Pero la designación de Cuba como patrocinador estatal de terrorismo y las severas sanciones –junto al bloqueo de más de seis décadas- permanece en vigor, sin cambios.
El secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, removió a Cuba de la lista oficial de países que no cooperan plenamente con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos y así Cuba quedó fuera de esa lista que se elabora anualmente bajo la Ley de Control de Exportación de Armas. De acuerdo con esa ley, todo país en esa lista no puede recibir artículos de defensa de Estados Unidos.
El canciller cubano Bruno Rodríguez, publicó en X: No basta con reconocer que Cuba coopera plenamente con esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos. Ese gobierno debe sacar a nuestro país de la lista de estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, que es sólo un pretexto para aplicar medidas coercitivas unilaterales contra el pueblo cubano.
Aseveró que se trata de un listado absolutamente unilateral e infundado, cuyo único fin es calumniar y servir de pretexto para la adopción de medidas económicas coercitivas contra países soberanos, como las que despiadadamente se aplican contra Cuba. «Debería cesar toda manipulación política del tema y poner fin a nuestra arbitraria e injusta inclusión en la lista de países patrocinadores del terrorismo», agregó el canciller.
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos son una prueba rotunda de hasta qué punto la hipocresía y el doble rasero campan a sus anchas en la política internacional. Durante más de 50 años EEUU, la superpotencia más poderosa del planeta, ha estado sometiendo a un pequeño país, una isla caribeña, a una guerra económica sin cuartel, además de apoyar directa o indirectamente a los autores de centenares de actos terroristas, dándoles cobijo tanto a ellos como a sus inspiradores, cuando no otorgándoles cuantiosas subvenciones.
La posición estadounidense, más allá de los discursos políticamente correctos, podría resumirse del siguiente modo: los terroristas amigos, aquellos cuyos objetivos coinciden con los intereses y estrategias de EEUU, son «defensores de la libertad»; los enemigos, aquellos que defienden convicciones o políticas supuestamente perjudiciales para esos intereses y estrategias, son la encarnación del mal.
Jeff Abramson, experto sobre el comercio de armas en el Center for International Policy, explicó que, como Cuba no ha recibido asistencia militar de Estados Unidos, no habrá consecuencias materiales a este cambio.
La inclusión de Cuba en el listado estadounidense de países patrocinadores del terrorismo en enero de 2021 fue una de las últimas decisiones que tomó la Administración del republicano Donald Trump (2017-2021) antes de dejar el poder.
Washington justificó entonces la medida aludiendo a la presencia en la isla de miembros de la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que viajaron a La Habana para mantener negociaciones de paz con el gobierno de Colombia.
El Gobierno estadounidense recordó que la negativa de Cuba a colaborar con Colombia en las solicitudes de extradición de miembros de la guerrilla del ELN, propiciaron la certificación NFCC de Cuba en 2022. Sin embargo, en agosto de 2022 y de conformidad con una orden del presidente colombiano Gustavo Petro, la Fiscalía General de Colombia suspendió las órdenes de arresto contra 17 comandantes del ELN, incluidos aquellos que había solicitado a Cuba extraditar.
¿Terroristas?
Estados Unidos publicó una nueva nómina de países que “no cooperan plenamente” en su lucha contra el terrorismo en la que incluyó, al igual que el año anterior, a Corea del Norte, Siria, Venezuela e Irán. A raíz de esta designación, el gobierno de Washington no podrá exportar ni ofrecer servicios o artículos de defensa a ninguna de las naciones alcanzadas por ella.
Estados Unidos ha emitido reiteradas series de sanciones contra hackers y entidades norcoreanas que facilitan las transacciones y proveen el financiamiento ilícito de programas de misiles y armas de destrucción masiva en China y Rusia. También acusa a Venezuela de ser un aliado de Irán y sus grupos armados como Hamas, Hezbollah, la Yihad Islámica y los rebeldes hutíes de Yemen, pero no ha expresado su condena a las acciones genocidas de Israel contra el pueblo palestino.
Para designar a un país como patrocinador del terrorismo, la legislación estadounidense exige al secretario de Estado que determine que el Gobierno de dicha nación ha brindado apoyo repetidamente a grupos terroristas. Cuba había formado parte de la lista desde 1982 pero salió en 2015, durante la etapa de acercamiento del entonces presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017) que posteriormente frenó Trump.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, había exigido en reiteradas ocasiones a Washington que saque a su país de la lista, cuya inclusión considera injustificada y tiene serias implicaciones económicas para la isla.
Además, el Departamento de Estado subrayó que Estados Unidos y Cuba reanudaron la cooperación policial en 2023, incluso en materia de lucha contra el terrorismo, por lo que continuar con la certificación de Cuba como ‘país que no coopera plenamente’ ya no era apropiado». Lo que sí cambio es la evaluación de la cooperación estadunidense con la isla.
Fulton Armstrong, ex oficial de Inteligencia Nacional para América Latina y especialista en relaciones interamericanas, calificó la acción como “paso hacia la verdad –un reconocimiento de que la posición anterior de este gobierno era insostenible, y eso es importante”. Agregó que es una señal buena de bajo costo.
Armstrong indicó que el gobierno de Joe Biden escarbó un hoyo profundo al sostener la colocación de Cuba en la lista de patrocinadores de terrorismo realizada por Trump, pero uno puede esperar que esa mentira también se descartará cuando este gobierno sienta que la política electoral lo permita. El gobierno de Biden aún está lejos de revertir los daños ocasionados al continuar con lo que impuso Trump por más de tres años.
Álvaro Verzi Rangel* Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Este artículo ha sido publicado en el portal www.estrategia.la
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