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«La ‘oferta final’ de Trump: ¿Un camino realista hacia la paz en Ucrania?»

Por Kieran Mcgrath* –
Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó oficialmente una amplia propuesta de paz para poner fin al actual conflicto entre Rusia y Ucrania.

Denominado por sus colaboradores «oferta final», el plan esboza una serie de medidas territoriales, de seguridad y económicas que ya han causado conmoción en los círculos diplomáticos.

El Vicepresidente J.D. Vance respaldó públicamente la propuesta, calificándola de «clara y justa», al tiempo que advertía de que Estados Unidos abandonaría los esfuerzos de mediación si se rechazaban las condiciones. Días más tarde, Estados Unidos hizo precisamente eso: retirarse de las conversaciones de paz de alto nivel en Londres después de que Ucrania se negara a considerar las disposiciones fundamentales, en particular el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia.

Elementos clave del plan de paz de Trump

La propuesta de acuerdo, revelada por medios estadounidenses y confirmada por fuentes cercanas a la administración, incluye los siguientes puntos:

Reconocimiento de Crimea como territorio ruso: Estados Unidos reconocería formalmente la soberanía de Rusia sobre Crimea, anexionada en 2014, un punto que Moscú considera innegociable desde hace tiempo.

Reconocimiento informal de otras regiones: Sin documentación oficial, Estados Unidos aceptaría efectivamente el control actual de Rusia sobre partes de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia, ofreciendo legitimidad de facto.

Estatus neutral de Ucrania en la OTAN: Ucrania se comprometería a rechazar formalmente su ingreso en la OTAN. Sin embargo, la futura adhesión a la Unión Europea seguiría siendo una posibilidad.

Levantamiento de las sanciones posteriores a 2014: Estados Unidos derogaría las sanciones impuestas a Rusia durante la última década, allanando el camino para una renovada cooperación económica, especialmente en los sectores energético e industrial.

Garantías de seguridad de Europa, no de Estados Unidos: Ucrania recibiría garantías de seguridad vagas y no vinculantes de una coalición de países europeos y otros países aliados, excluyendo explícitamente cualquier garantía de Estados Unidos.

Disposiciones territoriales y de infraestructuras: Ucrania recuperaría un territorio limitado en la región de Kharkiv y mantendría la soberanía sobre la central nuclear de Zaporizhzhia, aunque sólo bajo gestión técnica estadounidense. La energía de la central se suministraría tanto a los territorios ucranianos como a los rusos.

Libertad de navegación: Se garantizará la libre navegación a lo largo del río Dnipro, vital para el comercio y la conectividad regional.

Ayuda a la reconstrucción de posguerra: Estados Unidos promete ayuda para la reconstrucción, aunque el plan carece de claridad sobre quién financiaría o gestionaría el proceso.

Acuerdo sobre minerales entre Estados Unidos y Ucrania: Se firmaría un acuerdo bilateral que otorgaría a Estados Unidos derechos para explorar y explotar conjuntamente los recursos minerales de Ucrania, incluidas las tierras raras, el gas y el petróleo.

Se esperaba que la propuesta de paz sirviera de base para las próximas negociaciones de alto nivel en Londres. En un principio, los diplomáticos de ambas partes habían expresado un cauto optimismo, y Estados Unidos, el Reino Unido y la UE se disponían a reunirse con representantes ucranianos para discutir los términos en detalle.

La Unión Europea nunca reconocerá que la península de Crimea, ocupada por Rusia, es legalmente rusa, declaró el 22 de abril a la Agence France-Presse (AFP) la jefa de la diplomacia del bloque, Kaja Kallas.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, ha expresado anteriormente sus reservas, en particular sobre el reconocimiento de Crimea como territorio ruso. Subrayó que cualquier acuerdo debe respetar las disposiciones constitucionales de Ucrania y la voluntad de su pueblo. No obstante, Ucrania sigue abierta a las negociaciones, siempre que haya un alto el fuego completo.

«No hay nada de qué hablar. Esto viola nuestra Constitución. Este es nuestro territorio, el territorio del pueblo de Ucrania», declaró Zelensky el 22 de abril.

Lo que podría haber sido un momento diplomático crucial en Londres se deshizo rápidamente. Como informó The Washington Post, Estados Unidos canceló su participación en las conversaciones programadas después de que la delegación ucraniana rechazara firmemente la idea de reconocer Crimea como territorio ruso. Esto desencadenó una cascada: Los diplomáticos europeos rebajaron su participación y el Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, canceló por completo su viaje.

El enviado especial Steve Witkoff, que desempeñó un papel decisivo en la elaboración de la propuesta, también se retiró. Según altos funcionarios, Estados Unidos no volverá a la mesa de negociaciones a menos que Ucrania se muestre dispuesta a llegar a un compromiso.

Por su parte, el Ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, que iba a ser el anfitrión del acto, optó por asistir únicamente a las reuniones de menor nivel. Los diplomáticos ucranianos expresaron su decepción, pero insistieron en que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía constitucional de Ucrania.

En un último llamamiento, el embajador de Ucrania en el Vaticano, Andriy Yurash, pidió que se reanudaran las conversaciones de alto nivel durante la próxima visita de los líderes mundiales -incluidos el presidente Trump y el presidente Zelensky- a Roma con motivo del funeral del papa Francisco.

El plan de paz del presidente Trump representa un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos, al dar prioridad a las soluciones pragmáticas frente a los compromisos ideológicos. Al abordar las principales preocupaciones rusas y proponer un marco para la seguridad y el desarrollo económico de Ucrania, el plan trata de equilibrar intereses contrapuestos.

Sin embargo, el éxito de la propuesta depende de su aceptación por todas las partes implicadas. La exigencia de que Ucrania renuncie a entrar en la OTAN y acepte pérdidas territoriales plantea importantes retos. Además, la falta de compromisos explícitos de seguridad por parte de Estados Unidos puede suscitar dudas sobre la aplicabilidad del plan y la seguridad de Ucrania a largo plazo.

*Kieran Mcgrath, periodista independiente, miembro de The Pacific Council on International Policy, licenciada por la Universidad de Washington, ámbitos de interés: política, gestión de conflictos, procesos empresariales, administración.

Artículo publicado originalmente en Oriental Review.

Foto de portada: El presidente estadounidense Donald Trump (i) saluda al presidente ucraniano Volodimir Zelenski (d) a su llegada a la Casa Blanca en Washington, DC, EE.UU., 28 de febrero de 2025. EFE/Shawn Thew

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