El 10 y 11 de julio se llevó adelante la Conferencia sobre la Recuperación de Ucrania, en Roma, organizada de manera conjunta entre Italia y Ucrania. Se trata de la cuarta Conferencia que se celebra de forma anual en donde Gobiernos, organizaciones internacionales, instituciones financieras, empresas, regiones, municipios y la sociedad civil se reúnen para abordar la recuperación y reconstrucción de Ucrania.
En esta Conferencia, los reunidos se centraron en cuatro principales dimensiones de la recuperación: la movilización empresarial, la recuperación social y el desarrollo del capital humano, la reconstrucción municipal y regional y las reformas relacionadas con la adhesión a la UE, según han descrito oficialmente.
En 2022 la Conferencia inaugural se realizó apenas cinco meses de comenzada la Operación Militar Especial rusa en Ucrania, en Lugano, en donde, según lo informado por la organización de las Conferencias, se identificó los métodos, las prioridades y los principios rectores para el proceso de recuperación de Ucrania. En 2023, se celebró en Londres, y allí se trató de movilizar financiación pública y privada para Ucrania, y la Comisión Europea anunció un paquete de 50 000 millones EUR, lo que se llamó “el Mecanismo para Ucrania” para financiar la recuperación y reconstrucción de Ucrania. Tanto en Berlín en 2024, como este año en Roma, las Conferencias se centraron en las cuatro dimensiones mencionadas, las empresas, el capital humano, las reformas locales y regionales y las reformas relacionadas con la UE.
Durante su discurso inaugural, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky pidió que se acordara “que los activos rusos congelados deben destinarse a la recuperación de Ucrania. No solo los ingresos provenientes de estos activos, sino los propios activos deben utilizarse”. También solicitó a los presentes “un sistema claro para la reconstrucción: un fondo especial de recuperación y financiación a diferentes niveles: para el presupuesto nacional de Ucrania y para las comunidades locales”. Enfatizando que solo le dará bienvenida a “verdaderos socios: aquellos que no ayudan a Rusia a continuar esta guerra. Solo los amigos están invitados a formar parte de la recuperación económica y tecnológica de Ucrania”.
Sin embargo, Zelensky realizó una breve mención a modo de ejemplo de lo que él espera para la recuperación y reconstrucción de Ucrania. Dicho ejemplo fue suficiente para comenzar a desglosar qué sucedió en la cuarta Conferencia.
El mandatario aseguró que se necesita “construir una coalición para la recuperación” y que dicha coalición requiere de un “plan de recuperación” con un “enfoque similar al del Plan Marshall” recordando “el papel que desempeñó el Plan Marshall en la reconstrucción y transformación de Europa”, argumentando que gracias a dicho Plan “Europa ha disfrutado de paz y crecimiento económico durante décadas”.
El Plan Marshall, llamado oficialmente Programa de Recuperación Europea, fue una iniciativa propuesta por el Secretario de Estado de EEUU, George Marshall en 1947, que implicó ayuda económica, financiera, industrial, técnica y asistencia para la recuperación de Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Esta estrategia sirvió de herramienta para la consolidación de la hegemonía estadounidense en territorio europeo no sólo a través de la deuda y condicionamientos, sino también asegurando que no se desarrollaran proyectos comunistas y asegurando el fortalecimiento de las democracias liberales capitalistas.
Esto significa que el Plan Marshall poseía condiciones políticas y estratégicas que permitieron consolidar el control estadounidense sobre Europa occidental consolidando la retórica del enemigo y amenaza soviética. También fomentó la integración europea obligando a los países a coordinar la utilización del paquete de ayuda.
El Plan Marshall fue un claro precursor tanto de la creación de la Unión Europea como de la OTAN, ambas herramientas al servicio de EEUU para mantener su hegemonía sobre Europa y bloquear el avance del proyecto soviético.
Por lo que, cuando Zelensky, insta a los interesados a desarrollar un Plan Marshall en Ucrania, trasciende el simple hecho de la ayuda económica y financiera, sino que se trata de una nueva clara declaración de predisposición a una total subordinación a los intereses estadounidenses y aliados.
En este sentido, la élite europea en Bruselas continúa sin jugar un rol protagónico sino que sigue siendo el garante de los intereses atlantistas sobre territorio europeo.
