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Avanza a buen ritmo las relaciones rusos-chinas

*Por PIA Global – Durante la 29.ª reunión de la comisión ruso-china para la preparación de reuniones regulares de jefes de Gobierno, celebrada en territorio chino, el vice primer ministro de Rusia, Dmitri Chernyshenko, reafirmó una verdad que hoy marca el pulso del nuevo equilibrio global: la prioridad de la política exterior rusa es fortalecer la amistad y la cooperación estratégica con China.

Sus palabras no fueron meramente diplomáticas. Reflejan el profundo alineamiento político, económico y geoestratégico entre Moscú y Pekín en medio de un escenario internacional cada vez más fragmentado y dominado por las tensiones con Occidente.

“El fortalecimiento de la asociación de confianza integral e igualitaria y la cooperación estratégica con la China amistosa es una prioridad de la política exterior rusa”, subrayó Chernyshenko, sintetizando el espíritu de una alianza que trasciende la coyuntura.

El vice primer ministro recordó que Vladímir Putin y Xi Jinping han celebrado este año dos reuniones presenciales de alto nivel, consolidando un diálogo político que se mantiene “sistemático, regular y caracterizado por un alto nivel de confianza y comprensión mutua”.

Estas palabras no son retórica, el diálogo entre ambos líderes ha pasado a ser el eje político más importante de Eurasia, una alianza que combina los intereses de dos potencias complementarias —una militar y energética, la otra industrial y tecnológica—, que actúan con una visión compartida del orden internacional.

Mientras Occidente insiste en mantener una lógica de bloques y sanciones, Rusia y China impulsan un sistema multipolar basado en el respeto soberano, la no injerencia y la cooperación pragmática.

Más allá de la retórica: cooperación económica y tecnológica

En el terreno económico, los resultados hablan por sí mismos. China es hoy el mayor socio comercial de Rusia, con un intercambio que superó los 200.000 millones de dólares en 2024.

Este volumen no solo refleja la sustitución de mercados occidentales por asiáticos tras las sanciones, sino también una reorientación estructural de la economía rusa hacia el Este.

Los sectores energético, tecnológico y logístico lideran esta expansión.

Gazprom y CNPC fortalecen su cooperación en el suministro de gas mediante el gasoducto Fuerza de Siberia, vital para la seguridad energética china.

En paralelo, Huawei y empresas tecnológicas rusas colaboran en el desarrollo de infraestructura digital y redes 5G, en un contexto donde ambas naciones enfrentan restricciones tecnológicas de Estados Unidos.

En materia de transporte, la integración ferroviaria a través de la Ruta Ártica y la Nueva Ruta de la Seda consolida un corredor eurasiático de enorme potencial estratégico.

De este modo, Rusia y China avanzan hacia una interdependencia económica soberana, libre del control financiero occidental, basada en monedas nacionales y mecanismos alternativos de pago.

Un eje euroasiático con proyección global

El fortalecimiento de la relación ruso-china no se limita a una alianza bilateral. Representa el núcleo del nuevo eje euroasiático que incluye a potencias emergentes como India, Irán, Indonesia y Turquía, todas interesadas en reducir su dependencia de Occidente.

Este proceso ha cristalizado en la ampliación del grupo BRICS+, que se consolida como el principal foro de coordinación del Sur Global. Allí, Rusia y China actúan como motores políticos y financieros de una transformación estructural que desafía la hegemonía del dólar y el modelo neoliberal.

Para Moscú, la asociación con China significa una salida sólida a las sanciones occidentales y la posibilidad de articular un desarrollo tecnológico y comercial autosuficiente. Para Pekín, Rusia representa una garantía energética y militar clave para sostener su expansión económica y proteger sus rutas comerciales frente a la presión estadounidense en el Indo-Pacífico.

La declaración de Chernyshenko es algo más que un gesto de cortesía diplomática: es la ratificación de un proyecto común que une a Rusia y China en torno a la defensa del equilibrio global y la soberanía de los pueblos.

En un mundo cada vez más dividido entre quienes buscan imponer y quienes aspiran a cooperar, Moscú y Pekín avanzan en la construcción de un orden multipolar basado en la confianza, el respeto y la interdependencia real.

Como señaló el vice primer ministro ruso, la asociación ruso-china no es coyuntural, sino estratégica y civilizatoria. Su consolidación marca, quizás, el comienzo de una nueva era euroasiática, donde las decisiones globales ya no se tomarán exclusivamente en Washington o Bruselas, sino también —y cada vez más— en Moscú y Pekín.

*Foto de la portada: LENTA Novosti

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