Análisis del equipo de PIA Global Nuestramérica

Brasil: entre el liderazgo regional o ser pretor del Comando Sur

Escrito Por Fernando Esteche

Por Fernando Esteche*. –
Con una retórica ambigua que confunde al lector lego, Lula promueve una ofensiva diplomática de políticas de integración, pero inspirado en las líneas largas de Itamaraty.

No es semántica, es política

Cuando Lula en los escenarios internacionales insiste en el uso de la categoría “multilateralismo” no está cometiendo un error semántico, sino que está produciendo un claro posicionamiento político condicionado por las líneas largas de Itamaraty.

El multilateralismo refiere a la eventual cooperación de distintos países en el marco del orden global. El atlantismo ha tenido incursiones guerreristas multilaterales como en Irak, y ha desarrollado una política exterior de multilateralismo comprometiendo a sus aliados en la reproducción de su propia política, abandonando esto por el unilateralismo sólo cuando la diplomacia no lograba su objetivo.

El Multipolarismo no es una forma de diplomacia sino una concepción civilizatoria donde el mundo debe adecuarse a la convivencia y la construcción de sinergias de las distintas naciones entendiendo que puedan surgir polos de desarrollo, pero no antagónicos sino complementarios. Claramente el Multipolarismo impone un nuevo orden global.

En un ensayo que firman Lula y Amorín, publicado en el Instituto India China, ellos dirán: “… alianzas, basadas en la `geometría variable´, permitirían una verdadera refundación del orden multilateral, basada en los principios del multilateralismo real, en el que la cooperación internacional pueda florecer realmente. En un escenario así, China, los Estados Unidos y Rusia podrían convencerse de que el diálogo y la cooperación son más beneficiosos que la guerra (fría o de otro tipo).”

Ponderación del “Orden Global basado en reglas”

Por si no hubiera resultado claro el posicionamiento brasileño respecto del llamado “orden basado en reglas”, que incluso le reservó un gris desempeño en el Consejo de Seguridad de ONU cuando le tocó a este país presidirlo; el hombre de la política exterior del PT, Celso Amorín, se despachó con una curiosa ponderación del orden basado en reglas, para acorralar al gobierno del presidente Maduro, no resultando funcional al proceso destituyente e injerencista proxy que acomete en el país caribeño el Comando Sur, sino vectorizando dicho proceso.

Ante el desmoronamiento de la fake news que hace aparecer al centro Carter como cuestionando las elecciones venezolanas, el ex hombre fuerte de Itamaraty lanza una ponderación de la OEA cómo el único organismo capaz de auditar las elecciones en Venezuela, la misma OEA de la primera declaración de la Habana, aquella que el canciller de la Dignidad Raúl Roa García denominó Ministerio de las Colonias, la OEA que arrastra, desde su nacimiento en medio el Bogotazo, una historia de complicidad y vectorización de golpes de estado, la que hace poco nada más justificó el golpe de Estado en Bolivia, la que no dijo nada sobre el encarcelamiento del presidente legal y legítimo de Perú, Pedro Castillo.

Por si no quedara evidente, reconoció que la OEA no podía hacer ese trabajo porque causa algunos resquemores en gobiernos progresistas de la región (¿se estará refiriendo a Cuba, Venezuela misma y Nicaragua, que no son parte de la OEA?) y entonces propuso que ese rol podía cumplirlo la Unión Europea en lo que parece una burla a la inteligencia de cualquier analista, solamente le faltó decir que debía auditar dichas elecciones el Comando Sur!

Está proponiendo que en medio de una operación de diplomacia proxy, de una maniobra fracasada de imposición de guerra civil al modo sirio o libio, con el proceso destituyente en desarrollo, Venezuela debía acudir para que la auditen a las plataformas de producción política del globalismo atlantista. Resulta verdaderamente bochornoso y convierte al señor Celso Amorín que fuera referencia permanente de la política exterior de la izquierda brasileña en una versión neocolonial lamentable propia del Barón de Rio Branco.

Pero por si no resultara suficiente, el propio presidente Lula secundado por un desdibujado presidente colombiano Petro, mejor alcalde que presidente, atado a la política exterior brasileña casi como única esperanza de supervivencia; se lanzó a proponer nuevas elecciones con un organismo suprapartidario que las controle o un gobierno de coalición con los mismos que activaron el golpe contra Chávez, el magnicidio contra Maduro, entronaron un presidente de facto en Guaidó y montaron las Guarimbas criminales, con esos Lula le indica alucinado e insolente al presidente Maduro que debe formar un gobierno de coalición.

Surgido el Brasil moderno rompiendo el Pacto oligárquico de Café com Leite o acuerdo de Ouro Fino, le propone a la Venezuela que voló por los aires la vieja república puntofijista, que conviva con aquellos que directamente proponen una política de entrega de soberanía.

