Con El Cairo el conflicto se centra en la posible merma de agua hacia el Nilo por la puesta en marcha de la Gran Represa del Renacimiento Etíope (GRRE), lo que hasta ahora no se estaría produciendo, aunque el presidente egipcio, el exgeneral Abdel Fattah al-Sisi, ha empezado a mover sus piezas en vista de esa posibilidad.
La más evidente de estas jugadas ha sido el envío de 10.000 hombres y grandes cantidades de armamento a Somalia con la excusa de combatir al grupo terrorista al-Shabbab, la franquicia de al-Qaeda para en el Cuerno de África, aunque no hay que ser un experto para entender que la maniobra del rais egipcio apunta a alentar el posible conflicto latente tras la colisión entre Mogadcio y Addis Abeba, por el acuerdo de los etíopes con el Gobierno de la región separatista de Somalilandia, que le concedería 50 kilómetros de costa sobre el Golfo de Adén para la construcción de un puerto comercial y militar, lo que para Etiopía, que no cuenta con salida al mar, es de una importancia estratégica inconmensurable. (Ver: El Cuerno de África se abisma hacia el desastre).
Más allá de lo apuntado, para Abiy Ahmed las malas noticias no terminan, ya que desde agosto del año pasado otro de los frentes de tormenta, para nada nuevo pero sí vigorizado, se está formado al noroeste del país, junto a la frontera con Sudán, en la región de Amhara, una de las más extensas de la confederación etíope, con una población cercana a 33 millones de personas.
Esto lo ha provocado una de las tantas cláusulas del Acuerdo de Pretoria, con el que se concluyó la guerra civil etíope en noviembre del 2022, donde aparece la disposición de disolver todas las Fuerzas Especiales Regionales, las que han sido utilizadas históricamente como arma de presión contra el gobierno federal, cualquiera que fuera.
En el caso de las fuerzas de Amhara no ha sido tan sencillo, ya que esta región está en disputa con la de Tigray por los territorios de Welkait y Raya, que además de tener un importante patrimonio cultural son tierras excepcionales para la agricultura.
Ambas áreas habían sido anexadas en 1991 por el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) tras la caída del Gobierno marxista del Consejo Administrativo Militar Provisional, conocido como DERG por sus siglas en amhárico. Esto, sumado a algunas cuentas pendientes con la región de Oromia, de donde es originario Ahmed, dejaría a Amhara al arbitrio del gobierno federal, que, por diversas cuestiones, no fallaría jamás a favor.
El intento de disolver la Fuerza Especial de Amhara, además de provocar una ola de protestas callejeras, hizo que más de la mitad de los efectivos de esa fuerza desertaran para integrarse en grupos armados de la Fano, una antigua guerrilla surgida durante la ocupación italiana de 1935, que se ha mantenido latente a lo largo de todos estos años. Esta organización la componen una media docena de grupos autónomos que han carecido de una dirección unificada, pero sí las ha unido una misma voluntad: la defensa de su identidad y su territorio. A estos grupos también se han incorporado numerosos desertores del ejército federal.
Es en este marco, la insurgencia regional etno-nacionalistas, Fano (milicia o guerrilla), que durante la guerra de Tigray combatió junto al Gobierno central, desde abril del año pasado está incrementando el calibre de sus acciones, concentradas contra las tropas de la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF), habiendo tomado a lo largo de este casi año y medio algunas áreas de la región de Amhara e incluso ocupando esporádicamente, y siempre por pocos días, ciudades como la de Kobo, con una población estimada en unas 50.000 almas. También sitiaron y conquistaron la ciudad de Gondar, la segunda más importante de la región.
Más tarde la insurgencia tomó la ciudad santa de Lalibela y así con diversos centros urbanos, entre ellos la capital regional, Bahir Dar, la que ocuparon por veinticuatro horas, siendo retomadas por el ejército federal a un costo desconocido de bajas.
