Como hemos señalado en nuestros artículos anteriores, Bulgaria se encuentra en una crisis política sin precedentes, y las elecciones parlamentarias del 27 de octubre representan el séptimo intento de formar un gobierno estable desde 2021. Este panorama de inestabilidad política tiene raíces profundas, influidas por años de protestas contra la corrupción, enfrentamientos ideológicos y una creciente fragmentación parlamentaria, una situación que otra ronda de elecciones no parece destinada a resolver.
La crisis política en Bulgaria comenzó en 2020 con las masivas protestas contra la corrupción que provocaron la caída del Gobierno liderado por el GERB (Graždani za evropejsko razvitie na Bălgarija, o Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria), el partido de centroderecha del ex primer ministro Boiko Borisov, que durante sus tres mandatos (2009-2013, 2014-2017 y 2017-2021) batió el récord de jefe de Gobierno más longevo de la historia búlgara. Desde entonces, el país ha estado atrapado en un ciclo de elecciones anticipadas, ninguna de las cuales ha logrado producir un gobierno estable.
Las recientes elecciones del 27 de octubre tuvieron lugar tras el fracaso de tres intentos de formar una coalición después de las elecciones de junio, que habían coincidido con las elecciones europeas, estableciendo un récord negativo de participación, lo que demuestra el cansancio y la desilusión del electorado con la situación. De hecho, esta serie de elecciones anticipadas se ha convertido en la norma más que en la excepción, reflejo de un sistema político incapaz de producir un consenso suficiente para gobernar con eficacia.
En las elecciones de octubre, la alianza GERB-SDS, que incluye al GERB y a la Unión de Fuerzas Democráticas (Săjuz na demokratičnite sili), mantuvo su posición de partido más votado con el 25,52% de los votos, obteniendo 69 escaños, un resultado que, sin embargo, no garantiza la mayoría parlamentaria en un hemiciclo de 240 escaños. El bloque reformista Continuación del Cambio – Bulgaria Democrática (Prodălžavame promjanata – Demokratična Bălgarija, PP-DB) obtuvo el 13,74% y 37 escaños, mientras que el partido ultranacionalista Renacimiento (Vazraždane) logró el 12,92% y 35 escaños. Además, nuevos partidos como DPS – Un Nuevo Comienzo y Alianza por los Derechos y las Libertades, una nueva formación que representa los intereses de la minoría turca, entraron en el Parlamento, contribuyendo aún más a la fragmentación.
En cuanto a la izquierda, la alianza liderada por el Partido Socialista de Bulgaria (Bălgarska Socialističeska Partija, BSP), a la que esta vez se unió el Partido Comunista de Bulgaria (Komunističeska Partija na Bălgarija, KPB), obtuvo el 7,32% de los votos, eligiendo veinte diputados, lo que supone un aumento de un escaño respecto a los resultados de junio. Aunque el PSB ha sido un partido puntero en el pasado político de Bulgaria, este resultado representa un giro, ya que en las seis últimas elecciones los socialistas y sus aliados siempre habían registrado un descenso en el número de escaños.
Otra de las novedades más significativas de esta última ronda electoral fue el avance del partido de derechas Moral, Unidad, Honor, que obtuvo por primera vez 12 escaños, lo que indica un aumento del apoyo a los movimientos populistas y antisistema. Sin embargo, a pesar de estos cambios, ningún partido o coalición ha obtenido la mayoría necesaria para formar un gobierno estable, y parece difícil que las fuerzas en liza lleguen a un acuerdo que garantice el surgimiento de un nuevo ejecutivo.
Como se preveía, esta espiral de elecciones inconclusas ha generado frustración entre la población búlgara. Los ciudadanos expresan un creciente desencanto con la clase política, y la participación sigue siendo una de las más bajas de la historia reciente del país. En las elecciones de octubre, la participación apenas superó el 35%, ligeramente por encima del mínimo histórico del 34% registrado en junio, pero aún muy por debajo de la mayoría absoluta de los votantes.
La prolongada inestabilidad política también ha tenido un impacto significativo en la economía del país, el miembro más pobre de la Unión Europea. Bulgaria necesitaría urgentemente un gobierno estable para desbloquear fondos europeos destinados a modernizar sus infraestructuras y cumplir sus compromisos relativos a la adopción del euro, prevista para enero de 2025. Sin embargo, el incumplimiento de los objetivos de inflación y la continua incertidumbre política ya han retrasado este proceso en el pasado.
Otro aspecto preocupante de la crisis política búlgara es el creciente apoyo a los partidos populistas y nacionalistas. El partido Rebirth, que ganó popularidad gracias a su retórica antiinmigración y su fuerte oposición a los derechos LGBTQ, es un claro ejemplo de esta tendencia. Su propuesta de ley contra la «propaganda LGBTQ», aprobada por amplia mayoría en el Parlamento en agosto, suscitó fuertes críticas tanto de la oposición nacional como de observadores internacionales.
También el GERB, en un intento de mantener el consenso popular y formar un gobierno de coalición, ha tratado de acercarse a partidos como Renacimiento, sin dejar de apoyar la retórica proeuropea. Según los observadores, esta doble estrategia podría complicar aún más las relaciones del país con los socios internacionales, aislando a Bulgaria incluso en relación con otros miembros de la UE.
Así pues, las perspectivas para Bulgaria siguen siendo muy inciertas. Con un Parlamento fragmentado y un electorado cada vez más desilusionado, el país corre el riesgo de seguir sumido en un ciclo de inestabilidad política. Las últimas elecciones no arrojaron resultados sustancialmente distintos de los de junio, con un parlamento que puede volver a mostrarse incapaz de acordar una coalición de gobierno. A este respecto, el Presidente Radev subrayó la necesidad de un «debate político significativo» en las próximas semanas, pero las posibilidades de que se produzcan avances reales parecen limitadas.
*Giulio Chinappi, politólogo.
Artículo publicado originalmente en World Politics Blog.
Foto de portada: [EPA-EFE/DUMITRU DORU]