Antecedentes:
- En Ucrania, antes del conflicto con Rusia, vivían casi 38 millones de habitantes. En la actualidad, sólo Rusia ha recibido casi 5 millones de exiliados. Entre los que hay en Polonia, Suecia, Alemania, Inglaterra y Francia, entre otros Estados europeos, debe reunirse un par de millones más.
- El Donbass (Cuenca del Don, según la traducción) y las regiones orientales de Ucrania: Járkov, Jersón y Zaporozhie, siempre han sido principales bases económicas. Su población, mayoritariamente rusa de casi cinco millones de personas es industrial, minera y agropecuaria. Tiene una gran tradición de lucha revolucionaria. En la segunda guerra, fue escenario de una cruenta resistencia guerrillera contra la invasión nazi.
- El occidente ucraniano: Galichia y Volyn tradicionalmente ha sido más pobre y escaso de recursos. Tierra de tránsito para los imperios polaco, alemán y ruso. Sus habitantes resultaron protagonistas de cuanto movimiento de extrema derecha se presentará. Recibieron a los nazis con el pan y la sal y su líder, Stepan Bandera, encabezó los destacamentos de castigo contra polacos, judíos y su propia población.
- El primer presidente de la Ucrania postsoviética, Leonid Kravchuk, oriundo de Volyn, fue junto con sus colegas ruso Borís Ieltsin, y bielorruso Stanislav Shuskiévich, el firmante del pacto que en 1991 hizo colapsar la URSS. Su presidencia facilitó la destrucción de la economía “soviética” del país y no detuvo el tremendo auge de corrupción suscitado por el saqueo de los activos de esa economía.
- Los siguientes gobiernos ucranianos no lograron recuperar al país de la crisis provocada por la destrucción de los lazos económicos con la ex URSS y su sucesora Rusia, ni tampoco aminorar una corrupción enlazada por completo con los grandes monopolios europeos y norteamericanos. El hijo de Joe Biden, Harper, era presidente del holding estatal del gas Burisma.
- El presidente Víktor Ianukovich intentó despegarse de ese dominio, no firmó los leoninos acuerdos que ligaban a Ucrania con la Unión Europea y se pronunció por aceptar la asociación con Rusia y la Comunidad de Estados Independientes (países ex integrantes de la URSS). En 2013, las formaciones fascistas como “Sector Derecho” o “Azov” se apoderaron de los principales resortes del poder y, con el respaldo de la embajada estadounidense, derrocaron a Ianukovich en medio de sangrientos enfrentamientos en la plaza Maidán, de Kíev, y despiadadas represiones en Odessa, Járkov y otras ciudades.
- Crimea y el Donbass no reconocieron el golpe y declararon su autonomía del régimen inconstitucional de Kíev. En 2014, el ejército ucraniano inició su invasión al Donbass, tratando de liquidar a sangre y fuego la resistencia popular. Ese mismo año en un masivo referéndum, el 90% de los habitantes de Crimea se pronunció por su independencia de Ucrania y solicitó su reingreso a Rusia.
- Privada de su intención de ocupar la ciudad y base naval de Sebastópol, para dominar el Mar Negro, la OTAN volcó todos sus recursos a alimentar la invasión de Kíev al Donbass. Durante ocho años, la agresión costó miles de muertos y la destrucción de las repúblicas de Donetsk y Lugansk.
- En 2014 se firmaron los Acuerdos de Minsk entre Kíev y las regiones autonomistas, con el aval de Rusia, Francia y Alemania. Por esos acuerdos, cesaba la confrontación en el Donbass, se realizaba un referendo en toda Ucrania para cambiar la constitución y admitir un régimen federal y Donetsk y Lugansk se convertían en regiones autónomas dentro del nuevo estado federal ucraniano.
