1.-México en el contexto internacional
La victoria electoral de la coalición “Sigamos haciendo historia” llega en un contexto de reconfiguración geopolítica global, en medio de una crisis sistémica donde las grandes potencias se disputan la hegemonía. En América Latina y el Caribe estamos frente al auge de ideologías neofascistas y ultraconservadoras que hacen pensar que en materia de política exterior México tendrá grandes desafíos como actor internacional.
El escenario bipolar y la hegemonía que ostentaba una sola potencia quedaron en el pasado y México, más allá de su relación amor/odio con su vecino del norte, deberá asumir los nuevos retos y buscar una nueva doctrina en sus relaciones internacionales. La victoria electoral de México inclina la balanza hacia el progresismo y alimenta las esperanzas y convicciones entre los pueblos de Latinoamérica.
La dinámica geopolítica en América Latina está siendo influenciada por diversas condiciones en el contexto de la globalización. Algunos aspectos destacados incluyen la Participación en el Grupo de los 20, la presencia de Brasil en los BRICS, el rol de Venezuela en la OPEP; la CELAC y UNASUR entre otros, pero que carecen de una estrategia común que integre los esfuerzos.
América Latina, en este contexto de realineamiento geopolítico a escala global, está siendo asediada por EE. UU. y al mismo tiempo por China, aunque por distintos métodos. Sin embargo, nada impide que desde nuestro continente diseñemos un nuevo paradigma, un proyecto propio, novedoso, que nos unifique e incremente nuestras fuerzas y capacidades de negociación.
El desafío consiste en aprovechar los cambios geoestratégicos para buscar nuevas alianzas y posicionarse junto a otros países emergentes para convertir el concepto de Sur Global en algo más que una descripción. Tener nuestras propias vías de desarrollo evitará que estemos oscilando entre EE. UU. y el Atlantismo y China y otros países asiáticos.
Una visión renovada de los vínculos de integración con sello latinoamericanista, tal vez nos dará autonomía frente a las grandes potencias actualmente enfrentadas y México es potencialmente uno de los principales sujetos de esa renovación.
2.- Las victorias contienen lecciones que la euforia del triunfo no deja ver con claridad.
La victoria electoral de Claudia Sheinbaum, a la cabeza de la coalición triunfadora, es entendida como la continuidad del proceso de transformaciones conocido como 4T y que inició programas de carácter social que han reducido los peores impactos de las políticas neoliberales, pero que aún requiere mayor profundización y adquirir un verdadero carácter de clase y de construcción del poder popular.
Darse por satisfecho con los avances logrados en el gobierno de López Obrador implica negarse a reconocer los desaciertos y errores cometidos a lo largo del sexenio, particularmente en lo relacionado con la participación desde la base y la movilización de los sectores populares en la gestión de un programa transformador donde los ciudadanos fueran sujetos activos del cambio. Es cierto que durante el gobierno de López Obrador el pueblo tuvo muchas veces derecho a ejercer su voto, pero en contadas ocasiones a hacer oír su voz.
También es necesario preguntarse si en estos comicios ganó la izquierda o triunfó una propuesta socialdemócrata de centro, apoyada por una coalición que va desde la izquierda hasta agrupaciones más inclinadas a “modernizar” el neoliberalismo que a combatirlo.
En la coalición ganadora, el Partido Verde Ecologista de México ha transitado en sus alianzas por todo el abaníco de partidos mexicanos siempre guiado por el oportunismo y la búsqueda de prerrogativas. Por su parte Morena está muy lejos de representar a un partido de izquierda. Más bien se trata de un movimiento – como su propio nombre lo indica- en el cual concurren diversas corrientes donde es posible identificar gente de izquierda y progresistas, socialdemócratas confesos y ocultos y una variada fauna de oportunistas de orígenes poco respetables.
En la búsqueda de alcanzar una amplia mayoría, Morena decidió pactar con personajes y grupos de poder que solían ser considerados como mafiosos, pero que al dar un paso hacia la propuesta de la 4T quedaron eximidos de sus malas acciones anteriores. En algunos casos la absolución vino acompañada de incentivos materiales que hicieron más expedita la transición.
El Partido del Trabajo, PT, es una organización que se reivindica de izquierda y basa su accionar en la Línea de Masas y que en su declaración de principios señala: que su ideología se basa en principios como la ética, la honestidad, la verdad, la cooperatividad, la justicia, la libertad y la democracia. El PT lucha por una sociedad autogestionaria, justa, socialista y ecológicamente sustentable, con igualdad social de condiciones y oportunidades.
En su propaganda, el PT se reivindicó como “la izquierda de la izquierda”, aunque durante el proceso electoral hizo concesiones en función de mantener la unidad de la coalición, lo que fue entendido por algunos sectores como un distanciamiento de sus raíces fundacionales. Una vez realizado el balance de los aciertos y errores de la campaña, su objetivo central será retornar a sus orígenes y contribuir, desde la izquierda, a una profundización de las reformas estructurales que México necesita. Ya no le bastará al PT que se declare de izquierda, tendrá que demostrarlo.
3.- La oposición por venir
Considerando los amplios espacios que brindan los medios digitales y los principales medios de comunicación, con un discurso de odio y desinformación es previsible que la oposición involucione a subversión y se centre en la búsqueda de un personaje carismático y escandaloso donde sus objetivos sean cuestionar la legalidad y la legitimidad del nuevo gobierno. Sus ejemplos serán Donald Trump, Javier Milei y Nayib Bukele.
La narrativa del fraude será repetitiva hasta la náusea y será hermanada con una constante crítica a los eventuales errores de la próxima administración. El antídoto para esta ofensiva no debe quedar en manos de propagandistas, sino en una campaña permanente de concientización de los sectores populares, los mismos que votaron a favor del proyecto de la 4T y cuya voz debe seguir respetándose.
La debacle de los partidos conservadores, agrupados en la coalición “Fuerza y Corazón por México” es otro factor para considerar. Es previsible que una reacción en cadena lleve a la atomización dentro de los partidos y sus representantes en el Congreso de la Unión. La recomposición de los partidos derrotados se ve muy complicada y el análisis debe ir más allá de los institutos políticos y debe aspirar a una renovación del sistema de partidos en su totalidad.
4.- Conclusiones
Uno de los centros donde se expresarán las contradicciones es el Congreso de la Unión, donde los partidos de oposición, dada su condición de minoría, más que legislar harán una tarea de sabotaje. Y desde las bancadas parlamentárias de la coalición ganadora también puede haber sorpresas, ya que la necesidad del gobierno de recurrir a la mayoría calificada para sacar adelante las reformas constitucionales hará que surjan negociaciones adicionales donde cada voto adquiere un valor complementario.
La victoria de Claudia Sheinbaum, más allá de los saludos protocolares, no es bienvenida en Norteamérica y apenas se conozca quién gobernará habrá que enfrentar las presiones y reclamos estadounidenses. Se trate de Biden o de Trump ambos no verán con buenos ojos la ampliación de gobiernos progresistas en la región y menos aún que México promueva una política exterior alternativa que impulse la solidaridad, la integración y la cooperación entre países hermanos.
Desde el Partido del Trabajo, PT, es recomendable que hagamos los máximos esfuerzos por que se profundice la Cuarta Transformación y que se fortalezcan las formas de expresión del poder popular.
Daniel Martínez Cunill* Sociólogo, especializado en las RRII de América Latina y el Caribe y asesor del Partido del Trabajo de México, PT.
Foto de pòrtada: Reuters attention editors