La cuarta Conferencia finalizó con el anunció de la Unión Europea “sobre la creación de un Centro Europeo de Asociación para apoyar la cooperación internacional a nivel municipal, y de un programa, EU4Reconstruction, para fortalecer la gestión de proyectos de desarrollo regional en Ucrania”. Además, explicaron que “en las semanas previas a la conferencia, el gobierno ucraniano, con el apoyo del Congreso de Autoridades Locales y Regionales del Consejo de Europa, también actualizó su concepto de descentralización, que desde 2014 ha guiado importantes reformas del gobierno local en el país”.
¿Qué quiere decir “cooperación internacional a nivel municipal”, “proyectos de desarrollo regional” y el cambio del “concepto de descentralización”? Significa que la cuarta Conferencia sobre la Recuperación de Ucrania se centró en terminar de allanar el camino para la repartición del territorio ucraniano entre los distintos actores interesados. Como si se tratara de una torta, la política se centra en dividir al país en múltiples porciones negociables.
La actualización del concepto de descentralización que aprobó el gobierno ucraniano implica que se permite a los gobiernos locales tomar decisiones, negociar y firmar acuerdos, definir presupuestos, gestionar relaciones internacionales y proyectos con entidades extranjeras. Se reduce así la dependencia e intervención del gobierno central de la nación, permitiendo que cada región o municipio obre de manera “semi-autónoma” favoreciendo el ingreso privado, público y extranjero articulando de forma fragmentada con gobiernos locales sin ningún tipo de regulación nacional evitando también el control centralizado.
De esta manera se fragmenta el poder territorial facilitando a cada región llevar adelante sus propios acuerdos con actores externos, como así también, habilitando a dichos actores a firmar acuerdos directos y localizados, es decir, más rápidos, menos transparentes, más flexibles y más vulnerables para las autoridades locales que se encuentran ante una verdadera necesidad de urgencia, probablemente fortaleciendo a ciertas élites.
Así, Ucrania fragmenta su poder nacional, cediendo su soberanía y autonomía, incluso delega el liderazgo de su propia reconstrucción a través de la habilitación de licitaciones, privatizaciones, reformas y cualquier exigencia que interpongan los “dueños externos de la porción” y sus elites locales. Esto implicará también para los gobiernos locales interponer los intereses corporativos sobre las decisiones políticas; o en otros casos se abrirá una gran brecha de desigualdad entre zonas atractivas para los inversionistas y aquellas regiones que no. Algunos analistas creen que este camino podría conducir a fragmentaciones internas a largo plazo con posibles desenlaces separatistas.
¿Quiénes son los principales beneficiarios?
Como ya ha quedado claro, los principales beneficiarios del proyecto de reconstrucción que se elabora en la Conferencia de recuperación de Ucrania son actores extranjeros. Esto incluye una basta diversidad de intereses privados, pero también de gobiernos de otros países.
Infraestructura, cooperación militar, educación, salud, sector agrícola, sistema portuario, energético, son los principales sectores de interés de los actores privados y públicos sobre Ucrania.
El gobierno suizó firmó un acuerdo bilateral con el gobierno ucraniano en la Conferencia de Roma, que consta de una inversión de 1.500 millones de francos suizos (1.900 millones de dólares), de los cuales 500 millones de francos suizos se destinarán específicamente a empresas privadas suizas. La UE anunció una ayuda de 10 mil millones de euros. Los fondos de inversión estadounidenses como Black Rock, Tencore y White Star Real Estate ya firmaron proyectos de inversión industrial para zonas como Bucha. Más de 600 empresas italianas están compitiendo para cerrar contratos públicos y privados, entre ellas las reconocidas Leonardo, MERMEC y ENAV. Por su parte, la empresa alemana, Rheinmetall proyecto instalar plantas de producción de municiones y sistemas de defensas, mientras que otras empresas como Fixit y Bayer se ocupan de otros sectores como construcción y semillas. También se encuentran interesadas empresas de Austria y Turquía como Waagner-Biro y Onur Group.
Estas son sólo algunas de la enorme lista de empresas extranjeras, aunque también existen empresas nacionales en el proyecto, que ya han comenzado a trazar acuerdos en territorio ucraniano en lo que se perfila es un gran negocio transnacional.
Vale la pena rescatar que entre los principales beneficiarios privados están los fondos globales Black Rock y JPMorgan Chase. Esto no resulta una noticia nueva ya que desde 2022 el gobierno ucraniano viene negociando y resolviendo la reconstrucción del país con Black Rock, al que luego se sumó el JPMorgan. Sin haberse cumplido ni un año del inició de la OME, Zelensky y Black Rock ya conversaban y trazaban el camino, unos meses después crearon el Ukraine Development Fund (UDF), una entidad autónoma con gobiernos corporativos, funcionando independientemente pero con respaldo estatal.