- Los acuerdos de Minsk fueron ignorados por el régimen de Kíev, que continuó con la acción militar en el Donbass. Luego, tanto la excanciller Ángela Dorotea Merkel como el expresidente francés François Gérard Georges Hollande admitieron públicamente que los acuerdos fueron un pretexto para permitir que la OTAN rearmara al régimen de Kíev y entrenara sus soldados.
- En diciembre de 2021 se conocieron los planes del régimen de Kíev, de aplastar la resistencia del Donbass, salir a la orilla oriental del Mar Negro y ocupar territorio ruso incluyendo el gran puerto petrolero de Novorossiisk. La fecha de inicio de esta operación fue fijada en marzo de 2022.
- En diciembre de 2021 el gobierno ruso se dirigió a la OTAN y a Washington con una declaración en la que solicitaba la firma de un acuerdo de garantías de seguridad y la detención de la expansión de la OTAN en territorio ucraniano. Calificó esta expansión como el cruce de la “línea roja” de seguridad de Rusia. La OTAN y Washington desconocieron la propuesta.
- El 24 de febrero de 2022, el gobierno ruso inicio la Operación Militar Especial, cuyos objetivos fueron fijados por el presidente Vladímir Putin: a) fin de la agresión de Kíev sobre el Donbass; b) desnazificación del régimen de Kíev; c) neutralidad de Ucrania y no pertenencia a ningún bloque; d) reafirmación del tratado de 1994, declarando a Ucrania estado no nuclear; e) cumplimiento de los Acuerdos de Minsk.
- En marzo de 2022 el régimen de Kíev y Rusia firman en Estambul un acuerdo que, en la práctica, respetaba los puntos planteados por Moscú. A cambio de ello, Rusia retiraría sus tropas, dislocadas ya a las puertas de Kíev. Entre otros, Elon Musk fue uno de los que adhirió a los puntos del acuerdo. Sin embargo, el régimen de Kíev presionado por la OTAN rechazó su propia firma y anunció que seguiría la confrontación “hasta lograr la derrota estratégica” de Rusia.
- El resto es de público conocimiento. Tras casi tres años de combate, la derrota del régimen de Kíev es cada vez más evidente. Su inminencia no puede ser anulada pese a la abrumadora ayuda en equipos y pertrechos por parte de la OTAN, sumada a la presencia de miles de “mercenarios” y “consejeros” extranjeros.
- Rusia está a las puertas de conseguir sus principales reivindicaciones: el reconocimiento de Crimea, el Donbass y las regiones sureñas de Zaporozhie y Jersón como territorio ruso, la desnazificación del régimen de Kíev con el anunciado colapso de su ilegal presidente Vladimir Zelensky, la confirmación del estatus neutral de Ucrania y su no adherencia a la OTAN.
Situación:
El triunfo absoluto de Donald Trump en las elecciones estadounidenses es el catalizador de una situación crítica que se acumulaba entre los miembros del bloque euroatlántico, agobiados por el terminante fracaso de su política de destrucción de Rusia y, por ende, del aislamiento total de China.
Por todos lados aparecen “expertos analistas” que predicen la frustración de Trump en su intento por tener una política independiente del “pantano” washingtoniano, es decir de la línea que mantiene a ultranza la agresión como único medio por retener la hegemonía del mundo unipolar sobre la llamada “Mayoría Universal”.
Un muy somero y superficial recorrido por los nombramientos principales de la futura administración Trump indica, precisamente, que la decisión de avanzar en la revisión de esa línea es firme y sostenida. Quizá, porque sea la única decisión que le permita a la futura administración enderezar un poco el barco y salvarse de una amenazante crisis económica y social que conmueva los pilares de la sociedad estadounidense.
El anuncio de un presunto plan de paz hecho por el “Wall Street Journal”, un medio no precisamente pacifista, es quizá un primer paso en la dura negociación que Trump está dispuesto a mantener con la vieja administración euroatlántica. El reciente llamado telefónico de Olaf Scholz a Vladímir Putin es la más clara expresión de “arrugue” que se haya visto en política internacional en los últimos tiempos. Con sutileza eslava Putin, tras refirmar sus inamovibles condiciones de paz, le ofreció al todavía canciller alemán retomar negociaciones en el plano energético, recordándole que sigue habilitada, sin funcionar, una de las cañerías del “Nord Stream” que la OTAN saboteó, con lo que podría contribuir a resolverle la crisis económica que afecta a su país.
