En un año donde el panorama político se envilecerá por el humo de la rosca electoral, el ruido de rupturas, rumores de candidaturas y lanzamientos a granel con el único objetivo de buscar un lugar en alguna lista (sin ni siquiera saber dónde ni, mucho menos, para qué), nos encontramos con una certeza que, indefectiblemente, nos anuncia un resultado catastrófico para los intereses de la Patria y el Pueblo argentino: Los dos frentes políticos con posibilidades reales de conseguir la victoria persiguen el mismo programa económico; el de la financiarización y primarización de la economía, el aumento de exportaciones a costas de más ajuste en el mercado interno y la liberación del comercio exterior al mercado global.
Como si se tratara de una burla, o broma de mal gusto, durante el año veremos los entretelones de las internas en ambos frentes, con posicionamientos críticos de unos hacia otros, con los que intentarán ocultar el hecho de que solo debaten cuestiones superficiales mientras acuerdan en el programa económico, redactado y supervisado por el FMI, que determinará el futuro de los argentinos durante el próximo período de mandato presidencial. En otras palabras, más allá de los nombres propios, lo que se elegirá en las elecciones 2023 es una suerte de Gerente local para la administración colonial. Lo que se presenta como elección democrática, en realidad, es mucho más parecido a un concurso para cubrir un cargo vacante de una empresa cuya dirección se encuentra muy lejos de estas fronteras.
Y para que esto no se confunda con un análisis pesimista de la coyuntura, ni con un pronóstico exageradamente negativo, a las pruebas nos remitimos:
1- El programa del FMI – EEUU buscó generar una dependencia creciente y eterna al dólar, con el objetivo principal de saquear nuestros bienes comunes (energía y materias primas sin industrializar) vía aumento de exportaciones. Esa dependencia se hizo posible mediante la estafa sellada entre el gobierno de Macri (Juntos por el Cambio) con el FMI y validada, posteriormente, por el gobierno de Alberto Fernández (Frente de Todos) sin la más mínima auditoría y/o judicialización sobre el paradero de los fondos y la legitimidad del acuerdo.
2- El aumento de las exportaciones es la salida propuesta por todos los actores de ambos frentes. Todos hablan de abrir mercados, todos hablan de vender más, todos dicen que el problema es la restricción externa y que, en consecuencia, tenemos que conseguir más dólares para solucionarlo. Desde Wado de Pedro, vendiendo agua dulce a Israel, hasta Massa poniendo plata del Estado argentino, construyendo oleoductos, para que las empresas extranjeras se lleven nuestro petróleo.
3- A fin de profundizar las ganancias de las corporaciones transnacionales que “generosamente invierten” en el país, ambos frentes impulsan la necesidad de mantener altas tasas de interés en pesos. De esta manera, no solo anulan el crédito y paralizan la actividad productiva nacional generando una depresión en el mercado interno y un aumento de los saldos exportables, sino que también habilitan la posibilidad de depositar una gran cantidad de fondos en herramientas financieras (leliqs, notaliqs del BCRA) asegurándose una rentabilidad superior a la devaluación del tipo de cambio. Así, al momento de cambiar la moneda y girar las ganancias al extranjero (fuga de capitales), se hacen de una ganancia extraordinaria en dólares por intereses. Al 24/02/2023 la devaluación del peso interanual fue del 82%, mientras que la tasa efectiva anual de interés del BCRA es del 107,5%. Esto significa que, haciendo la bicicleta financiera, las corporaciones transnacionales obtienen un 25,5% de intereses en dólares. Cifras inéditas en cualquier parte del mundo. Un modelo de saqueo iniciado en 2015, profundizado durante la gestión del Frente de Todos y, hoy, avalado y fuera del debate en ambos frentes.
4- La financiarización de la economía, el aumento de la cantidad de fondos inmovilizados en herramientas especulativas, le otorga un poder político descomunal a los bancos y fondos comunes de inversión. Esta política de cesión de soberanía monetaria (porque se les da a los bancos el poder de fuego de ocasionar devaluaciones o corridas a gusto) comenzó en el período 2012 – 2015 de la mano de Kicillof, como ministro de economía de Cristina Kirchner, donde el stock de letras llegó al 33% de la base monetaria (total de pesos emitidos en manos, y cuentas, de personas y empresas en la Argentina), se consolidó durante la gestión de Macri llegando a representar el 100% de la base monetaria y se profundizó, escandalosamente, durante el mandato de Alberto Fernández, significando hoy, los fondos especulativos, el 200% de la base monetaria total. De más está decir que es una política compartida.
El modelo de saqueo vigente, impulsado y avalado por ambos frentes, es tan grotesco que durante todo el año 2022 la Argentina tuvo un superávit comercial de 8,500 millones de dólares, no pagó deuda alguna, y, sin embargo, las reservas del BCRA a la fecha son en 1,000 millones inferiores a las reservas de fines del 2021. Esto solo se explica a través de la fuga de capitales incesante y el enorme caudal de importaciones de productos industrializados que, ingresan por la liberación total del comercio exterior, y les quitan el trabajo a los millones de argentinos desocupados.
Se montarán distintos espectáculos y debates inconducentes, pero no se escucharán propuestas concretas sobre cómo recuperar nuestra soberanía política a través de la administración nacional del comercio exterior y la reconstrucción de una logística propia. En la multiplicidad de los ruidos, tampoco se oirá la creación de una nueva ley que regule las finanzas argentinas y la derogación de la ley de entidades financieras vigente escrita por Martínez de Hoz. Mucho menos, una nueva regulación sobre el ingreso y egreso de capitales para cesar la fuga descomunal de divisas que se viene dando desde 1976 a la fecha. En los paneles televisivos políticos – chimenteros ninguno propondrá un método concreto de planificación de la industrialización nacional mediante la sustitución de importaciones y la utilización productiva (vía créditos) de los 10 billones de pesos inmovilizados en leliqs y notaliqs en el BCRA. Nadie pondrá en primera plana que, en la Argentina, convivimos con el absurdo de que falten dólares y trabajo mientras que abundan la fuga de capitales y las importaciones de productos de fácil realización local.
Todo eso solo existe abajo, en la militancia que persistirá hasta alcanzar ese destino de grandeza nacional y felicidad que merece nuestro pueblo. Arriba, en la cúpula de esta democracia liberal que impide la participación popular, los personajes de ambos frentes solo discuten la distribución de cargos, y prebendas, a cambio de aceptar las bases de un modelo de saqueo y destrucción de la Patria.
Rodolfo Pablo Treber* es secretario político de Social 21. Dirigente de Encuentro Patriótico. Analista económico. Trabajador del Banco Central de la República Argentina.
Este artículo fue publicado originalmente en infonativa.com/
Foto de Portada: cronista.com/