África

Camerún ante la encrucijada: el ocaso del régimen de Biya y la disputa por el futuro

Por PIA Global.-
Las elecciones en Camerún han abierto un nuevo capítulo en la historia política del país. Mientras la oposición se declara ganadora y miles de personas salen a las calles para exigir transparencia, el oficialismo apela a la calma y denuncia intentos de desestabilización.

Las elecciones en Camerún han abierto un nuevo capítulo en la historia política del país. Mientras la oposición se declara ganadora y miles de personas salen a las calles para exigir transparencia, el oficialismo apela a la calma y denuncia intentos de desestabilización. En el centro del conflicto, la figura de Paul Biya —de 91 años y más de cuatro décadas en el poder— encarna la continuidad de un régimen que se sostiene sobre estructuras poscoloniales, clientelares y autoritarias.

Una elección sin certezas y un poder envejecido

A casi una semana de las elecciones presidenciales, los resultados oficiales aún no han sido anunciados por el Consejo Constitucional. Sin embargo, los principales partidos de oposición, encabezados por el Movimiento para el Renacimiento de Camerún (MRC), aseguran haber obtenido una ventaja significativa sobre el oficialismo. Desde las primeras horas posteriores a la votación, las calles de Douala y Yaundé fueron escenario de manifestaciones que demandan el reconocimiento del triunfo opositor y denuncian presuntas irregularidades. El gobierno, a través de su portavoz René Emmanuel Sadi, calificó las protestas como ‘actos irresponsables que buscan perturbar la estabilidad nacional’, y llamó a la población a ‘respetar las instituciones y esperar los resultados oficiales’.

Paul Biya, en el poder desde 1982, ha gobernado Camerún bajo un modelo de control férreo del aparato estatal, concentrando el poder político y económico en manos de un pequeño círculo leal. Su longevidad en el cargo —solo comparable a la de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial— lo ha convertido en símbolo de la continuidad poscolonial: un liderazgo sostenido en alianzas con Francia y en la administración vertical de los recursos nacionales. Medios locales como *Cameroon Tribune* señalan que, pese a su avanzada edad, Biya se mantiene ‘como garante de la estabilidad’, mientras analistas independientes plantean que su prolongada permanencia en el poder es el principal obstáculo para la renovación política y la democratización del país.

Oposición, juventud y desafío al viejo orden

El líder opositor Maurice Kamto, quien ya había desafiado al régimen en las elecciones de 2018, volvió a proclamarse vencedor esta vez, afirmando que ‘el pueblo ha hablado y no aceptará otro fraude’. Su mensaje, replicado ampliamente en redes sociales y medios locales como *Journal du Cameroun*, refleja un cambio generacional en la sociedad camerunesa, especialmente entre los jóvenes urbanos cansados del inmovilismo político. La oposición, aunque aún fragmentada, logró articular un discurso común basado en el reclamo de transparencia, alternancia y soberanía nacional.

Sin embargo, el aparato del Estado sigue controlado por el gobernante Reagrupamiento Democrático del Pueblo Camerunés (RDPC), que conserva el respaldo de las fuerzas armadas y de sectores empresariales ligados a Francia. La televisión estatal CRTV ha insistido en que ‘las instituciones funcionan con normalidad’ y que cualquier intento de ‘autoproclamación de resultados’ constituye una amenaza al orden constitucional. Este contraste entre la narrativa oficial y la percepción ciudadana alimenta la tensión social en un país que ya enfrenta conflictos armados en las regiones anglófonas del noroeste y suroeste.

El escenario camerunés expresa las contradicciones de un modelo político agotado. Biya, que alguna vez fue considerado un garante de estabilidad, encarna hoy la rigidez de un sistema anclado en el pasado colonial. Su régimen, sostenido por redes de poder interno y por el tutelaje francés, enfrenta una sociedad cada vez más movilizada, empujada por la pobreza, el desempleo y la falta de libertades. La disputa actual no es solo por los votos, sino por el sentido mismo del Estado camerunés y su lugar en una África que busca emanciparse de las estructuras neocoloniales. La incertidumbre sobre los resultados electorales solo profundiza un conflicto que, más allá de las urnas, se libra en las calles y en el corazón de una nación que exige su derecho a decidir su futuro.

Articulo editado por el equipo de PIA Global

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