Cuanto antes reconozcan el régimen de Kíev y sus sostenedores de la OTAN que la guerra está perdida, más rápido se podrá plantear la recuperación económica no sólo de Alemania, sino de toda la Unión Europea, pese a los berridos del saliente Joseph Borrell. La discusión ahora pasa por cómo abandonar la línea de confrontación. En el frente del Donbass, el ejército ruso libera nuevas localidades todos los días y está muy cerca de llegar a las fronteras de Lugansk y Donetsk, de Zaporozhie y de Jersón. Los importantes avances que se verifican en la región de Járkov (la segunda ciudad más importante de Ucrania y centro industrial de primera magnitud) son al sólo efecto de impedir los bombardeos de Kíev sobre las poblaciones civiles del Donbass.
Putin ya señaló que Járkov no es objetivo ruso (como no lo es la antigua, rusa, bella y estratégica Odessa). Si Putin jugara al truco, se ha hecho “pie” y espera que alguien le cante envido o truco. En este momento tiene el ancho de espadas, el de bastos y el siete bravo… Por eso es por lo que ha dicho que escucha y no se cierra a ninguna conversación. Por eso mismo Trump, que también sabe jugar al truco, está pensando en irse a baraja.
Sólo en la moledora de carne de Kursk, los cercados ucranianos han perdido ya casi 35.000 efectivos, de los considerados de elite, y catastróficas cantidades de novísimo equipamiento de la OTAN. Esto suena como aquella vieja anécdota rusa de los cazadores que van en busca del oso, seguros de sus escopetas. Se separan en el bosque y de repente uno de ellos grita: “¡Tengo el oso, tengo el oso!”. A lo que sus compañeros de cacería le responden: “¡Tráelo, tráelo!”. Desde la espesura se oye la voz del desdichado: “¡No me deja, no me deja!” …
Es aplicable aquí, pues, el “método Biden” desplegado en todo su esplendor en Afganistán. Escapar colgados de las ruedas de los aviones. Y reconocer, pudorosamente, la derrota.
El asunto es que, en medio del fragor y la agitación de las discusiones y tomas de decisión, se ha dejado de lado, por ejemplo, el tendal ucraniano. Nadie va a reponer las decenas o centenares de miles de pérdidas humanas en estos casi tres años de combate. Ahora, ¿Quién se hará cargo de reconstruir la economía y la estructura institucional ucraniana una vez que la banda de Bánkova 11 desaparezca, se fugue, sea exterminada o algo por el estilo?
Observadores internacionales que pudieron recorrer Mariúpol, Bajmut o Avdiivka se asombran por el ritmo increíble de reconstrucción impreso por los contingentes voluntarios rusos. El Donbass reincorporado a la economía rusa, ya aporta sus riquezas mineras de hierro y carbón, sus aceros en las reconstruidas fábricas y sus cosechas en los feraces campos de la región. Es la misma política que desplegó la Unión Soviética cuando en el 44 o 45 liberaba pueblos europeos del yugo nazi. Procuraba mantener intactas sus fábricas, sus ciudades y evitar las pérdidas civiles. Pese a las salvajes pérdidas causadas por la ocupación hitleriana, la recuperación fue más rápida y el restañamiento de las heridas menos doloroso.
¿Eso mismo pasará con lo que quede de Ucrania? ¿Polonia dejará de mandar sus “voluntarios” y se dedicará a reconstruir Galíchina, región que en su momento formó parte de su imperio? ¿Hungría y Rumania reconocerán magnánimamente el dominio de Kíev sobre regiones carpáticas pobladas mayoritariamente por magyares y rumanos? ¿Black Rock y el JP Morgan se convertirán en carmelitas descalzas y no reclamarán el retorno de sus préstamos? ¿Bunge, Continental y el resto de “las hermanas” cederán sus cosechas sobre lo que quede de agro en Ucrania?
