La adicción al juego entre los niños y adolescentes ha sido identificada como un problema social en expansión, alimentado por el acceso masivo a videojuegos con dinámicas de apuestas, juegos en línea y micro transacciones que promueven comportamientos compulsivos.
La votación en cuestión buscaba establecer regulaciones más estrictas sobre los juegos en línea y plataformas digitales que incluyen elementos de azar y apuestas. Aunque la iniciativa fue respaldada por una mayoría, generó polémicas significativas en el recinto, especialmente entre los partidarios de Javier Milei y su partido, La Libertad Avanza.
Sería posible pensar que políticos que se ponen como “conservadores” estarían en favor de esa propuesta, pero no es como vimos las cosas allá con los diputados de Milei.
Los diputados alineados con Milei rechazaron al proyecto en los principios de libertad individual y responsabilidad personal, que son ejes centrales de su plataforma política. Según este grupo, el problema de la ludopatía infantil no debe resolverse mediante más regulaciones del Estado, sino a través de la educación familiar y el libre mercado. Para ellos, imponer restricciones adicionales a las empresas de videojuegos y plataformas digitales sería un ejemplo más de intromisión estatal en la vida privada.
En sus intervenciones, los legisladores de La Libertad Avanza argumentaron que el Estado no debería erigirse como “niñera” y que son los padres quienes deben asumir la responsabilidad de supervisar y educar a sus hijos sobre el uso adecuado de la tecnología.
Legisladores de otros bloques políticos y especialistas en salud mental advirtieron que la ludopatía infantil no puede ser abordada únicamente desde una perspectiva de responsabilidad individual, ya que se trata de un fenómeno complejo que combina factores psicológicos, económicos y sociales. Según estas voces, el enfoque libertario ignora los desequilibrios de poder entre las corporaciones tecnológicas y las familias.
Organizaciones de la sociedad civil también expresaron su descontento, señalando que la postura de Milei minimiza el impacto que los algoritmos y las estrategias de diseño de los videojuegos tienen sobre los menores. Para estas organizaciones, las empresas que lucran con prácticas consideradas predatorias deben ser responsabilizadas, y el Estado tiene un rol clave en establecer límites claros para proteger a los sectores más vulnerables de la población.
Es en esas contradicciones que se ponen al descubierto las diferencias que hay entre los valores tradicionales argentinos, que son comunitarios como nos enseñó el General Perón, y los valores “libertarios” que ponen al individuo por encima de la comunidad popular.
Al fin del día, si para Milei y sus diputados no se debe combatir la adicción a videojuegos y la participación de niños en apuestas online, no debemos sorprendernos si mañana empiezan a legitimar la pornografía infantil.
¡Todo en nombre de las “libertades individuales”!
Aquí es importante recordar que uno de los teóricos del libertarismo, Murray Rothbard, siempre ha sido un defensor de la “autonomía del niño”, que algunos de sus seguidores adaptan para legitimar el comercio de niños y la pedofilia. Así que no exageramos.
Estamos hablando del mismo Rothbard cuya lectura llevó a Javier Milei a convertirse, según él mismo, al “libertarismo”.
Para estas figuras, sólo existen los individuos y sus relaciones contractuales voluntarias, y el significado de la libertad puede resumirse básicamente en la ausencia de límites a la toma de decisiones individuales. Para figuras como Rothbard, Rand, Mises, Hayek, etc., los únicos límites razonables son los del «contrato social», resumidos en la defensa de la propiedad y la vida individuales.
Por otra parte, una antigua concepción helénica, como la que encontramos entre Platón y Aristóteles, entendía la libertad en términos de dominio sobre uno mismo.
Para los antiguos griegos, un drogadicto, por ejemplo, no era un hombre libre. Para Milei y sus filósofos, en cambio, la decisión del toxicómano de drogarse se basa en su «libertad». Y los niños adictos son absolutamente libres de decidir sobre sus hábitos virtuales.
¿Qué futuro podría tener Argentina con tamaña inversión de valores y conceptos?
Raphael Machado* Licenciado en Derecho por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Presidente de la Associação Nova Resistência, geopolitólogo y politólogo, traductor de la Editora Ars Regia, colaborador de RT, Sputnik y TeleSur.
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