El UDF posee inversores tanto públicos como privados agrupados en sectores estratégicos, especialmente enfocados en infraestructura, energía, agricultura, manufactura y tecnología.
Recordemos que Black Rock, capitaneada por Larry Fink, es una de las a empresas de gestión de inversiones más grande y poderosa del planeta ya que a través de sus inversiones posee una gran influencia en los mercados financieros y en una enorme variedad de industrias globales de alimentos, petróleo, gas, tecnología, comercio minorista, fabricación de armas, farmacéuticas, grandes bancos, atención médica… pero también en los países del mundo.
A través de sus inversiones en acciones y bonos, Black Rock ejerce influencia en los mercados financieros de muchos países ya que sus decisiones pueden impactar en el precio de esas acciones y bonos y por lo tanto tener un impacto en la economía y mercados de valores de esos países. Además, a partir de su participación en el sector financiero como en bancos y distintas compañías en diversos países, Black Rock posee influencia en la gobernanza y estrategias de esas instituciones financieras, por lo que también puede impactar en la economía de los países.
Por supuesto que ante tanta influencia internacional, Black Rock no sólo está interesado en el panorama financiero, sino en todo lo que puede afectar sus áreas de negocios, entre ellos, incluída la geopolítica.
A Black Rock y JPMorgan Chase, se le suman otras empresas privadas beneficiarias como Bechtel, AECOM, Rheinmetall, BAE System Hägglunds, dedicadas a la construcción y defensa; fondos como Argentem Creek Partners y Innovatus Capital Partners con interés específico sobre la terminal portuaria de Odesa, clave para exportaciones agrícolas. Este conjunto de actores responden al proyecto atlantista en la región.
También empresas europeas se han comenzado a repartir sus porciones. La francesa de telecomunicaciones, InfraNu, con interés en la reconstrucción de red de fibra y antenas móviles; la irlandesa Kingspan Group enfocada en la región de Lviv en el ámbito de construcción; ArcelorMittal de Luxemburgo, Onur Group de Turquía y la alemana Bayer tienen el ojo puesto en los proyectos agrarios, mientras que empresas polacas como B-Act centrada en tecnología agrícola ya poseen acuerdos en terrenos cerca de Odesa.
Resulta interesante identificar cómo se están dividiendo la porción de territorio ucraniano entre los países europeos de acuerdo a los intereses estratégicos. Rápidamente podemos nombrar el caso polaco, que se encuentra enfocado en el control terrestre y agrícola con especial interés, no casualmente, en Odesa lo que le permite proyectar hacia el Mar Negro, lo que le permitirá retomar el liderzgo del proyecto de la Iniciativa de los 3 Mares.
Así, cada país busca proyectar su influencia regional intentando garantizar su papel en la logística continental y más allá que permite el Mar Negro. Francia con sus empresas sanitarias y tecnológicas, además de su rol en el grupo belicista ahora llamado E3 (Francia, Alemania y Reino Unido); Rumania proyecta consolidarse como plataforma portuaria clave; Italia desde el sector de construcción para proyectos de infraestructura urbana, salud y movilidad; Alemania, a través de un acuerdo con el Ministerio de Finanzas ucraniano, creó una alianza empresarial-municipal para apoyar pymes locales, infraestructura e institucionalidad financiera.
El desglose detallado de los intereses de cada país y la penetración de cada empresa para lograr los objetivos geopolíticos de los actores extranjeros en Ucrania merece un artículo especialmente dedicado a ello.
Sin embargo, queda claro que la reconstrucción de Ucrania, lejos de representar un proceso democrático y autónomo, se perfila como un modelo de “reparto” geoeconómico y geoestratégico entre potencias y empresas que utilizan el discurso humanitario para asegurar su porción y por lo tanto sus intereses en sectores estratégicos. Bajo la lógica del “Plan Marshall ucraniano”, la soberanía ucraniana se diluye entre fondos de inversión, gobiernos aliados y empresas transnacionales que negocian directamente con municipios y regiones, sin control centralizado. Lo acordado en la cuarta Conferencia sienta las bases para una Ucrania descentralizada, fragmentada y subordinada a los intereses del capital global reescribiendo su estructura institucional y territorial.
*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Ukarine Recovery Conference.