hubo cinco detalles muy importantes que pasaron desapercibidos para la mayoría de los observadores. El primero es que el comunicado de prensa oficial brasileño informó a todo el mundo de que el comercio bilateral alcanzó el récord histórico de 9.800 millones de dólares el año pasado, lo que ocurrió íntegramente bajo el mandato del predecesor de Lula, Bolsonaro.
Este hecho contradice la narrativa de la comunidad Alt-Media de que este ex líder era un títere de EE.UU., ya que ningún apoderado de este tipo llevaría el comercio con Rusia a su nivel más alto de la historia, especialmente en el contexto de la guerra proxy OTAN-Rusia en curso en Ucrania durante el año pasado. La base sobre la que ambas partes se comprometieron a estrechar aún más sus lazos fue, por tanto, construida en parte por Bolsonaro, quien a su vez continuó la trayectoria que Temer y Rousseff mantuvieron desde los dos primeros mandatos de Lula.
En segundo lugar, la expresión de agradecimiento de Lavrov «a nuestros amigos brasileños por una correcta comprensión de la génesis de esta situación y su esfuerzo por contribuir a la búsqueda de formas de resolverla», que se informó en la transcripción oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso de su declaración conjunta, tiene un significado más profundo. Aporta credibilidad a un informe filtrado recientemente en el que se afirma que su país aprueba la retórica pacifista de Lula, pero esto no significa que apruebe su contenido.
A este respecto, el tercer detalle es el tiempo que el máximo diplomático ruso dedicó a explicar la postura de Moscú ante el conflicto y su deseo de que termine «lo antes posible». Esto se produce después de que Lula condenara a Rusia en su declaración conjunta con Biden, de que Brasil votara a favor de una resolución antirrusa de la AGNU y de que, justo el día antes del viaje de Lavrov, Lula mintiera sobre el supuesto desinterés del presidente Putin por la paz. En consecuencia, sus palabras pueden considerarse una respuesta cortés a los acontecimientos anteriores.
En cuarto lugar, la reafirmación del apoyo de Lavrov a la candidatura brasileña al puesto permanente en el CSNU demuestra la desideologización de las relaciones de Rusia con América Latina, especialmente tras la mencionada antipatía política de Lula y sus supuestos planes de lanzar una red de influencia global con los demócratas estadounidenses. Aunque China y Estados Unidos son los dos socios más importantes de Brasil en la gran estrategia de Lula, Rusia todavía puede ayudarle a avanzar en su objetivo común de acelerar la transición sistémica global hacia la multipolaridad.
Por último, el homólogo de Lavrov confirmó que había transmitido la invitación del presidente Putin para que Lula asistiera al Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) a mediados de junio, que, según TASS, se cursó por primera vez durante el viaje de su principal asesor de política exterior a Moscú el mes pasado. Lula prometió anteriormente que no visitaría ni Rusia ni Ucrania debido a su conflicto, y la CPI exige que Brasil detenga al presidente Putin si alguna vez pone comida allí, por lo que no está claro si Lula aceptará esta oferta.
Este último detalle del viaje de Lavrov a Brasil es, con mucho, el más importante, ya que es una forma inteligente y educada de evaluar la sinceridad de las intenciones declaradas por Lula de seguir estrechando lazos con Rusia a pesar de la presión de Estados Unidos. Por supuesto, puede limitarse a decir que hay «conflictos de agenda» o posiblemente alegar que está enfermo justo antes de partir hacia San Petersburgo, pero la cuestión es que esto demostrará si Lula se toma en serio todo lo que Lavrov y su homólogo discutieron.
En conjunto, el viaje de Lavrov puso de manifiesto el importante papel que Rusia otorga a Brasil en la dimensión latinoamericana de la gran estrategia de Moscú. La retórica de ambas partes fue positiva, pero queda por ver si al final sale algo tangible de ella, lo que dependerá en gran medida de si Lula asiste o no al SPIEF de este año dentro de menos de dos meses. Mientras tanto, se espera que Estados Unidos le presione al máximo para que no vaya, por lo que es difícil predecir lo que hará.
*Andrew Korybko es analista de política internacional y autor del libro Guerras híbridas. Revoluciones de colores y guerra no convencional.
Este artículo fue publicado por el autor en su newsletter korybko@substak.com.
FOTO DE PORTADA: Fabio Rodrigues-Pozzebom.