Subcontinentalizar Brasil con Colombia y abandonar la región al Comando Sur

El anuncio de proponer a Colombia para integrarse a los BRICS de parte del propio Luis Ignacio “Lula” da Silva, resulta llamativo.

Colombia más allá del cambio de gobierno no evidencia una estabilidad programática como estado nacional, precisamente por la debilidad del actual gobierno jaqueado por la poderosa burguesía transnacional pronorteamericana y la fortísima oligarquía colombiana. Colombia ha sido pensada desde hace décadas como un portaaviones continental del propio Comando Sur y muy lejos está de haber desarmado las bases norteamericanas desplegadas en todo su territorio, y menos de haber descolonizado el estado nacional con jueces, policías, fuerzas armadas, diplomacia y tecnócratas formados y dependientes de Estados Unidos.

Bolivia y Venezuela son los dos escenarios que podríamos llamar eslabones decisivos en la cadena de suministros de alimentación imperial en su política de redespliegue frente al avance del Multipolarismo, el nuevo orden y su declinación hegemónica global inevitable.

El país caribeño tiene la cuenca de petróleo más grande del mundo y el país andino tiene la cuenca de litio más grande del mundo. Ambos gobiernos son jaqueados por sanciones y guerras híbridas. Ambos gobiernos necesitan el auxilio político, productivo, comercial, y financiero, que puede abrirse con su ingreso a los BRICS y como contrapartida estarían concentrando en los BRICS la mayoría de la capacidad energética mundial para un proyecto multipolar.

La deliberada omisión de estos países que además son pioneros en los intercambios con Rusia, China, Irán, resulta sugestiva.

Un liderazgo regional se afirma siendo barrera de contención contra el redespliegue que en la zona pretende acometer el estado profundo norteamericano. Pero lejos de ese lugar el país carioca parece haberse resignado a constituirse en una suerte de subregión aliado a una volátil Colombia, controlando las cuencas de Orinoquia y Amazonia; su conducta en política exterior afianza el redespliegue norteamericano y deja librada la región a los juegos del depp state de saqueo y aprovisionamiento.

Comportamientos que el canciller indio Subrahmanyam Jaishankar definió como de “alineación múltiple” en países como India y Turkiye pueden entenderse, pueden resultarles a los propios países convenientes, pueden permitir incluso el fortalecimiento del margen de maniobra de estos estados. Pero hablamos del país con mayor demografía y capacidad productiva envidiable como India, y de Turkiye con una historia plurisecular de potencia y autonomía, no de una ex colonia lusitana convertida por fuerza de una derrota estratégica en capital imperial extra metropolitana, para pasar a ser perla de la corona británica y mutar luego a alfil de los antojos norteamericanos. Brasil no es Turkiye ni la India, es solamente Brasil. Y podrá consolidar su fortalecimiento como líder regional solamente comandando una articulación nuestroamericana, de lo contrario lo único que crecerá será su debilitamiento.

https://twitter.com/PIAnoticias/status/1824224717412204678

Integración para una Patria Grande o integración subordinada.

Con una retórica ambigua que confunde al lector lego, Lula promueve una ofensiva diplomática de políticas de integración, pero inspirado en las líneas largas de Itamaraty.

Con la titubeante actitud como arquitecto periférico de la CELAC y de la UNASur, que cobraron significación en su agenda como plataformas para disputar un eventual lugar en el Consejo de Seguridad de ONU, lo cual además lo muestra como esperanzado en la supervivencia del orden basado en reglas; mantuvo una impronta constructiva en MERCOSUR que redunda en su absoluta hegemonía comercial y productiva regional y que lo posicionó como interlocutor regional frente a los polos  comerciales y productivos globales.

Todo indica que la geopolítica brasileña está pensada en una clave de integración subordinada y discreta. Más pensada en una integración para ampliar la plataforma comercial que en una integración para constituir un polo de desarrollo autónomo. Lo único que puede explicar la insistencia de Brasil en el acuerdo asimétrico de libre comercio con Unión Europea, no es tanto su necesidad comercial sino su propia concepción geopolítica, es un TLC que no se está promoviendo ni con Rusia ni con China.

El fracaso del Banco del Sur que soñara Chávez y que en otro rincón del mundo construyeran Xi Jinping, Putin y demás líderes; tiene mucho que ver con el austero por no decir inexistente auxilio de Brasil en esa política que hubiera puesto a América Latina en otra situación geopolítica y que de seguro volvería imposible la situación que hoy nos toca vivir como pueblos de la región.

Lo que hoy se anuncia como victorias sobre el dólar con canastas de monedas o sistemas de intercambio comercial con monedas y mecanismos de compensación, fue pensado temprano en Nuestraamérica y propuesto como SUCRE que recibió todas las zancadillas posibles de parte de Brasil, de Lula y de Dilma, zancadillas que hoy no tiene que padecer al frente del Banco de los BRICS.

