La medida, que deberá estar lista antes del 1 de diciembre de 2025, tiene como objetivo posicionar a Rusia como una potencia autosuficiente en el suministro de materiales esenciales para la industria tecnológica, energética y militar global.
Las tierras raras son elementos esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos, teléfonos inteligentes, turbinas eólicas, satélites, sistemas de guiado y armas de alta precisión. El dominio sobre su extracción y procesamiento se ha convertido en un factor de poder económico y geopolítico, especialmente tras la creciente rivalidad entre Occidente y el bloque euroasiático.
Con esta decisión, Putin busca acelerar un programa nacional que reduzca la dependencia de los suministros extranjeros, especialmente de China, país que actualmente controla más del 60% de la producción mundial.
Rusia, que posee vastos yacimientos aún subexplotados, aspira a transformarse en el principal competidor alternativo dentro del mercado global de minerales críticos.
Según el Ministerio de Recursos Naturales de Rusia, el país dispone de 658 millones de toneladas de reservas de 29 tipos de metales raros, incluyendo 28,5 millones de toneladas de tierras raras propiamente dichas.
El reto no reside tanto en la cantidad de recursos disponibles, sino en desarrollar tecnologías avanzadas de extracción y refinado que permitan procesarlos de manera eficiente y sostenible.
Putin subrayó la necesidad de introducir métodos modernos de enriquecimiento y procesamiento de estos minerales, asegurando que “lo que antes era inaccesible por falta de tecnología, hoy puede extraerse y aprovecharse plenamente”.

Mishustin al frente de la transformación industrial
El primer ministro Mijaíl Mishustin ha sido designado como responsable directo de la implementación del programa. Su gabinete deberá presentar un plan integral de acción que abarque tanto el desarrollo tecnológico como la infraestructura logística necesaria para transformar las zonas mineras del país, especialmente en el Lejano Oriente ruso, donde se encuentran los mayores yacimientos de tierras raras.
El plan incluirá incentivos a la inversión, la creación de consorcios científicos-industriales y la atracción de empresas estatales y privadas dedicadas al sector. Además, Moscú apunta a fortalecer la cooperación con socios asiáticos como China y Corea del Norte, países con los que Rusia comparte frontera en la región y donde planea construir nuevos corredores de transporte y centros logísticos.
La estrategia presidencial va más allá del sector minero. Putin también ordenó al Ejecutivo diseñar una estrategia integral para el desarrollo del Distrito Federal del Lejano Oriente hasta 2036, con la creación de al menos 10 parques industriales y tecnológicos antes de 2030.
Estos espacios estarán orientados a las pequeñas y medianas empresas y a sectores de innovación vinculados con las prioridades tecnológicas nacionales, como la energía, la robótica, la inteligencia artificial (IA) y la automatización industrial.
La visión de Moscú busca transformar esta región, históricamente subpoblada, en un centro de desarrollo estratégico y un punto de conexión euroasiático clave entre Rusia, China y la península coreana.
En paralelo, el Kremlin ha ordenado ampliar el programa de hipotecas preferenciales del Lejano Oriente y el Ártico, para permitir la adquisición de viviendas secundarias en zonas donde la construcción es limitada.
Esto forma parte de un esfuerzo más amplio por atraer población y talento hacia las regiones orientales del país, consideradas fundamentales para el futuro económico y geopolítico ruso.
Dentro del mismo paquete de medidas, Putin instruyó al gobierno a mejorar las conexiones de transporte y logística en las fronteras con China y Corea del Norte, fortaleciendo la red ferroviaria, portuaria y vial que une el Extremo Oriente ruso con los corredores comerciales del Pacífico.
Estos enlaces son clave para el corredor energético y de materias primas euroasiático, que incluye proyectos de exportación de gas, petróleo y minerales estratégicos hacia Asia. Al consolidar estas rutas, Rusia no solo refuerza su capacidad exportadora, sino que crea un bloque logístico independiente del control occidental, alineado con la visión de integración euroasiática compartida con Pekín.
Tecnología, IA y soberanía digital
Otro aspecto destacado de las órdenes presidenciales es la implementación de un régimen experimental para nuevas tecnologías en el Ártico, previsto para 2026-2027. Este programa buscará introducir sistemas no tripulados, plataformas digitales, inteligencia artificial y tecnologías de automatización en diversos sectores económicos, desde la minería hasta la logística polar.
Además, en un gesto simbólico del rumbo digital del país, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, adelantó que la próxima Línea Directa con Vladímir Putin incorporará por primera vez sistemas de inteligencia artificial para procesar las preguntas de los ciudadanos, marcando un paso hacia la digitalización institucional en la gestión pública rusa.
El desarrollo de la industria de tierras raras se enmarca en la visión estratégica de Moscú de fortalecer su autonomía tecnológica y económica, reducir la dependencia del sistema financiero occidental y afianzar su rol dentro del nuevo orden multipolar.
El impulso a la producción de metales raros no solo refuerza la soberanía industrial rusa, sino que también posiciona al país como un actor indispensable para el desarrollo de tecnologías limpias y sistemas de defensa modernos a nivel global.
Rusia se encuentra en plena transformación económica y tecnológica. El plan de Putin no es un simple programa de minería, sino una reconfiguración estructural de la economía nacional, orientada hacia el autoabastecimiento, la innovación y la integración euroasiática.
Con sus vastos recursos, su red científica y su creciente cooperación con China y Corea del Norte, Moscú se prepara para disputar a Occidente no solo la hegemonía militar o política, sino también el control de los recursos estratégicos que definirán el siglo XXI.
El 1 de diciembre de 2025 marcará el inicio de una nueva etapa: el momento en que Rusia decida extraer de su propio suelo la clave de su independencia tecnológica y su poder en el nuevo orden mundial.
*Foto de la portada: RIA Novosti
