Mientras el gobierno chileno se apresura a señalar el uso de la fuerza por parte de Irán como una violación de la soberanía de Israel, omite en su discurso la continua agresión de este último país contra los pueblos del Medio Oriente, incluidos Palestina y Líbano.
Resulta, cuanto menos, desconcertante que la administración Boric no condene con igual firmeza los crímenes de guerra cometidos por Israel, país responsable de la muerte de más de 50 mil civiles, de los cuales cerca de 20 mil son niños. Esta doble moral se hace aún más evidente cuando se observa la falta de un posicionamiento contundente frente al genocidio palestino y los ataques indiscriminados contra países como Líbano, Irak, Siria y Yemen. La narrativa oficial parece alinearse sistemáticamente con los intereses del sionismo y del imperialismo, justificando los crímenes de un Estado agresor y deshumanizando las respuestas de las naciones afectadas.
La acción de Irán se entiende en el marco de una larga historia de agresiones por parte de Israel, que no solo ha usurpado territorios palestinos, sino que también ha extendido su ofensiva militar a otros países de la región. Desde el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en suelo iraní a finales de julio, Irán había advertido que respondería ante tales provocaciones. El reciente lanzamiento de misiles es solo la segunda respuesta iraní tras un primer ataque en abril, cuando atacaron dos bases aéreas israelíes y alcanzaron el territorio ocupado de los Altos del Golán.
Mientras tanto, Israel continúa sus incursiones terrestres en el sur del Líbano, bajo el manto de la impunidad que le otorgan aliados como Estados Unidos y sus cómplices, ahora también en el gobierno de Chile. La falta de un posicionamiento equilibrado y crítico por parte del gobierno de Boric refuerza la percepción de que Chile se ha convertido en un peón más del imperialismo, alineándose con las potencias que perpetúan el sufrimiento de los pueblos del Medio Oriente.
Esta nueva declaración de condena no es un caso aislado, sino un reflejo de una política exterior que sigue los dictados de Washington, en detrimento de los principios de justicia y soberanía que alguna vez defendió Chile.
Jorge Gálvez*. Periodista columnista de 360
Este artículo ha sido publicado en el portal 360noticias.cl
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