Precisiones
De modo, mis estimada/os lectora/os, que aquí es donde, como dicen los rusos, “está enterrado el perro”. Porque el enfrentamiento finalmente no es entre Rusia y Ucrania o incluso entre Rusia, Bielorrusia y los tenebrosos e invisibles norcoreanos con la OTAN. Como corresponde, como manda el análisis objetivo y dialéctico, el enfrentamiento es entre el obsoleto y carcomido poder unipolar y el consolidado mundo multipolar.
El desarrollo de los medios de producción con el reinado ya permanente de la Revolución Científico-Técnica, su globalización y su masificación, convierten en antagónica la contradicción entre ambos poderes. Gracias a esa circunstancia objetiva y dialéctica, el mundo multipolar tiene cada vez más herramientas para imponerse al viejo polo y obligarlo a transigir con la transición sin recurrir al antiguo recurso de la agresión armada. Permítaseme esta modesta reflexión materialista-dialéctica (por no decir marxista). La reciente cumbre BRICS en Kazán, con diez miembros y casi 35 países haciendo cola para ingresar, es un clarísimo e histórico ejemplo que evidencia este paso de la aguja de la balanza al polo positivo de la contradicción antagónica.
Será un proceso largo, complejo, conflictuado. No hay ningún parto, ni físico ni histórico ni social, que sea limpio y amable. Pero finalmente la nueva criatura aparece. Empero, en el mundo atómico, la severidad en la conducta de seguridad tiene que ser un rasgo terminante. No se puede permitir que un ex cómico de la legua haga de mascarón de proa para que aquellos turbios y no resueltos intereses del viejo mundo intenten destrozar todo y llevarse a su inexorable tumba lo máximo que arrebaten, incluyendo a toda la humanidad.
En este plano, claro está que la gestión político-militar rusa y sus consecuencias económicas son una evidencia detonante de cómo se puede impedir la locura. Ha costado casi tres años, pero el mundo no se ha roto, los “malos” perdieron, la constelación de países en desarrollo ha confirmado su independencia, su fortaleza y su preponderancia. Rusia ha logrado, además de evitar el colapso económico provocado por los miles de sanciones que le aplicaron y el pretendido aislamiento internacional que urdió el bloque euroatlántico, proteger la indemnidad de las nuevas alianzas internacionales y demostrar la empatía cada vez más fuerte que existe entre países que incluso hasta hace muy poco tiempo atrás, eran contrincantes.
Es aleccionador señalar que en este proceso se están terminando de diluir las horrendas huellas dejadas por el feroz colonialismo del poder unipolar. ¿Cómo, si no, analizar las profundas transformaciones que se verifican en África, los cambios de alineamiento en el Sudeste Asiático, la apertura de mercados en el mundo multipolar? ¿De qué manera calificar el megapuerto de Chankay, en Perú, construido por China, que deja expedita la comunicación directa entre nuestros continentes?
El anuncio de las nuevas plataformas BRICS forma parte de este movimiento. La Bolsa de cereales facilitará el comercio directo de los complejos agropecuarios del mundo multipolar, y la plataforma financiera digital permitirá la gestión financiera directa y en monedas nacionales, sin pasar por el control y la manipulación de los grandes monopolios financieros.
La crisis ucraniana es el espejo de estos cambios. Por más que la sofisticada maquinaria mediática del bloque euroatlántico intente disolver esta realidad en un fementido contrapunto entre el “original” Trump y el “dictador” Putin, la realidad marca que esa crisis se resuelve en el marco de lo que llamamos contradicción antagónica. Que la paz en Ucrania se logra por la decidida intervención del nuevo mundo enfrentándose con los descarados designios bélicos del viejo orden.
