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China llama a la moderación entre India y Pakistán

Por PIA Global* En medio de una nueva escalada de tensiones entre India y Pakistán, marcada por un sangriento atentado ocurrido el pasado 22 de abril en la localidad turística de Pahalgam, en Jammu y Cachemira.

China ha emergido como una voz firme en favor de la moderación y el diálogo, reforzando su papel como potencia regional responsable y factor clave en el equilibrio geopolítico del sur de Asia.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Guo Jiakun, expresó la postura oficial de Beijing con claridad durante una reciente conferencia de prensa:

“China insta a ambas partes a mantener la moderación, resolver las disputas a través del diálogo y la consulta, y trabajar juntas para mantener la paz y la estabilidad regionales”.

Estas palabras, más allá del lenguaje diplomático habitual, reflejan la profunda preocupación de China por una posible desestabilización regional, no solo por los riesgos militares directos, sino por el impacto económico, social y político que un conflicto prolongado entre dos potencias nucleares vecinas podría tener en todo el continente asiático.

Un conflicto con consecuencias más allá de las fronteras

El atentado en Pahalgam, que dejó al menos 26 muertos, entre ellos un ciudadano de Nepal, generó un inmediato aumento de las tensiones entre Nueva Delhi e Islamabad. La inteligencia india acusa al Servicio de Inteligencia Interservicios (ISI) de Pakistán de haber apoyado al grupo Lashkar e Toiba.

Esta acusación ha exacerbado un conflicto ya histórico, en el que la región de Cachemira sigue siendo el epicentro de una disputa que ha provocado múltiples guerras y escaramuzas desde 1947.

Para China, cuya frontera occidental colinda con Cachemira y que mantiene importantes intereses estratégicos y económicos tanto con India como con Pakistán, la intensificación de este conflicto representa un riesgo inmediato.

Beijing ha invertido miles de millones de dólares en el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), que pasa por territorios en disputa, y mantiene complejas relaciones con India en el marco de los BRICS, la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) y otras instancias multilaterales.

China: mediador silencioso pero decisivo

A diferencia de potencias occidentales que han optado por tomar partido históricamente o simplemente se han desentendido del conflicto indo-pakistaní, China actúa como un interlocutor regional con autoridad moral y geopolítica.

Su llamado a la moderación no es solo una formalidad diplomática, sino una clara advertencia de que la región no puede permitirse una nueva espiral de violencia.

China comparte con ambas naciones una visión común sobre la necesidad de estabilidad para garantizar el desarrollo económico. La intensificación de hostilidades afectaría no solo las rutas comerciales terrestres y proyectos de infraestructura regional, sino también la seguridad de millones de personas en la región.

En un contexto internacional cada vez más polarizado por bloques y rivalidades, la posición china contrasta con la postura belicista que adoptan potencias como Estados Unidos o el Reino Unido en otros escenarios.

Beijing apuesta por la diplomacia y el entendimiento mutuo como vía para resolver disputas, una postura que también ha defendido en conflictos como el de Ucrania, Medio Oriente y en el mar de la China Meridional.

El principio de “resolución pacífica de disputas” es una constante en la política exterior china, alineada con su visión de una comunidad de futuro compartido para la humanidad, donde el desarrollo debe primar sobre la confrontación.

Aunque hasta ahora el gigante asiático se ha limitado a llamados generales al diálogo, no puede descartarse que Beijing busque en el futuro cercano ofrecer un marco más estructurado de mediación, especialmente si el conflicto se intensifica.

En el pasado, China ha logrado posicionarse como un intermediario eficaz en disputas regionales, como en el histórico restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita en 2023.

Su neutralidad relativa, sumada a su peso económico y militar, le da una ventaja frente a otras potencias que tienen intereses más sesgados o carecen de legitimidad ante alguno de los actores involucrados.

Cachemira: la herida que no cierra

La disputa por Jammu y Cachemira sigue siendo una bomba geopolítica latente. Aunque la línea de control divide de facto la región entre India y Pakistán, ambos países la reclaman en su totalidad.

Para India, se trata de un asunto de soberanía nacional. Para Pakistán, es una cuestión de justicia histórica y defensa de los derechos de la población musulmana de la región.

China, que también tiene reclamos territoriales en la zona de Aksai Chin y administra parte del territorio que Pakistán cedió en los años 60, ha sido históricamente cautelosa. Pero el creciente protagonismo regional de Beijing la obliga a involucrarse más activamente en los grandes desafíos de estabilidad continental.

El llamado de China a la moderación en medio del nuevo pico de tensiones entre India y Pakistán no es solo una reacción diplomática, sino una expresión clara de su rol como garante de la estabilidad regional.

Mientras Occidente se desgasta en guerras sin salida, el gigante asiático sigue apostando por el diálogo y la cooperación como única vía para resolver los conflictos del siglo XXI. El futuro de Asia, y quizás del mundo, dependerá en gran parte de que estos principios se impongan sobre la lógica de la confrontación.

Foto de la portada: CGTN

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