Francia y Argelia mantienen abiertas heridas que datan de lo que Argel denomina «gloriosa guerra de liberación»; un conflicto armado que duró de 1954 a 1962 y que ha dejado a ambos lados del Mediterráneo traumas que unos no pueden borrar de sus pesadillas y a otros no les conviene normalizar.
Entonces candidato, en visita a Argelia en 2017 Macron calificó la colonización francesa en ese país como «crimen contra la humanidad». Ya después, como jefe del Estado electo, prefirió evitar declaraciones similares que levantaran la crítica y el escándalo entre buena parte de sus compatriotas, ciertos historiadores franceses y, en especial, entre los argelinos de origen europeo que debieron salir del país tras la independencia y los descendientes de los «harkis», los soldados argelinos enrolados en el ejército francés de la época.
UNA «GUÍA DE DESAPARECIDOS»
El caso Boumendjel es un ejemplo de las iniciativas propuestas por el historiador francés de origen argelino, Benjamin Stora, al que Macron encargó un informe sobre el acercamiento memorial entre los dos países. En ese trabajo Stora propone, entre otros puntos, abrir los archivos a investigadores franceses y argelinos; reforzar la enseñanza sobre el pasado colonial y la guerra de liberación; homenajes, conmemoraciones y creación de estatuas a personajes que lucharon por la independencia de la antigua colonia, y una «guía de desaparecidos» que ayude a desenterrar los restos de argelinos, tanto «musulmanes» como de origen europeo, asesinados en matanzas durante los 8 años de guerra.
Poner de acuerdo a una expotencia colonial con su otrora colonia en un relato común es una tarea difícil para los historiadores. Francia ocupó Argelia en 1830, cuando ese territorio —en teoría dependiente del declinante imperio otomano— estaba regido por Hussein Pachá y apoyado por 10.000 tropas turcas.
Desde entonces, el ejército francés tuvo que hacer frente a continuas revueltas que fueron reprimidas de forma brutal. Años más tarde, argelinos de todos los orígenes, musulmanes autóctonos, argelinos de origen europeo y de la comunidad judía sefardí del país fueron alistados, muchos voluntariamente, en el ejército francés que combatió en las dos grandes guerras sobre territorio europeo.
MATANZAS POR AMBOS LADOS
El trabajo de Benjamin Stora, a quien la prensa conservadora recuerda su pasado trotskista y su justificación de la lucha armada del FLN, es atacado también con dureza por dos colectivos argelinos. Por una parte, los Harkis y sus descendientes.
Los harkis son los antiguos soldados argelinos que formaron parte del ejército francés y lucharon contra la guerrilla independentista. El ejército de Charles De Gaulle les dejó abandonados en su retirada y regreso a Francia. Decenas de miles fueron masacrados por «traidores». Los que escaparon de su país, gracias a la dignidad de algunos militares franceses que desobedecieron al mando, vivieron en barracones durante décadas, olvidados o humillados en el país por el que lucharon. Aún hoy mantienen vivas sus reivindicaciones de reconocimiento.
OLVIDADOS Y HUMILLADOS POR FRANCIA
El otro colectivo argelino que no ha podido cerrar sus heridas son los llamados «pieds noirs» y sus descendientes, es decir los argelinos de origen europeo, nacidos o emigrados al entonces territorio francés. Italianos, malteses, y decenas de miles de españoles buscaron un futuro mejor en la Argelia francesa desde finales del siglo XIX. Ellos rompen el cliché del «colono rico». Miles de familias que se instalaron en ese territorio y que durante décadas se construyeron una vida a base de esfuerzo y trabajo.
Como muchos de los exmiembros del FLN y sus familiares, parte de la juventud argelina sueña con emigrar a Francia. La antigua metrópoli es «Eldorado» para una parte de la población que no encuentra futuro en su propio país, a pesar de las inmensas riquezas en gas y petróleo del subsuelo argelino. La retórica nacionalista y el relato de la lucha contra la expotencia colonial ya no cuaja, aunque siga formando parte de la narración oficial que sostiene al poder. La memoria de esa guerra de independencia es un argumento político que es difícil de abrir a la consulta objetiva de historiadores independientes.
UNA INICIATIVA CON TINTE NACIONALISTA
Su iniciativa de reconciliación de memorias con Argelia persigue también un interés de política interna. Por ello, el presidente francés prepara una serie de ceremonias simbólicas con perfume electoralista:
1. Jornada nacional de los «harkis», el 25 de septiembre;
2. Ceremonia sobre «los acontecimientos de octubre de 1961». Denominada así púdicamente la matanza de ciudadanos argelinos en París, cuando se manifestaban por la independencia el 17 de octubre de ese año;
3. Celebración de los «Acuerdos de Evián», que pusieron fin a la guerra y dieron acceso a la independencia de Argelia.
Todos los protagonistas de la antigua Argelia francesa serán objeto de recuerdo por Emmanuel Macron. Todos, menos los «pieds noirs». Habituales votantes del antiguo Frente Nacional, el único partido que siempre ha defendido su causa, Macron piensa —quizá— que no son susceptibles de conversión a su política.
El año del 60 aniversario de la Independencia de Argelia, Macron se juega la reelección. El recuerdo de la trágica y complicada historia entre los dos países también votará ese día. Macron lo sabe y pretende reconciliar a todos los descendientes de los que protagonizaron ese convulso periodo. Equilibrar los intereses de Francia y los de su propia carrera política será un reto complicado.
*Luis Rivas, periodista independiente. Vive en Francia desde hace más de 20 años.
Artículo publicado en Sputnik News.