Nuestra América

Bolivia. Los Yungas, un problema explosivo

PIA Global. Desde comienzos de año hay una serie de movimientos desestabilizadores en un país que al poco tiempo de haber salido de un Golpe de Estado presenta los mejores índices económicos y sociales de la región.

Hemos visto la respuesta de la derecha en torno a la postergación del censo y en estos momentos en la región de los Yungas se desarrolla un enfrentamiento que tensa la situación política del país evidenciando la posibilidad de una escalada que ponga en riesgo la democracia nuevamente.

Para abordar esta realidad, nos remitimos a un análisis realizado por el equipo del semanario boliviano “la época” que nuestros lectores no podrán encontrar en los medios disciplinados por las grandes corporaciones de la información.

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Análisis.

El problema de los Yungas es extremadamente complejo y delicado. La disputa entre los cocaleros de esa región subtropical del departamento de La Paz por quién controla la comercialización de la hoja de coca está cruzada por varias aristas que deben ser consideradas al momento de la toma de decisiones. Es un problema heredado por el gobierno de Luis Arce, aunque su historia es más larga.

Una primera arista, sin lugar a dudas, es la del control del mercado. La fragmentación ha llegado a un nivel donde ya es difícil asegurar que uno de los sectores facilitaría al otro la venta legal de la hoja de coca. Y eso empuja a que el otro sector, como una respuesta de sobrevivencia, impulse, como ha sucedido, la apertura de otro mercado, lo que a su vez acrecienta las condiciones de la confrontación.

Pero detrás de eso hay otro aspecto que ya fue detectado años antes, durante el gobierno del expresidente Evo Morales. Cerca de un 30% de la hoja de coca que se vendía en el mercado –entonces solo uno– no estaba registrada a qué productor pertenecía y de qué zona de los Yungas en específico provenía. Ese es un dato que puede ser interpretado desde varias perspectivas.

La política es una segunda arista. En los dos últimos años el control del mercado, con propósitos empresariales, cuenta con la activa presencia de empresarios cruceños e incluso chilenos. Eso tiene dos consecuencias: primero, tergiversa la naturaleza jurídica y social de Adepcoca; y segundo, está acompañado de un propósito político, pues esos empresarios son los más radicales en su postura antigubernamental, a la hora de su relación con algunos dirigentes, y los más firmes en promover acciones que de hecho afectan la tranquilidad.

Y esta arista política es tan evidente que radicales opositores al Proceso de Cambio en Bolivia, antes contra Evo Morales y ahora contra Luis Arce, despliegan un activo trabajo organizativo, pero con fines que no son democráticos sino subversivos. Que la exsenadora Carmen Eva Gonzales califique a los productores de la hoja de coca de los Yungas como un “ejército de ocupación de La Paz” habla de lo que también se mueve en esa zona y de lo mucho que se aprovecha de las aspiraciones legítimas de la base social.

La segunda arista es la intromisión extranjera. Desde la década del 70, aunque con mayor rigor desde los 80, la presencia de los Estados Unidos en la zona de los Yungas ha sido una constante. Desde la Embajada de ese país se han impulsado proyectos de sustitución de cultivos de coca que han fracasado, como por ejemplo la plantación de un tipo de café de origen colombiano. También está la implementación de obras de “acción cívica” en salud, construcción de puentes vecinales y otras, con el objetivo de “conquistar el corazón y la mente” de los pobladores en el marco de la estrategia global contrainsurgente estadounidense para América Latina y el Caribe. Y, como parte de eso, no podía faltar, como es obvio, la captación de lugareños de parte de la inteligencia yanqui. Salvo las obras de “acción cívica”, que han disminuido por las dificultades que tienen de camuflarse, las acciones de inteligencia y de influencia en ciertos pobladores de los Yungas para enfrentarse al Gobierno continúan en la actualidad.

Es deseable hacer los esfuerzos para unificar a los productores de los Yungas. Para eso hay que desmontar los dispositivos subversivos, generar condiciones objetivas para la existencia de un solo mercado con fiscalización e impulsar el diálogo entre las partes en conflicto y de estas con el Gobierno, con el fin de que los Yungas no queden al margen de la estrategia nacional de industrialización con sustitución de importaciones.

Notas:

Fuente: www.la-epoca.com.bo

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