Y que es ese nuevo mundo el que, además de gestar el fin de la guerra en el Donbass, está empeñado en enfrentar y liquidar la amenaza nazi en Medio Oriente, instrumentada por un régimen israelí cuya crueldad nada tiene que envidiar a la de las hordas hitlerianas. La reciente cumbre islámica en El Riad, donde se definió la ruta para lograr la unidad del mundo islámico, tiene ese cometido, esa tónica y esa decisión. Es tan histórica como la cumbre BRICS en Kazán.
La vieja Europa, tratada como una decrépita prostituta por su principal aliado, Washington, también evidencia el proceso de transición de un mundo al otro. El avance de la “derecha nacional”, como se la denomina en detrimento del calificativo de “ultraderecha nazi” que le encaja la “progresía” mundial, no es otra cosa que la necesidad que tienen los pueblos europeos de sacudirse esta situación de agobio y miseria a la que los somete el bloque euroatlántico.
Es curioso, digamos, que esta misma sensación la comparten las grandes masas migrantes que ven en esa misma “derecha nacional” una forma operativa para conquistar derechos. En esa oleada migratoria, sin duda, se inscriben los millones de ucranianos que debieron escapar de las levas obligatorias y violentas, de la crisis económica y, finalmente, de la propia muerte.
Lo propio
En este contexto internacional, a todas luces favorable a la consolidación del nuevo orden multipolar, también se inscribe la realidad latinoamericana, un continente que no se ha caracterizado por litigios bélicos entre sus países, sino por abruptas exposiciones políticas, violentas aventuras dictatoriales y la constante lucha por emanciparnos de los dictados del omnipresente y omnipotente “gran hermano”.
Hoy, nuestra América Latina tiene la necesidad de cubrir la distancia que la separa de las rutas libertadoras por las que transita el resto de la “Mayoría Universal”. Todavía el mosaico político latinoamericano muestra un abigarramiento que lo condiciona en la satisfacción de esa necesidad. El arco va desde nuestro libertario presidente, fanático defensor del “american way of life” hasta la flamante Claudia Sheinbaum Pardo, comandando un México peligrosamente vecino del “gran hermano”.
En este marco se inscriben enfrentamientos entre líderes populares como Lula y Maduro, combates por la supremacía como lidia el Frente Amplio uruguayo, pugnas por consolidar poder como las de Petro en Colombia.
Y también, ¡cómo no!, nuestra propia situación…
Se me ocurre que es preciso encontrar un común denominador partiendo de la experiencia que nos brinda el nuevo orden multipolar. Algo que nos identifique como países de un mismo origen, suelo y cultura, con enormes posibilidades de desarrollo. Creo que la adhesión a los BRICS puede ser la primera meta en ese camino.
Como cada país tiene sus propios parámetros para lograr el mismo cometido, en nuestra Patria podríamos comenzar por la conformación de un Comité Nacional “Argentina-BRICS” que contribuya a la concreción de esfuerzos parciales, sectoriales, de cooperación económica y comercial.
Este Comité Nacional podría conectarse, además de los Comités Nacionales de los países miembros BRICS, con aquellas organizaciones latinoamericanas con las que compartimos los mismos ideales de integración al nuevo mundo multipolar.
La próxima cumbre BRICS, en 2025, será en Brasil. ¡Qué buena posibilidad para presentar en ella esta iniciativa ya en marcha!
Para nosotros, los argentinos, sería la mejor oportunidad para incorporarnos a la demanda de paz, autodeterminación y solidaridad que sostienen como sus banderas los BRICS.
Y para demostrar que los demonios de la guerra pueden ser sometidos por la acción conjunta de los pueblos que integran el nuevo mundo, al que sin dudas la Argentina deberá integrarse más temprano que tarde.
Hernando Kleimans* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia. Colaborador de PIA Global
Foto de portada: EFE