Con la toma de ciudades las Fano, la segunda de la región, profundizó este proceso de inestabilidad, obligando al Primer Ministro Ahmed a que tuviera que declarar, a principios de agosto del año pasado, el «estado de emergencia», para toda esa región.
En febrero último el estado de emergencia fue prolongado por la Cámara de Representantes del Pueblo (Cámara baja) y ha sido nuevamente prolongado.
En el contexto del estado de emergencia comenzaron a producirse detenciones masivas y desapariciones forzosas, al tiempo que las denuncias de torturas y ejecuciones extrajudiciales se han incrementado, mientras que los bloqueos de internet y las interrupciones constantes de los servicios telefónicos y eléctricos aumentan el malestar de la población.
Factores para considerar que el conflicto pueda convertirse en una nueva guerra civil, similar a la de Tigray, que derramaría obligatoriamente hacia su vecina, la Oromia, la región donde se ubica Addis Abeba, por lo que, a diferencia de la guerra civil 2020-2022, no existiría una zona de amortiguación entre ambas regiones, ya que son linderas, amenazando incluso la supervivencia del Gobierno central.
Preparativos para una limpieza étnica
Para importantes sectores de la comunidad amhara, la constitución vigente y el nuevo ordenamiento territorial, basado en una discutida representatividad de las etnias, no respeta sus intereses ni les da seguridad.
Sospechando que estas nuevas disposiciones podrían esconder la intención del gobierno federal de una operación que busque concretar una limpieza étnica, por lo que 10 millones de amharas se han desplazado a la Oromia y la región de Benishangul Gumuz.
En este contexto, y a partir de la respuesta del ejército federal etíope, que lanzó diferentes operaciones represivas contra la insurgencia amhara, que inicialmente fueron choques fragmentados y de pequeña escala, principalmente en las áreas de Shoa y Gojam, en una segunda fase se profundizó la represión, incluso llegando a asesinar a figuras políticas de gran importancia, como el líder del Partido de la Prosperidad de la Región de Amhara (PPA), Girma Yeshitla, en la localidad de Menz en el área de Shewa del Norte, de la Región de Amhara, a 250 kilómetros al norte de Addis Abeba, cuando volvía de una actividad oficial. El ataque, además, dejó 14 personas de su comitiva heridas.
El Primer Ministro Ahmed calificó el asesinato como «vergonzoso y horrible» y, según él, lo habrían cometido «extremistas violentos», sin individualizar a quiénes definía con esa acusación, aunque podría haberse referido a miembros de las Fano.
En vista de la campaña de represión, ya a mediados del 2023 las fuerzas insurgentes comenzaron un proceso para articularse bajo un mando central, lo que les dio la posibilidad de tomar ciudades y aeropuertos.
Tras la toma de Bahir Dar, la capital regional, muchos líderes del partido gobernante, el P.P.A., junto a los principales miembros del Gobierno debieron buscar refugio en Addis Abeba, generando una situación de caos que dio al Gobierno de Ahmed para declarar entonces el estado de emergencia y lanzar una tercera oleada de operaciones militares que abiertamente ha derivado en una guerra sucia, donde son constantes las violaciones de los derechos humanos.
En este periodo las Fano, ahora unificadas, han incrementado significativamente su ritmo de ataques contra la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF) en toda la región de Amhara. Se estima que desde principios de julio hasta fines de agosto las Fano realizaron cerca de 70 ataques contra diferentes objetivos de la ENDF, cerca del triple de los registrados en septiembre del año anterior que había alcanzado las 25 operaciones. La misma fuente dice que para septiembre de este año habría alcanzado un número similar al de julio y agosto, y que se espera que la cifra de este octubre sea incluso mayor.
A pesar de que todavía no se ha declarado formalmente la guerra entre Addis Abeba y la región de Amhara, ya está en pleno desarrollo, y aunque siga siendo una guerra lateral no falta mucho para que tome la centralidad de un país abrumado por los conflictos.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.