No merece considerarse por obsceno y obvio las distracciones frente a la situación de golpismo en Perú, de injerencismo en Bolivia y Guatemala, pero de ponderación de dispositivos panamericanistas como OEA. Su oficiosa intermediación para liberar opositores llevó a la ruptura de relaciones con Nicaragua con expresiones groseras de Lula sobre el presidente Ortega lo mismo que ya hiciera contra el presidente Maduro. La grosería no es una virtud de los estadistas, sino lo contrario.

Entre los BRICS y el atlantista G20

Brasil es la única expresión americana en los BRICS producto de la deserción argentina ante su convocatoria. Es además el país con mayor inserción en el ámbito de influencia atlantista dentro de los BRICS, que son todos asianistas o sur global.

Está a la cabeza del Nuevo Banco de Desarrollo e Inversiones de los BRICS con Dilma Roussef como presidente. Banco cuyas competencias le permiten asistir financieramente a países endeudados y financiar obras de infraestructura. Lo cierto es que una entidad con la importancia y el rol que tiene el NBD o Banco de los BRICS no ha resultado suficientemente dinámico ni presente frente a desafíos puntuales de la asociación lo cual pone en duda el entusiasmo que la conducción carioca pone en la construcción de una ingeniería financiera para el nuevo orden global.

La participación permanente del país en foros internacionales del Orden basado en reglas expone no sólo las aparentes contradicciones de la diplomacia brasileña, sino la intención de jugar a dos bandas que se vuelven cada vez más antagónicas.

Su batallar por la reforma del Consejo de Seguridad evidencia una apuesta a la reproducción el orden basado en reglas que se ha mostrado impotente para afrontar los problemas contemporáneos mundiales. La ausencia de China en ámbitos como G7 o el envío de misiones de segundo rango tanto de China como de Rusia a la institucionalidad del orden global es claro síntoma del creciente desinterés de las potencias mundiales en estos espacios valorando otros como las propis cumbres de BRICS, Organización de Cooperación de Shangai y demás instancias.

Asimismo, afianzando su pretendida autonomía se posicionó con una insostenible neutralidad frente a conflictos globales neurálgicos, como el ataque de la OTAN mediante una guerra proxy contra su socio Rusia. Sostuvo la responsabilidad compartida de los beligerantes y se propuso para organizar una suerte de Club de la Paz.

Con su otro socio estratégico, China, ha acometido un gesto inexplicable que es la designación en junio pasado, de parte de Brasilia, de un embajador del mismo nivel jerárquico del jefe de la misión brasileña en China para actuar en Taipéi, capital de Taiwán que desanda la tradición diplomática del país de respetar el principio de “una sola China”.

La manifiesta intención francesa y europea de internacionalizar el amazonia con protección militar de la OTAN no parece ser un inconveniente ni una afrenta a la soberanía brasileña frente a una diplomacia que aboga por afianzar los lazos con el premier francés.

Claro que podemos encontrar claroscuros en el devenir político del gobierno de coalición del PT, gestos donde imposta liderazgo cuestionando sanciones a Venezuela o bloqueo a Cuba. A la vez ensaya maniobras militares junto al Comando Sur en la zona en cuestión en pleno conflicto de Venezuela por el Esequibo con Guyana.

Tarde o temprano Brasil deberá tomar una decisión firme y clara, sin lugar a ambigüedades, porque no tiene las capacidades de otras potencias regionales para ganar autonomía pretendiendo seducir a Dios y al Diablo.  «Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca» y ese no es buen final… (Ap 3:16)

Pueden entenderse gestos que consoliden su liderazgo no gestos que permitan perder territorio en manos del atlantismo. Brasil, Lula, Itamaraty, parecen estar protagonizando la construcción de un mundo multipolar en el cual no creen y enganchados intelectualmente sus expectativas a una utopía de mundo apolar.

No se trata de una crítica a su diplomacia, se trata de señalar la responsabilidad histórica que tiene Brasil en facilitar acelerar la consolidación de la multipolaridad y la defensa de la integridad territorial nuestroamericana, abrazando a Bolivia y Venezuela; o permitir el fortalecimiento de los decadentes Estados Unidos, para refugiarse en un espacio de confort que le permita convivir mientras se desarrolla en la utopía imperdonable de que el escorpión deje de ser escorpión.

Debilitar Nuestramérica importa el debilitamiento de Brasil, aunque su elite sea incapaz de entenderlo.

Dr. Fernando Esteche* Dirigente político, profesor universitario y director general de PIA Global

Foto de portada: coyunturas.com.ar/

Acerca del autor

Fernando Esteche

Doctor en Comunicación Social (UNLP)
Profesor titular de Relaciones Internaciones (FPyCS - UNLP)
Profesor de Historia Contemporánea de America Latina (FPyCS - UNLP)

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